(Foto: Reuters)
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Virginia Rosas

La buena noticia de que el autodenominado (EI) ha sido definitivamente derrotado en Siria viene seguida de una mala nueva, y es que Turquía se prepara para atacar los territorios que se encuentran bajo control kurdo y las fuerzas oficiales sirias han iniciado su avance para recuperar el norte y el este del país.

Desde fines del 2015, Washington desplegó por primera vez en Siria a un grupo de soldados de élite (200) dedicados a asesorar a los combatientes que se enfrentaban al Estado Islámico. El presidente Donald Trump, contrario a la idea de que su país haga las veces de ‘gendarme del mundo’, anunció en un controversial tuit, en diciembre pasado, el retorno de ‘los boys’, causando un enorme desasosiego entre los kurdos, quienes –tras haber logrado derrotar al Estado Islámico– se quedarían abandonados a su suerte.

Cuando EE.UU. anunció el retiro de sus soldados de Siria, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) de mayoría kurda –que tienen a su cargo el resguardo de los prisioneros de origen occidental– reclamaron a los países implicados que repatríen a sus ciudadanos, pues si deben emprender la retirada –ante las arremetidas turca y siria– no estarán en capacidad de resguardar a los prisioneros.

Hasta ahora, EE.UU., Francia y el Reino Unido asumen el costo de la gestión de los centros de detención de adultos, pero –si en la reunión que tendrá lugar en Washington el 6 de febrero– los países occidentales deciden retirarse, las FDS no estarán en capacidad de administrar estos campos.

Entre ellos hay centenas de combatientes extranjeros, además de mujeres y niños, señalan los oficiales de la administración del norte de Siria. El problema es que nadie los quiere de regreso en sus países y se han convertido en una papa caliente para los diplomáticos. Se calcula que unos cinco mil europeos se unieron al Estado Islámico.

En lo que respecta a los prisioneros, la idea inicial fue que los juzgara la administración del norte de Siria, en la frontera sirio-iraquí, y que solo los niños fueran repatriados, con el consentimiento de sus madres. Muy pocas de ellas han autorizado la separación.

La situación cambia ahora, no solo porque varía el equilibrio de fuerzas en la región, sino porque la decisión de juzgarlos in situ resulta difícil de sustentar, ya que las zonas controladas por los kurdos no constituyen un Estado, lo que acarrearía una serie de contenciosos basados en convenios internacionales sobre prisioneros de guerra.

Francia, después de muchas dudas, ha decidido que sus ciudadanos sean repatriados, para ser inmediatamente juzgados. Los niños serán entregados a sus familias o permanecerán bajo la tutela del Estado. Una decisión que seguramente le traerá consecuencias políticas al ya afligido presidente Emanuel Macron, que no logra aún poner orden en casa.

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