Las sospechas de amaño en las últimas elecciones presidenciales de Brasil motivó a miles de bolsonaristas a invadir y saquear los edificios del Palacio de Planalto, el Congreso y el Supremo Tribunal Federal (STF) el pasado domingo.
Las sospechas de amaño en las últimas elecciones presidenciales de Brasil motivó a miles de bolsonaristas a invadir y saquear los edificios del Palacio de Planalto, el Congreso y el Supremo Tribunal Federal (STF) el pasado domingo.
/ SERGIO LIMA / AFP
Agencia AFP

Simpatizantes del expresidente coreaban “¡Queremos el código fuente!” durante la invasión de . La frase refleja el papel de la desinformación en el ataque del domingo: no sólo el código fuente de las urnas electrónicas está disponible hace más de un año, sino que el proceso electoral cuenta con otros mecanismos de auditoría.

MIRA: ¿Qué pasará con los bolsonaristas que intentaron dar el golpe de Estado en Brasil?

Aún así, esta reivindicación motivó a miles de bolsonaristas a invadir y saquear los edificios del Palacio de Planalto, el Congreso y el Supremo Tribunal Federal (STF) el pasado domingo.

Para Ivan Paganotti, doctor en Ciencias de la Comunicación y profesor de la Universidad Metodista de São Paulo, la difusión de aseveraciones falsas fue un elemento relevante para la “racionalización” de este tipo de ataques.

“Las plataformas de desinformación fueron importantes para conseguir aglutinar a personas que utilizaron este elemento como justificación para intentar dar una pincelada de legalidad, con muchas comillas, sobre estos actos”, declaró a la AFP.

El reclamo que apareció escrito en carteles de los bolsonaristas en Brasilia se basa en la alegación de que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) habría mantenido “en secreto” el código fuente de las urnas electrónicas, supuestamente con el fin de esconder cambios en la programación que habrían conducido al --hasta ahora desmentido-- fraude en las elecciones que dieron ganador a Luiz Inácio Lula Da Silva en octubre del año pasado.

Además de los reclamos sobre el código fuente, señala Paganotti, también jugaron un papel importante en los episodios del domingo otras acusaciones de fraude y las “lecturas fantasiosas” sobre el artículo 142 de la Constitución, que no abre la vía a una intervención militar como han divulgado los desinformadores.

“Es importante considerar que esas informaciones falsas pueden ser un elemento de racionalización de tendencias que ya estaban presentes, y cualquier empujón sería suficiente” para confirmar los sesgos, reflexiona el experto.

Por ello, no son infrecuentes las demandas sin sentido, como exigir el código fuente de las urnas. “La desinformación es un instrumento de racionalización sin mucha racionalidad”, dice.

El profesor destaca que la producción y difusión de noticias falsas en Brasil parte de una red eficiente y segmentada, cuyos grupos se extienden por diferentes plataformas y tienen temáticas y perfiles de audiencia distintos.

A esto se añade el hecho de que el cuestionamiento en torno a la fiabilidad de las elecciones ha encontrado eco en algunas instituciones y partidos políticos.

En noviembre de 2022, el Partido Liberal del expresidente Bolsonaro pidió la anulación de los votos emitidos en 280.000 urnas en la segunda vuelta, utilizando como justificación la ausencia del número de serie en algunas urnas.

“Teníamos documentos que mostraban que no se habían encontrado pruebas de fraude, pero entonces algunos dirigentes mencionan que eso no significa que no pudiera haber habido fraude”, dice Paganotti.

Y añade: “Este tipo de argumento es bastante problemático y da vida a tales cuestionamientos, porque la gente selecciona qué información conviene a sus creencias”.

- Código fuente abierto -

El código fuente es el conjunto de archivos que contienen las instrucciones de lo que debe ejecutar la urna electrónica.

En octubre de 2021, este fue abierto por el TSE para que personas y entidades de fiscalización, como partidos políticos, académicos y Fuerzas Armadas, pudieran inspeccionarlo a fin de confirmar que la programación de las urnas no sería alterada.

“El código fuente de las urnas se pone a disposición y se inspecciona en momentos específicos y en un entorno controlado por el TSE. No es un código que esté ampliamente disponible”, explica a la AFP Lucas Lago, máster en ingeniería informática y coautor de dos informes sobre el sistema electoral brasileño.

Aunque Lago subraya que el acceso a este código podría mejorar, la idea de que el código está “oculto” es, “en general, mentirosa”.

En 2017, el profesor Paulo Matias, del Departamento de Informática de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), examinó el código fuente de las urnas durante la Prueba de Seguridad Pública.

“No encontré nada que pudiera indicar un ‘código de fraude’. Identificamos vulnerabilidades, que fueron rápidamente mitigadas o corregidas por el TSE”, informó Matias a la AFP.

Por otra parte, además de la inspección del código fuente, el proceso electoral brasileño se basa en otros mecanismos de auditoría y conformidad.

Entre los principales se encuentran la prueba de integridad de las urnas, que tiene lugar en paralelo a la votación propiamente dicha, y la emisión de las urnas por el equipo electrónico, que permite verificar el recuento de los votos independientemente del TSE.

Según Matias, “hasta ahora, la comunidad brasileña de investigadores del voto electrónico no ha encontrado ninguna acusación plausible” de fraude.

Contenido sugerido

Contenido GEC