El terrorismo no ha abandonado Europa y la guerra en Ucrania puede potenciar el radicalismo

Aunque la racha de atentados masivos se volvió incesante tras la aparición del Estado Islámico (EI) en el 2014, y ni qué decir de Al Qaeda después de los ataques del 11S en el 2001, en los últimos años las matanzas han disminuido, pero la amenaza no ha desaparecido.

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El califato ya no existe, pero sus seguidores continúan camuflados esperando el momento para volver a matar, mientras que grupos afiliados al EI se han establecido en Afganistán o en varios países africanos. De vez en cuando algún ‘lobo solitario’ ha tomado un auto y atropellado indiscriminadamente a peatones (como en Francia o Alemania), o apuñalado a gente en plena calle (como en el Reino Unido), pero no se han vuelto repetir escenas en países de la Unión Europea como las del teatro Bataclán o el semanario Charlie Hebdo en París.

Sin embargo, el terrorismo representa “un peligro real y presente”, según un informe presentado por Europol, la policía europea, que señala que la amenaza persiste, sobre todo en el contexto de la guerra en Ucrania, que podría haber trasladado ya a territorio europeo a personas radicalizadas, tanto antirrusos como prorrusos.

Al respecto, la directora de Europol, Catherine de Bolle, señaló que, si bien el trabajo para interrumpir y prevenir ataques “parece estar teniendo un efecto positivo, los actores solitarios vinculados con el extremismo violento yihadista y de derecha siguen siendo una preocupación”, y el terrorismo “aún representa un peligro real y presente para la Unión Europea”.

“El terrorismo yihadista seguirá siendo una amenaza no solo para el territorio europeo sino para la comunidad internacional, en tanto que los flujos ideológicos no solo se vayan radicalizando más y vayan fluyendo conforme avanza la tecnología de la comunicación y la digitalización”, comenta a El Comercio desde México la internacionalista Arlene Ramírez Uresti, académica de la Universidad Iberoamericana y articulista de la revista “Forbes”.

La experta señala que las células del terrorismo trasnacional hoy se encuentran dispersas y más amplificadas que antes. Sin embargo, advierte que la guerra en Ucrania, además de la recesión e inflación global, pueden hacer detonar el radicalismo y terrorismo a nivel global.

“Si bien se sabe que el EI ha sido desarticulado en una parte, pero algunos de estos grupos afiliados se han estado fortaleciendo de esta pausa de la política exterior de EE.UU. y porque la estrategia de seguridad global está dedicada hoy a contener la ofensiva rusa en Ucrania”, agrega Ramírez Uresti.

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La guerra en Ucrania

En la presentación del informe, la funcionaria añadió que las consecuencias de la invasión rusa a Ucrania tendrán un impacto duradero en la seguridad de la Unión Europea, y recordó que la guerra “ya ha atraído a varias personas radicalizadas” que se han sumado a la lucha en ambos bandos, y es probable que la situación “desencadene reacciones y movilizaciones extremistas violentas”. “Hay que tomar las lecciones aprendidas en el pasado al tratar con los combatientes extranjeros que regresan de los campos de batalla en Oriente Medio”, añadió la directora de Europol.

La analista mexicana señala que Europa está en alerta y en estado de vulnerabilidad debido a su cercanía con la guerra, y porque ve con preocupación la llegada de nuevas células yihadistas que aprovecharían la distracción para infiltrarse.

Pero no es la única preocupación. “Está también el terrorismo de los extremistas de derecha”, explica Ramírez Uresti. “Hay que tener en cuenta que estos movimientos están resurgiendo en diferentes países, y hay una polarización ideológica que puede generar una visión bastante compleja de lo que significa ser europeo”.

“Esta ola de extremas derechas en Europa están incluso permeando las fibras más sensibles de los gobiernos y las actividades sociales en Europa. Y esta ha sido la preocupación más importante del Consejo de Ministros del Exterior de la UE, pues generar una política de bloque respecto a todo esto pudiera parecer complejo cuando las identidades nacionales, y los climas al interior de los diferentes países de la UE están atravesando por problemas y crisis graves y profundas”, anota.

Menos ataques

Lo cierto es que, aunque la amenaza es latente, los casos han disminuido, por ahora. Según el recuento de Europol, se registraron 15 ataques o intentos de ataques terroristas en la UE durante el año pasado, mientras que en el 2020 la cifra llegó a 57 y en el 2019 a 55.

De esos 15 ataques, 11 han sido categorizados como terrorismo yihadista, el cual también ha disminuido desde los dos últimos años. En el 2020 se registraron 14 ataques de este tipo y en el 2019 fueron 18.

Asimismo, tres ataques -completados o frustrados- fueron perpetrados por extremistas de derecha mientras que uno fue cometido por anarquistas de la extrema izquierda en Alemania.

De acuerdo con Europol, la policía detuvo el año pasado a 388 sospechosos de terrorismo, y de ellos unos 260 siguieron investigaciones de extremismo yihadista en Austria, Francia y España.

¿Qué podría ocurrir para que se encienda una chispa que motive una nueva oleada de atentados?

Según la Europol, las restricciones que trajo la pandemia del COVID-19, obligaron a la población a pasar más tiempo conectados a Internet, lo que se ha considerado un “factor de riesgo” para personas vulnerables a la radicalización.

“Por eso es tan importante comprender la complejidad del terrorismo, y esta complejidad nos lleva a pensar que no son hechos aislados en contra del orden o los regímenes. Detrás del terrorismo contemporáneo hay profundas líneas ideológicas y discursivas que se han estado pasando de grupo en grupo e incluso que van teniendo diferentes matices en función de quien está en el poder. Y todo esto siempre lleva al imperialismo occidental”, detalla Ramírez Uresti.

“Será bastante interesante observar cómo todo esto se empieza a articular a favor de generar nuevos mecanismos de vinculación de estos nuevos grupos de migrantes para evitar la radicalización de la población y de las células que pudieran resurgir a partir de los ultranacionalismos y de las ideologías radicales de derecha que se están consolidando en Europa con mucho ahínco. Y esto se ve fortalecido por la pandemia, la crisis en la cadena de suministros, de los energéticos, la crisis alimentaria, y porque la gente no está contenta a nivel global con la forma en la que los gobiernos están atendiendo estas nuevas necesidades de la sociedad civil”, concluye.