Los amotinamientos simultáneos en cuatro penales de Ecuador dejaron al menos 79 reclusos muertos, considerada ya como la peor masacre carcelaria en la historia del país. (Foto: AFP)
Los amotinamientos simultáneos en cuatro penales de Ecuador dejaron al menos 79 reclusos muertos, considerada ya como la peor masacre carcelaria en la historia del país. (Foto: AFP)
/ JOSE SANCHEZ LINDAO
Redacción EC

Un día de furia. Los amotinamientos simultáneos en cuatro penales de dejaron al menos 79 reclusos muertos, convirtiéndose en la peor masacre carcelaria en la historia del país, informó el Servicio Nacional de Atención a Personas Privadas de Libertad (SNAI).

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SNAI dio cuenta de 37 fallecidos en dos penitenciarías de Guayaquil (suroeste), 34 en una cárcel de Cuenca (sur) y ocho en la de Latacunga (centro). Edmundo Moncayo, director del SNAI, descartó que entre las víctimas mortales se encuentre personal del cuerpo de custodia, pero mencionó que sí había oficiales heridos; sin embargo, no precisó el número.

En tanto, la Defensoría del Pueblo tildó de “masacre sin precedentes” los amotinamientos. Ante este hecho, el presidente Lenín Moreno dio la orden al ministerio de Defensa “ejercer un estricto control de armas, municiones y explosivos en los perímetros exteriores” a las penitenciarías.

Es importante señalar que estos penales concentran un 70% de la población carcelaria de Ecuador. En este país hay 60 prisiones, que tienen la capacidad para albergar a 29.000 personas y en las que hay una sobrepoblación del 30% (38.000 reclusos). Además, el cuerpo de seguridad comprende unos 1.500 guardias, registrándose un déficit de por lo menos 2.500 custodios, según señala la agencia AFP.

No es la primera vez que un hecho como este se registra en prisiones de Latinoamérica. Situaciones similares se han registrado en otros países de la región, entre ellos el Perú.

Castro Castro, Perú (2020)

En abril del 2020, un violento motín en el penal Castro Castro, en San Juan de Lurigancho, dejó como saldo nueve reclusos muertos y 67 heridos entre guardias, policías y reos, según señaló el Instituto Nacional Penitenciario (INPE). La situación se salió de control debido al temor de los presos ante la llegada del COVID-19, así lo en su momento.

La rebelión se produjo luego del deceso de dos internos por coronavirus. Los presos quemaron colchones y colgaron carteles con demandas de libertad ante el temor de contraer el virus.

El INPE había confirmado la muerte de dos internos de este penal por COVID-19 el domingo y que el reclamo de los reclusos giraba en torno a los indultos ofrecidos por el gobierno por la pandemia y la falta de medicinas. Los cadáveres fueron trasladados a la morgue Central Lima para la necropsia de ley con diagnóstico de presunto impacto de bala. Afuera del penal se congregaron consternados familiares de los presos que pedían información sobre ellos.

El motín se produjo en la tarde del lunes. (Foto: Anthony Niño De Guzmán/GEC)
El motín se produjo en la tarde del lunes. (Foto: Anthony Niño De Guzmán/GEC)

Manaos, Brasil (2019)

En mayo del 2019, dejaron 57 muertos en cuatro cárceles del estado brasileño de Amazonas (norte).

Según señaló en un comunicado la Secretaría de Administración Penitenciaria de Amazonas (SEAP), las muertes “estarían motivadas por una ruptura entre presos que integraban un mismo grupo criminal y que actúa en el tráfico de drogas en el Estado”.

Cuarenta y dos de los presos murieron asfixiados, no se utilizaron cuchillos o armas de fuego en sus asesinatos, informó la SEAP. Los otros 15 murieron durante una pelea en el Complejo Penitenciario Anísio Jobim (Compaj).

SEAP dijo además que tres de las prisiones, donde ocurrieron la mayoría de las muertes, son edificios cercanos, ubicados a unos 28 kilómetros de Manaos, capital de Amazonas. Hasta ese año, Brasil mantenía tras las rejas a más de 720.000 personas, convirtiéndose así en el tercer país con más presos del mundo.

En mayo del 2019, las autoridades brasileñas reportaron que 42 presidiarios murieron en cuatro prisiones de Manaos. Las víctimas presentaban "indicios de muerte por asfixia", detallaron. (Foto: Reuters)
En mayo del 2019, las autoridades brasileñas reportaron que 42 presidiarios murieron en cuatro prisiones de Manaos. Las víctimas presentaban "indicios de muerte por asfixia", detallaron. (Foto: Reuters)

Comayagua, Honduras (2012)

El febrero del 2012, un incendio se desató al interior de la Granja Penal de Comayagua, en Honduras, que albergaba a 853 reclusos. En el siniestro perdieron la vida más de 350 personas, entre las que se encontraban una mujer que había pasado la noche en la prisión y el jefe de los bomberos de la ciudad. Los peritos nacionales e internacionales señalaron que se trató de un accidente.

Hasta ese momento, en ninguna prisión de Latinoamérica se había producido una tragedia de tal magnitud, por lo que el hecho se convirtió en la peor catástrofe penitenciaria de los últimos años.

El panorama en las afueras del penal era desgarrador, los familiares de las víctimas clamaban por la entrega de los cuerpos de sus seres queridos.

“Esto es desesperante, no nos dicen nada y creo que mi marido está muerto”, decía Gregoria Zelaya al Canal 5 TV (medio local).

