(Foto: Reuters)
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Virginia Rosas

tiene el desconcierto de un toro herido de muerte que gira en la arena esperando la estocada final. Si bien las encuestas sobre las primarias en Argentina daban como ganador al partido opositor, es decir, a la lista de los peronistas Fernández-Fernández, estas solo presagiaban un 5% de diferencia entre ambos.

Pero el contundente 47% que obtuvo el domingo la dupla que lleva a la expresidenta Cristina Fernández –acusada en once casos de corrupción– como vicepresidenta deja prácticamente fuera de la contienda al actual mandatario que, al asumir el poder en el 2015, prometió “pobreza cero”, pero hundió a su país en un desastre social y económico con una inflación que, se calcula, alcanzará el 250% al final de su período gubernamental en diciembre de este año.   






Las elecciones primarias ‘a la argentina’, en las que el Estado gasta unos 63 millones de dólares, resultan siendo una suerte de ensayo general de lo que serán los comicios de verdad, que se llevarán a cabo el 27 de octubre y el 24 de noviembre, si hay segunda vuelta. De primarias no tienen nada, pues cada partido presenta un solo candidato y cualquier ciudadano, aunque no esté inscrito en ninguna agrupación política, puede votar por cualquier lista electoral. Una encuesta, entonces, financiada con el dinero de los contribuyentes dos meses antes de las elecciones.

La fórmula de Roberto Lavagna, que fuera ministro de Economía de Néstor Kirchner y que tuvo como lema de campaña “Ni Macri ni Cristina”, solo alcanzó el 9% de los votos.

Frente al desastre social de Macri –cuyo único eslogan fue “Escojamos entre la insania y la cordura”– la fórmula Fernández-Fernández se enfocó en denunciar la pérdida constante del poder adquisitivo de los argentinos, el desplome de la actividad económica y el aumento del desempleo. Dicen que Cristina dijo: “Votarán por el que odien menos”. Y así fue. Porque en la lucha diaria por la supervivencia los argentinos olvidaron que el kirchenismo dejó a un 30% de los argentinos bajo el umbral de la pobreza, que impusieron el control de cambios que frenó las inversiones, y que se enfrentaron a la ganadería, principal fuente de ingresos, con los impuestos a la exportación. Sin contar con que la dupla Kirchner-Kirchner se levantó al país en vilo.

¿Qué hace Macri mientras espera la estocada final? ¿Cómo lleva una campaña quien ya se sabe muerto de antemano? Con un poco de maquillaje: el miércoles anunció un aumento del salario mínimo, cuyo monto no precisó. Una ayuda social extraordinaria de 2 mil pesos (35 dólares) a los empleados del sector privado y una prima especial de 5 mil pesos (80 dólares) a los funcionarios públicos y fuerzas de seguridad. También prometió congelar el precio de la gasolina durante tres meses.

Alberto Fernández, que fuera jefe del Gabinete de Néstor Kirchner y un gran crítico de Cristina, ha prometido refundar el país. Nadie sabe cómo lo hará. Tampoco se sabe si ya se dio cuenta de que su vicepresidenta, a quien tiene que agradecerle los votos, será en realidad su jefa, como antes.

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