Con la incorporación de un avión tanquero ruso, amplió su capacidad para combatir los devastadores incendios forestales que comenzaban a ser controlados por un enorme operativo, según el último informe de la emergencia.

Luego de un un viaje de más de 30 horas y cruzar tres continentes, el avión tanquero Ilyushin Il-76 con capacidad de 42 toneladas de agua realizó con éxito sus dos primeros incursiones sobre los incendios que azotan las zonas rurales de la región del Biobío (sur), una de las más devastadas.

La aeronave permanecerá en el país "el tiempo que sea necesario", señaló el canciller chileno, Heraldo Muñoz, tras recibir a la tripulación rusa en el aeropuerto de Santiago. 

El avión se suma a otros tanqueros llegados desde Estados Unidos y Brasil y a cerca de 600 brigadistas y expertos de países como Francia, Argentina, Venezuela, España, Perú entre otros.

En las últimas horas, el mayor foco de emergencia se concentró en la comuna de Portezuelo, en el Biobío, donde el avance del fuego obligó a evacuaciones preventivas.

La tragedia deja 3.782 damnificados, 1.108 albergados, 1.047 viviendas destruidas y unas 379.000 hectáreas de superficie afectada, de acuerdo al último informe de la Corporación Nacional Forestal (CONAF).

"La situación cambia rápidamente, la tendencia general es que estamos logrando contener y controlar los incendios", afirmó Aarón Cavieres, director de CONAF.

La región de O'Higgins, donde comenzó a magnificarse la simultaneidad de incendios, tiene una "situación calma" sin incendios de relevancia, mientras que en Santiago (centro), Valparaíso (centro) y Coquimbo (norte) "la situación está controlada con pequeños focos", manifestó Cavieres más temprano.

Asimismo, más de 40 personas fueron detenidas o interrogadas por su eventual responsabilidad en el inicio y propagación de los incendios forestales.

Junto con el combate de las llamas, la preocupación de las autoridades se centra en organizar de despliegue de 11.000 personas -entre brigadistas, bomberos, policías y voluntarios que se suman a los vecinos para acabar con las llamas.

Con campamentos donde se prepara comida y se reparten productos de primera necesidad, organizaciones no gubernamentales brindan apoyo a vecinos de pueblos como Santa Olga, una localidad que se transformó en símbolo de la tragedia al quedar totalmente destruida por las llamas.

Asimismo, veterinarios tratan a animales víctimas del siniestro.

--- Reconstrucción en marcha ---

Con 11 víctimas fatales y centenares de miles de hectáreas destruidas, los incendios forestales se transformaron este enero en una nueva catástrofe a enfrentar por el país sudamericano castigado a lo largo de la historia por terremotos y tsunamis.

Una nueva tragedia que puso en el ojo de la tormenta a la presidenta Michelle Bachelet, cuya gestión de la catástrofe ha dejado descontentos al 73% de los chilenos, según una encuesta semanal de la consultora privada Cadem.

Para la presidenta, que entregará el poder en marzo de 2018, lo importante es que el país pudo "sostener y aumentar las fuerzas de combate", impidiendo que el fuego provocara más víctimas mortales.

Además aseguró que su gobierno tiene los recursos económicos para levantar las zonas afectadas.

"Hay recursos no solo para responder a la emergencia, sino también a lo que va a ser la etapa de posterior normalización y reconstrucción", necesaria en los poblados arrasados por el fuego.

La mandataria anunció que levantó el estado de excepción por catástrofe que regía para Valparaíso, afectada por incendios en los primeros días de 2017, para mover al centro y sur del país a los efectivos que estaban desplegados en la zona.

Asimismo, Bachelet aseguró que se avanza en el pago de bonos a personas que perdieron sus viviendas, el reparto de forraje y otros insumos agrícolas a los productores rurales afectados, así como en un plan para ofrecer en los lugares afectados las condiciones necesarias para iniciar el periodo escolar en marzo.

"Quiero darles a todos la tranquilidad que estamos avanzando sostenidamente, que vamos a ganar la batalla no solo apagando los incendios sino reconstruyendo la vida de los afectados", agregó.

Unas 560.000 hectáreas han sido destruidas durante la temporada 2016-2017 que comenzó en julio pasado.

Fuente: AFP

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