“Estoy buscando a mi hermano, no sabemos lo que ha ocurrido y no nos dejan entrar”, declaraba Arlen Gomez a una radio local, informó en ese entonces .

El 15 de febrero, un incendio de gran magnitud en el Penal de Comayagua, causó la muerte de 382 internos, en la mayor tragedia ocurrida en un centro penitenciario de Latinoamérica. (Foto: Reuters)
El 15 de febrero, un incendio de gran magnitud en el Penal de Comayagua, causó la muerte de 382 internos, en la mayor tragedia ocurrida en un centro penitenciario de Latinoamérica. (Foto: Reuters)

San Miguel, Chile (2010)

En diciembre del 2010, un incendio provocado por presos de la cárcel de San Miguel, en Chile, causó la muerte de 81 personas y 13 resultaron heridas, algunas de ellas cumplían solo prisión preventiva. El hecho ocurrió luego de puyas entre la población penitenciaria.

Este penal estaba preparado para albergar a 1100 presos, pero al momento del incendio, era habitado por 1961, lo que para muchas autoridades reflejaba la precariedad del sistema carcelario chileno.

La tragedia fue calificada por el ministro de Salud de ese entonces, Jaime Mañalich, como el suceso más grave de la historia de las prisiones chilenas.

Según el , pese a este hecho pudo motivar una serie de cambios en el sistema penitenciario, 10 años después la situación no ha cambiado nada.

El medio chileno indica que según el Compendio Estadístico Penitenciario 2019 los establecimientos penales tuvieron 41.977 personas recluidas 24 horas durante ese año, tanto en cárceles concesionadas como tradicionales. Sin embargo, la capacidad real de estos establecimientos era de 40.444.

Higuey, República Dominicana (2005)

En marzo del 2005, 135 presos murieron y más de 20 resultaron heridos en un incendio en la cárcel de Higuey, que albergaba a 426 reclusos, más del doble de su capacidad. Según las investigaciones, el fuego fue provocado por los propios internos, durante un enfrentamiento entre bandas rivales por el control de la prisión.

Todo comenzó cuando uno de los reos del pabellón Vietnam disparó en repetidas oportunidades contra otros reclusos de una banda rival. Las autoridades informaron que los presos fueron trasladados al hospital. Sin embargo, luego la situación se agravó lo que generó que los candados de celdas fueran bloqueados. Los presos habrían prendido colchones utilizando insecticidas y pegamentos.

Esta se trató de la mayor tragedia penitenciaria de este país, donde en el año 2002 un episodio similar se cobró la vida de 29 presos en la cárcel de La Vega.

La Esperanza, El Salvador (2004)

En agosto del 2004, en el Centro Penal La Esperanza, en Mariona, El Salvador, se consumó una terrible matanza en la que perdieron la vida 24 reclusos. Una pelea entre las pandillas Barrio 18 y La Raza sostuvieron un enfrentamiento muy sangriento, según describió a la, el experto internacional en maras, Carlos García.

“La 18 y La Raza ya habían tenido un pacto antes y se habían aliado para luchar contra la MS. Pero la 18 comienza a sentirse muy achicada y amenazada y es cuando comienzan a planificar este ataque”, explicó García.

García, que entrevistó a varios de los sobrevivientes de este sangriento enfrentamiento y encontró evidencias de atrocidades mayores, señala la BBC. “Hay testimonios de un preso de la 18 que le abrió con una piedra la cabeza a uno y comenzó a comerse los sesos en medio del pasillos”, dijo.

Las heridas de las víctimas dificultaron el trabajo de identificación de los cuerpos debido a que varios de los rostros quedaron irreconocibles, señalaron las autoridades.

Un tatuaje en el pecho del exnovio que la acusó de haber cometido decenas de asesinatos salvó a Hebe de la cárcel. (Foto referencial: AFP)
Un tatuaje en el pecho del exnovio que la acusó de haber cometido decenas de asesinatos salvó a Hebe de la cárcel. (Foto referencial: AFP)

García señaló a la BBC que no era la primera vez que se registraba una pelea entre estas bandas en las cárceles de El Salvador, pero debido a aquella matanza el gobierno tomó la decisión de segregar a las maras rivales en diferentes centros penitenciarios.

Otro artículo de la BBC indica que El Salvador es el país con la segunda tasa de presos per cápita más alta del mundo después de Estados Unidos, y que sus cárceles están a punto de estallar debido a que tienen una capacidad para 18.051 reclusos, pero el sistema actualmente cuenta más de 38.000.

Lisandro Olmos, Argentina (1990)

El 5 de mayo de 1990, un incendio en la prisión de Lisandro Olmos, en Buenos Aires, se convertiría en la peor tragedia penitenciaria de Argentina. El fuego de produjo en un pabellón que alojaba a 44 reclusos y se habría iniciado luego de un altercado. Al día siguiente, el jefe de la cárcel brindaba los nombres de las 33 víctimas ante grupo de familiares. En días posteriores fallecieron dos presos más, por lo que el saldo total de muertos fue de 35.

Las víctimas tenían entre 29 y 42 años y el 70% de ellas todavía no habían sido condenadas. Se trataba de un pabellón especial en el que permanecían reclusos que tenían una conducta ejemplar y ayudaban con las refacciones y la construcción de celdas nuevas en el establecimiento penitenciario, señala el diario “El País”.

señala también que el Servicio Penitenciario de Buenos Aires tiene plazas para 24.000 reclusos y la población a su cargo supera los 40.000 (esto sin contar los detenidos menores de edad).

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