Ilustración: Víctor Aguilar.
Roger Zuzunaga Ruiz

Esposado. Colgado de los brazos durante 24 horas, Orlando Moreno, de 26 años, resistió intensas sesiones de tortura y humillación en una cárcel del estado de Monagas, en . El objetivo de sus verdugos, según su denuncia, era que incriminara a conocidos políticos opositores en el financiamiento de protestas violentas contra el régimen de Nicolás Maduro.


Desde el pasado 1 de abril, más de 3.800 personas han sido detenidas en las manifestaciones antigubernamentales. De acuerdo con el Foro Penal, que hace seguimiento a estos casos, la tortura y los tratos crueles son métodos recurrentes a los que apelan las fuerzas de seguridad para someter a los arrestados.

“Lloraba, sí, y mucho, pensaba en mi madre, en mi familia y en mis amigos. Pensaba que no los iba a volver a ver”, nos dice Moreno desde su casa en Maturín. Tiene la voz entrecortada, hace pausas y suspira mientras habla sobre lo que le pasó. “Es una secuela por lo que me ocurrió”.

El estudiante universitario ordena sus recuerdos y nos narra en primera persona sus días de encierro:

Capítulo 1: detenido

Es martes 27 de junio. Al final de una protesta en Maturín, llega la policía del estado. Subo a un vehículo de transporte público para ir a mi casa, pero los agentes vienen hacia mí para sacarme y llevarme preso. La gente me defiende. Los policías me rompen la camisa, sacan sus pistolas y me golpean. Forcejeamos media hora. Logro escapar.

Subo a otro ómnibus. Avanzo un kilómetro. Un auto sin identificación oficial nos cierra el paso. Suben unos hombres armados y me piden que baje. Ya afuera, esperan a que llegue la policía del estado. Estos les dicen a mis captores: “Sí, ese es”. “Ya tú sabes lo que te va a pasar”, me amenazan.

Me suben a un carro y me empiezan a golpear en la cabeza y espalda. Me piden mi nombre, pero los golpes no me permiten hablar.

Capítulo 2: el video

Me llevan al Desur, que es un destacamento militar de la Guardia Nacional Bolivariana. Al bajar del vehículo, un militar me golpea con su casco de motociclista y me dice que me apure. Me identifico, les digo que soy secretario político de Vente Venezuela [el partido de la ex diputada opositora María Corina Machado] y coordinador de defensores activos del Foro Penal venezolano. Me llevan a una esquina.

Pasa media hora hasta que llega el teniente Berroterán, quien comanda a los agentes que reprimen las protestas en el estado. Luego llegan diez funcionarios, supongo que eran del Sebin [la policía de inteligencia], quienes al pasar delante de mí se frotan sus manos y dicen: “Por fin agarramos a Orlando Moreno”. Berroterán se reúne con ellos.

Tras unos minutos me llaman. Entro a un cuarto y me dicen que si quiero salir de este problema debía hacer un video en el que dijera que María Corina Machado y el diputado Juan Pablo García me financian y me dan instrucciones para hacer protestas violentas. Yo me niego a hacerlo. “Entonces tú te vas a quedar como Yoel Bellorin”, me dicen refiriéndose a un profesor detenido desde el 19 de abril.

Capítulo 3: siembra de pruebas

Comienza el psicoterror. Me gritan. Me dicen que a ellos les pagan para seguirme. Tienen una carpeta con varias imágenes y me empiezan a describir los sitios en los que he protestado.

Me sacan del cuarto y me llevan al pasillo. Unos agentes hablan sobre las cosas que me van a sembrar. Abren un bolso y toman nota en una computadora: piedras, bombas molotov, una capucha, una gorra de Venezuela. “Agarramos al líder de los guarimberos [protestas violentas]”, dicen.

Capítulo 4: no le pasará nada

Llega una fiscal. También está un médico forense que examina los golpes que tengo. Les cuento lo que me pasó desde mi detención hasta llegar al Desur. El teniente Berroterán me da su teléfono, al otro lado de la línea está la defensora del pueblo del estado, quien me pregunta si me han golpeado. Le digo que sí.

Berroterán le promete a la fiscal: “Nosotros aquí no lo vamos a tocar, nosotros somos garantes de los derechos humanos”. Mentira.

