(Foto: Reuters)
(Foto: Reuters)
Virginia Rosas

Por más que le haya dado “un beso heterosexual” –según sus propias palabras– al ex juez por el Día de los Enamorados en , la popularidad del actual ministro de Justicia desciende en las encuestas (60% en mayo, 50% en junio), no solo por sus impericias políticas, sino porque las revelaciones del portal de noticias “The Intercept” demostrarían que como juez a cargo del Caso Lava Jato, participó en un complot para facilitar la victoria electoral del actual presidente, quien lo premió luego dándole la cartera de Justicia.  

Todo empezó el domingo pasado cuando “The Intercept Brasil” publicó una serie de mensajes de Telegram entre los fiscales anticorrupción y el entonces juez Moro, quien impartía directivas y consejos sobre cómo actuar en el caso del ex presidente Lula Da Silva.






Según lo publicado, los fiscales tenían serias dudas sobre la existencia de pruebas contundentes sobre la culpabilidad Lula, que encabezaba las encuestas de popularidad en las pasadas elecciones presidenciales y que actualmente cumple condena de 8 años y 10 meses de prisión por corrupción.

Las conversaciones entre Moro y el fiscal evangélico Deltan Dallagnol dan cuenta del temor de este último sobre sus propias acusaciones, en las que sindicaba a Lula como el capo de un gran mecanismo de corrupción. Dallagnol temía que se descubriera que sus argumentos se basaban solo en artículos periodísticos y pruebas frágiles.

Y aunque la constitución brasileña delimita claramente el rol de jueces y fiscales, impidiendo la injerencia entre los que investigan y los que juzgan, Moro habría influenciado en los procedimientos: reñía al equipo de fiscales y sugería invertir el orden de las investigaciones. El ex juez aduce que los mensajes han sido sacados de contexto.

Ante los destapes del portal de noticias –fundado por el periodista estadounidense Glenn Greenwald que reside en Brasil– la Corte Suprema decidió abrir el debate sobre el pedido de liberación de Lula da Silva, mientras que el Consejo Nacional del Ministerio Público ha decidido investigar a Dallagnol, y Sergio Moro será interpelado el 19 de junio próximo en el Senado.

Hasta ahora el presidente Bolsonaro ha mostrado su apoyo público al ex juez anticorrupción, que le servía como estandarte por ser el hombre más popular del país. No solo con el beso que le dio en el Día del Amor, sino ofreciéndole que el año próximo lo nombraría ministro del Supremo Tribunal Federal, que cumple funciones de Corte Suprema y de Tribunal Constitucional. Un salto de garrocha para el otrora pequeño juez de Curitiba, que tendría que haber cumplido un largo recorrido para ocupar el cargo más alto y mejor remunerado del servicio público y en el que puede permanecer hasta su jubilación, a los 75 años.

Menudo embrollo en el que se encuentra el que fuera símbolo de la lucha anticorrupción –que si respetara el estado de derecho y el rigor que aplicó en Lava Jato– debería dar un paso al costado hasta que las investigaciones terminen. “The Intercept” ya anunció que lo publicado constituye solo la punta del iceberg. Moro y Dallagnol no podrán mentir –advierten–porque para rebatir cada mentira habrá nuevas pruebas.

Contenido sugerido

Contenido GEC