(Foto: Hugo Pérez / El Comercio)
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Gisella López Lenci

Desde agosto es la vicepresidenta de , tras varios años de haber ostentado numerosos cargos públicos. Marta Lucía Ramírez, ex militante del Partido Conservador, es una de las políticas más importantes de su país y, en tiempos del movimiento #Metoo y #Niunamenos, hablamos sobre el necesario empoderamiento de la mujer en América Latina.

—Usted es la primera mujer en ser vicepresidenta de su país. ¿Cual es la estrategia que ha diseñado para empoderar a la mujer?
Tenemos por primera vez un gabinete paritario y ese fue un tema que yo le planteé al presidente Iván Duque. No queremos el discurso de “pobrecitas las mujeres”. Sí hay mujeres a las que tenemos que proteger, pero sobre todo debemos promover, desarrollar e impulsar a todas las mujeres en América Latina.

Yo tuve un antecedente: fui ministra de Defensa hace 15 años. Cuando entré al ministerio, pregunté cuántas mujeres estaban haciendo el curso para generales y me dijeron que ninguna, porque las mujeres cuando llegaban al rango de coroneles debían salir de las fuerzas militares. Entonces, yo me empeñé en que a las mujeres había que abrirles el espacio para que sean generales si tenían la vocación militar y las capacidades. Cuando hubo la primera mujer general me sentí muy feliz de haber dado esa pelea.

—¿Cuando entró al Ministerio de Defensa sintió la reticencia de los hombres?
Claro. Por la doble condición: primero, porque era mujer y segundo, porque era civil. El cuerpo castrense es muy cerrado y escéptico sobre el poder civil y las mujeres. Así que a una le toca abrirse el espacio a punta de preparación, conocimiento, coherencia y también mucho carácter.

—Una de sus propuestas ha sido crear el Ministerio de la Mujer. Nosotros tenemos uno hace varios años, pero eso no ha impedido que las tasas de feminicidio hayan bajado, al contrario. ¿Como están planteando este despacho?
Tenemos que fortalecer institucionalmente todos los temas relacionados con la política de género. Por primera vez vamos a tener en el Plan Nacional de Desarrollo un capítulo orientado hacia la igualdad de género. Esto quiere decir que vamos a poner desde la vicepresidencia tareas a cada uno de los ministros y ministras para que sus sectores tengan políticas y programas específicos sobre cómo incluir mucho más a la mujer.

Luego viene la protección a la mujer contra la violencia sexual e intrafamiliar. En Colombia lastimosamente hay índices de violencia bastante preocupantes. En ese sentido también hay que trabajar en el campo penal, en los organismos de control, las fiscalías, para que los procesos sean mucho más rápidos. Un tema que nos interesa muchísimo, y que lo compartimos con el Perú, es la situación de la mujer rural y la informalidad. Las calles de Colombia están llenas de gente informal, que está en el rebusque. Nosotros creemos que esto se deriva de la falta de atención en las zonas rurales.

—Hay una paradoja en América Latina. Hemos tenido presidentas, sin importar el cariz político, pero eso no se ha reflejado en mejores oportunidades para la mujer. ¿A qué se debe?
Yo pienso que esa es una falla imperdonable del sistema político, o quizá de la determinación que estas personas tuvieron. Yo no quiero juzgarlas, pero cuando uno está en un puesto de poder y logra llegar por sus méritos, tiene la obligación moral de abrir espacios para las mujeres, y esto se puede hacer todos los días en el manejo del Estado. Esto supone promover a más mujeres líderes, empoderarlas para que participen en la política, en la economía, para que haya más mujeres empresarias.

(Foto: Hugo Pérez / El Comercio)
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—¿Colombia ya está lista para una mujer presidenta?
Estoy completamente convencida. Pero para eso tenemos que trabajar en la transformación de la política, luchar contra la corrupción, acabar el modelo de la política machista, que no solamente es excluyente sino tremendamente clientelista, y que le ha cerrado espacio a mucha gente y a muchas mujeres. Sí creo que Colombia está lista y hay varias mujeres que estamos listas para asumir la Presidencia.

—También vino a Lima para hablar del tema de la lucha contra la corrupción. ¿Por qué cree que es tan difícil derrotar a la corrupción?
Yo creo que es un problema del deterioro de la sociedad, es la pérdida de valores, es una falla del sistema que empieza desde una falla en las familias. Nosotros no podemos limitarnos solamente a fortalecer los mecanismos de sanción y justicia. También hay que ir detrás, y las causas están en el hogar. Lo otro, es la educación. Lo tercero es la transparencia. Necesitamos que todas las decisiones que se toman en el Estado estén sometidas al escrutinio público, que no haya ninguna decisión que se tome debajo de la mesa.

—Usted es una funcionaria experimentada y ahora es vicepresidenta de un mandatario bastante joven. ¿Cómo fluye la relación?
Ha sido una experiencia muy positiva y productiva. Evidentemente los dos tenemos bastante conocimiento sobre lo público y tenemos un gran interés por el desarrollo económico. Tenemos una obsesión en la lucha contra la corrupción, por la recuperación de la confianza ciudadana en las instituciones y cada uno tiene su propia óptica. Mi óptica es de esta mayor experiencia, y él es un hombre joven que dentro de 30 o 40 años va a seguir activo, y eso le permite tener un compromiso de largo plazo.

—¿Cree que en un corto plazo se pueda solucionar la crisis en Venezuela?
América Latina tiene una gran responsabilidad por la dictadura de Venezuela, porque faltó carácter, solidaridad, faltó que hubiera una convicción en la defensa de las libertades, de la democracia. Nadie se salva. Todos tienen una gran responsabilidad. Esto se viene incubando desde hace 20 años, pues Hugo Chávez dio señales rápidamente de hacia dónde iba su gobierno. Lo que vemos es que este régimen se ha ido atornillando y no vemos clara la salida política y consensuada, que sería lo lógico.

Por fortuna, el secretario general de la OEA ha tenido el carácter de reivindicar la Carta Democrática. Cada día que pasa es un día más a favor de la consolidación de la dictadura. En el caso particular de Colombia, el gobierno anterior mantuvo una actitud que fue totalmente inaceptable. Venezuela era un actor en las negociaciones de paz con las FARC, pero es inaceptable que queriendo lograr la paz en Colombia se tuviera una actitud condescendiente con la dictadura de Venezuela. América Latina entera debería tener vergüenza por esta cantidad de venezolanos cruzando a pie el continente.

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