Capítulo 5: la ropa

A las 9 de la noche me trasladan a la prisión denominada La Pica. Me llevan a un sitio que se llama La Carpa, donde hay 33 reclusos. Me esposan y me tiran en el pasillo. Ahí paso la noche.

El miércoles a las 9 de la mañana viene un teniente coronel y me pide mi ropa. Me dice que es para que le hagan pruebas periciales. Me niego. Luego, un teniente de apellido Maldonado les dice a los presos que si yo no entrego la ropa elimina el día de visita, que es ese mismo miércoles. Llama al líder de los presos, un tipo condenado por homicidio, que me grita y me amenaza para que entregue la ropa. Accedo. Después los presos me advierten que posiblemente me sembrarán pólvora.

(Ilustración: Víctor Aguilar/El Comercio)
(Ilustración: Víctor Aguilar/El Comercio)

Capítulo 6: la tortura

Tras desnudarme, me dan un polo y un short. Un custodio me saca de la celda y me pone dos esposas. El teniente Maldonado le ordena que me lleve al tanque elevado: “Ponlo en un sitio donde no la pase tan bien”. Me ponen los brazos hacia atrás y me cuelgan, solo puedo tocar el piso con la punta de los pies. Llegan otros militares y me piden que grabe el video. Me niego. Me golpean en las costillas y en la cabeza. Todo el que pasa por ahí me golpea.

Aguanto los golpes hasta las 6 de la tarde. Me llevan al pasillo y me cuelgan de una ventana. Tengo los brazos hinchados y las manos rojas. Le pido al teniente ir al baño, comida. “No”, es la respuesta. A la medianoche llega un batallón de 30 militares. Todos los que pasan por mi lado me golpean en las costillas y en la cabeza. Me gritan, no respondo, no tengo fuerzas para hacerlo, tengo ganas de orinar, estoy sedado por el dolor, ya no siento los golpes.

Paso la noche colgado. Lloro mucho, pienso en mi madre, en mi familia y en mis amigos. Pienso que no los voy a volver a ver.

Capítulo 7: reflexiona

A las 9 de la mañana del jueves me descuelgan. Me llevan a la celda. Descanso. A las 3 de la tarde me buscan agentes del Desur para llevarme a un juzgado. Pero no lo hacen. Voy de nuevo al Desur, me meten a un cuarto y me dicen: “Reflexiona, haz el video y tú sales de esto. La vas a pasar peor”. Me niego.

Capítulo 8: te vas

Regreso a La Carpa. El viernes, a las 9 de la mañana me llevan al juzgado. La jueza me acusa de instigación al odio, cierre de la vía pública, posesión de explosivos y me da libertad con un régimen de presentación cada 15 días.

Cuando estoy saliendo, uno de los alguaciles me advierte: “Afuera está un funcionario del Desur, un teniente. Él te va a decir algo, no le respondas porque lo que quieren es meterte nuevamente preso”. Lo veo. Me acerco. Me mira. “¿Te acuerdas de mí?”, me dice. Sí, respondo. “¿Reflexionaste? ¿Vas a seguir guarimbeando?”. No contesto. Sigo caminando. Me encuentro con mi familia. Nos abrazamos. Nos vamos.

Entrevista
​“Están abusando sexualmente de algunos detenidos”
Alfredo Romero, Foro Penal

►¿Cuántos casos de tortura han documentado?

De los 3.880 arrestados desde abril, al menos el 15% ha sido objeto de torturas o tratos crueles e inhumanos.

► ¿Cuáles son los métodos de tortura más recurrentes?

La golpiza, las descargas eléctricas y el maltrato psicológico. Pero lo más grave que está ocurriendo recientemente es el abuso sexual, más que todo en mujeres, aunque también hay dos casos de hombres que todavía no han ratificado sus denuncias.

► ¿Quiénes son los que torturan?

Policías regionales, la Guardia Nacional y la policía bolivariana. Un lugar donde se ha denunciado tortura ha sido el Sebin, la policía de inteligencia del país.

► ¿Hay algún procesado por tortura?

Nadie. Desde el 2014 hemos denunciado muchos casos de tortura a través de la fiscalía y hasta ahora no se procesa a nadie.

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