Gisella López Lenci

El lunes 12 de diciembre era clave en Brasil. Ese día Luiz Inácio Lula da Silva recibía sus credenciales como ganador de las elecciones presidenciales del 30 de octubre. Era la confirmación total de que el exmandatario derrotó a Jair Bolsonaro y que no había marcha atrás en la transición. En un país que aún no cura las heridas que dejó la polarizada campaña, no era muy difícil predecir que el caos se desataría.