El hombre, de 52 años, no tenía chaleco salvavidas ni ningún otro tipo de protección. (Foto: captura de pantalla)
El hombre, de 52 años, no tenía chaleco salvavidas ni ningún otro tipo de protección. (Foto: captura de pantalla)
La Nación / GDA

Su nombre es Vidam Perevertilov. Marinero de profesión, tiene 52 años, nació en , es el ingeniero jefe a bordo del barco Silver Supporter y la semana pasada protagonizó un hecho peligroso e insólito que hoy es noticia en los portales del mundo: cayó al agua y sobrevivió por 14 horas sin chaleco salvavidas ni bote.

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¿Qué fue lo que ocurrió? Mientras trabajaba y atravesaba el Océano Pacífico, el hombre cayó por la borda cerca de las 4 de la mañana del 16 de febrero entre Nueva Zelanda y el territorio británico de Pitcairn y aguantó y nadó por horas hasta que cuando comenzó a salir el sol, vio una boya de pesca vieja y a ella se aferró. Así resistió.

De acuerdo con lo publicado por el diario el hecho ocurrió cuando el carguero realizaba un recorrido de suministro entre el puerto de Tauranga y Pitcairn. Fue arrastrado de regreso a cubierta y salvado 14 horas más tarde.

Sobre las razones del accidente Perevertilov dijo a su hijo que se había sentido mareado después de terminar un turno de la noche en la sala de máquinas y que había salido a cubierta para recuperarse. “No recuerda haberse caído por la borda. Es posible que se haya desmayado antes”, declaró Marat Perevetilov, quien contó además que tras ello su padre solo recuerda haber recuperado la conciencia y ver su barco alejarse en la oscuridad.

“Su voluntad de sobrevivir fue fuerte, pero me confesó que hasta que salió el sol solo intentaba mantenerse a flote”, agregó.

Por su parte la tripulación no registró que había desaparecido durante seis horas. Solo después el barco envió una llamada de socorro por radio. Entonces se activó un operativo de búsqueda que incluyó aviones de la Armada francesa que se unieron desde Polinesia, mientras que el servicio meteorológico examinó vientos y corrientes para determinar probables patrones de su deriva.

Al caer del barco, Perevertilov quedó a unos 750 kilómetros al sur de las islas australes más meridionales de la Polinesia Francesa. En medio del océano, con su barco fuera de vista, Vio una mancha negra en el horizonte y sin saber qué era nadó hacia ella. Fue la decisión que le salvó la vida. Era una boya de pesca abandonada, basura marítima que otras navíos pierden en las aguas y que quedan allí por años.

A ella se aferró el hombre hasta que lo encontraron, muchas horas después, cerca de las 6 de la tarde del martes de la semana pasada. Las autoridades marítimas habían establecido un patrón de búsqueda y en medio de ese rumbo un miembro de la tripulación escuchó una voz débil y un vigía vio una mano levantada en el océano. Aparte de su cansancio, no registró heridas ni problemas de salud.

Luego de confirmarse el rescate, la alta comisionada británica en Nueva Zelanda, Laura Clarke, quien también se desempeña como gobernadora de la isla Pitcairn, declaró que todos estaban “enormemente aliviados”. “Temíamos lo peor, dada la enorme escala del Océano Pacífico y sus fuertes corrientes. Así que el hecho de que sobreviviera es simplemente asombroso”.

Por último, el hijo de Perevetilov repitió una confesión de su padre: al momento de ser salvado pensó en llevarse la boya consigo como una especie de recuerdo pero después decidió no hacerlo. “Es gracioso. Dijo que quería dejarla allí para que pudiera salvar la vida de otra persona”, cerró Marat.

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