Alberto Fernández, de 60 años, confía en alcanzar la presidencia en primera vuelta. Mauricio Macri, de la misma edad, apela a una participación masiva para forzar el balotaje en noviembre. (Foto: Reuters)
Alberto Fernández, de 60 años, confía en alcanzar la presidencia en primera vuelta. Mauricio Macri, de la misma edad, apela a una participación masiva para forzar el balotaje en noviembre. (Foto: Reuters)
Leandro Dario

Los argentinos acudirán este domingo a las urnas intuyendo cuál puede ser el resultado mucho antes de que se cierren los centros de sufragio y se haga el conteo de votos. , ex jefe de gabinete de Néstor Kirchner y compañero de fórmula de , llega como el gran favorito, tras obtener en las primarias el 49% de los sufragios, una cifra que, si se repite, le permitirá ganar en primera vuelta. El presidente corre desde atrás con el 32,9% de los votos, pero no se rinde, arropado por cientos de miles de personas que lo han respaldado últimamente en masivos actos en todo el país.

Para obrar el milagro, Macri necesita achicar la brecha a menos de diez puntos porcentuales y que su rival no supere el 45% de los votos válidos. Las encuestas buscan reivindicarse tras errar en las primarias y vaticinan que el candidato del Frente de Todos ganará con una diferencia que oscila entre los 16 y 22 puntos. Si ese escenario se confirma, la gran interrogante es dilucidar cómo será la Argentina de Fernández: ¿hará un ‘kirchnerismo 4G’ o se desmarcará del legado de los mandatos anteriores e impulsará otras políticas?

El postulante ya adelantó que buscará un gran pacto social con los sindicatos y los empresarios para acordar precios de alimentos, salarios y tarifas de servicios públicos con el objetivo de contener la abultada inflación, que en el 2019 trepará al 57%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). En un contexto de profunda recesión, con una caída del producto bruto interno (PBI) del 3%, Alberto Fernández propone una salida keynesiana que privilegie el crecimiento sobre el ajuste fiscal impulsado por Macri. “Apostar a la recuperación de la economía te permite recuperar la recaudación y lograr equilibrio fiscal sobre la base del crecimiento. Lo fundamental es revertir las expectativas de devaluación y default”, declara a El Comercio Alejandro Vanoli, presidente del Banco Central durante la gestión de Cristina.

El presidente de Argentina, Mauricio Macri, realizó el jueves su cierre de campaña para las elecciones presidenciales en Córdoba. (Foto: EFE)
El presidente de Argentina, Mauricio Macri, realizó el jueves su cierre de campaña para las elecciones presidenciales en Córdoba. (Foto: EFE)
/ PABLO VASEK

El economista y director de la consultora Synthesis Argentina alerta que la crisis puede agravarse entre este domingo 27 y el 10 de diciembre, cuando comenzará el nuevo mandato. “Será clave el comportamiento de los exportadores: hay que ver si liquidan divisas”, sostiene. En el 2019 el dólar se apreció un 57%, con una subida más veloz después de las primarias, cuando totalizó el 31%. El desplome de la moneda argentina impactó de lleno en el valor de los alimentos, que aumentó vertiginosamente. “Si después de las elecciones el Gobierno no hace nada, puede haber formadores de precios que adelanten subidas antes de que asuma el nuevo gobierno”, agrega Vanoli con preocupación.

Otro dato alarmante es el crecimiento de la pobreza. Según la última medición del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), trepó al 35% de la población, tres puntos más que en el primer año de la gestión de Macri. “Este punto de partida es sobre el cual acepto ser evaluado como presidente: si pudimos reducir la pobreza en este gobierno”, declaró el actual mandatario por aquel entonces.

–El giro más dramático–

La elección también marcará un giro en la política exterior argentina. Santiago Cafiero, jefe de campaña de Alberto Fernández y eventual jefe de gabinete, anuncia a El Comercio que si ganan las elecciones, Argentina se retirará del Grupo de Lima. “En Venezuela el problema es tanto Nicolás Maduro como Donald Trump. Hay que encontrar una salida diplomática”, asegura. El Frente de Todos propone una posición equidistante en el conflicto bolivariano, en la línea de Uruguay y México. En uno de los debates, Fernández avisó que no permitirá que militares argentinos se sumen a una intervención militar en el país llanero.

El opositor peronista Alberto Fernández saluda a sus simpatizantes junto a su fórmula a la vicepresidencia, la expresidenta Cristina Kirchner, durante el acto de cierre de su campaña este jueves en Mar del Plata. (Foto: EFE)
El opositor peronista Alberto Fernández saluda a sus simpatizantes junto a su fórmula a la vicepresidencia, la expresidenta Cristina Kirchner, durante el acto de cierre de su campaña este jueves en Mar del Plata. (Foto: EFE)
/ Juan Ignacio Roncoroni

Para Bernabé Malacalza, investigador en relaciones internacionales del Conicet y de la Universidad Nacional de Quilmes, el vínculo con América Latina dependerá del resultado de las próximas elecciones en la región. Con los Fernández en el poder habría afinidades con México, Uruguay, Bolivia; y eventuales fricciones con Brasil, Chile y Colombia.

La gran preocupación es cómo salvaguardar la relación estratégica con Brasil, el mayor socio comercial de Argentina en el Mercosur. Durante la campaña, Alberto Fernández visitó a Lula da Silva en la prisión de Curitiba, lo que enfureció a Jair Bolsonaro, que vinculó al candidato con el chavismo. “Celebro enormemente que hable mal de mí. Es un racista, un misógino y un violento”, respondió el dirigente argentino.

Alberto tendrá que manejar las tensiones entre las preferencias de sectores moderados y maximalistas de su propia coalición. Ello puede ser un factor, por ejemplo, en las relaciones con Estados Unidos: hay quienes pretenden un pragmatismo autonómico que evalúe potenciales beneficios y contraprestaciones y quienes defienden un idealismo defensivo más confrontativo”, sostiene Malacalza.

Fernández buscará una reestructuración de la deuda externa, al tiempo que intentará diversificar y aumentar las exportaciones para que ingresen más divisas. La necesidad de Argentina de obtener financiamiento internacional condicionará el vínculo con Estados Unidos y China. “Alberto Fernández tendrá que pivotear, no pisotear entre los dos gigantes en una vertiginosa dinámica de disputa hegemónica, tecnológica y comercial. Estados Unidos tiene el 15% de los votos en el directorio del FMI y sigue siendo el centro financiero mundial. China es importante para préstamos en infraestructuras, inversiones, oxígeno de swaps para el Banco Central y transferencia tecnológica”, asegura.

Macri ha propuesto que si es reelegido hará “lo mismo, pero más rápido”. Alberto Fernández, en cambio, podría cambiar el rumbo político y económico de Argentina, que probó en las tres últimas décadas recetas neoliberales, populistas y liberales globalistas, sin encontrar la senda hacia el desarrollo y el crecimiento.

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