De izquierda a derecha, los candidatos Jair Bolsonaro, Guilherme Boulos, Henrique Meirelles y Ciro Gomes participan del primer debate televisado en Brasil para este proceso electoral. (AFP)
De izquierda a derecha, los candidatos Jair Bolsonaro, Guilherme Boulos, Henrique Meirelles y Ciro Gomes participan del primer debate televisado en Brasil para este proceso electoral. (AFP)
Redacción EC

El primer debate televisivo de las elecciones presidenciales en Brasil arrancó este jueves a la sombra de un gran ausente: el expresidente Luiz Inácio da Silva, favorito en los sondeos, que purga una pena de 12 años de cárcel por corrupción.

El evento se lleva a cabo en la TV Bandeirantes, de Sao Paulo, con la participación de ocho de los trece candidatos para los comicios del 7 de octubre, que decidirán el nombre de quien sucederá al presidente conservador Michel Temer.

Entre los presentes están el diputado de ultraderecha Jair Bolsonaro, segundo en las encuestas con Lula y primero en su ausencia; así como sus principales rivales para la eventual segunda vuelta del 28: la ambientalista Marina Silva y el centroderechista exgobernador de Sao Paulo Geraldo Alckmin.

Lula insistió para participar en este primer encuentro desde su celda en Curitiba (sur), pero la justicia le denegó este jueves un último recurso para participar en el debate por videoconferencia. El moderador del programa hizo mención a esta situación al inicio del encuentro, pero no hubo ninguna otra referencia física en el plató relativa a la ausencia del exmandatario.

Esta decisión judicial "viola el derecho del pueblo brasileño y también de los otros candidatos de discutir las propuestas de mi candidatura y hasta de criticarme mirándome a la cara, y viola también mi derecho de responder (...) El nombre de eso es censura", dijo Lula en una carta enviada al canal de televisión y publicada en sus redes sociales.

"Debate" paralelo del PT

Pero el exmandatario (2003-2010) tuvo, pese a todo, su "propio" plató: su Partido de los Trabajadores (PT) organizó un foro paralelo, que está siendo transmitido por las redes sociales, con la participación de su compañero de fórmula, el exalcalde de Sao Paulo Fernando Haddad.

Con una asistencia de poco más de 7.000 personas, junto a Haddad está la dirigente del Partido Comunista de Brasil (PCdoB) Manuela D'Ávila, que será vicepresidenta de Haddad si este es proclamado reemplazante de Lula, cuya candidatura será con toda probabilidad impugnada a causa de su situación judicial.

Las discusiones paralelas "no estarán necesariamente vinculadas" a las de los otros candidatos, dijo previamente a la AFP una asesora de comunicación del PT. Haddad abordará "temas de interés público, como seguridad, salud o empleo", precisó.

Lula fue condenado como beneficiario de un apartamento en un balneario paulista ofrecido por una constructora a cambio de facilidades de contratos en Petrobras. Pero el líder histórico de la izquierda, que sigue contando con un tercio de intenciones de voto, se declara inocente y denuncia una conspiración político-judicial para impedirle volver al poder.

Una decena de juristas europeos, entre ellos el exjuez anticorrupción español Baltasar Garzón, expresó su "preocupación" por "serias irregularidades" en la condena de Lula, en una carta dirigida este jueves a la presidenta de la corte suprema de Brasil, Carmen Lúcia.

El PT inscribirá formalmente la candidatura de Lula el 15 de agosto, último día del plazo legal, y planea llevar ese día a miles de simpatizantes a Brasilia para dar su apoyo a su líder.

En los comicios de octubre se elegirán también a los 27 gobernadores, a los 513 diputados y a dos tercios de los 81 senadores brasileños.

Los debates, junto con el tiempo de propaganda gratuita de radio y televisión, a partir del 31 de agosto, y los fondos electorales que se distribuyen según el tamaño de los partidos o las coaliciones, son claves para el desempeño de los candidatos.

Pesimismo

Los financiamientos empresariales están prohibidos en estas elecciones y los aportes personales limitados, en función de la legislación aprobada como respuesta a los escándalos que en los últimos años sacudieron los cimientos de la democracia brasileña, como el de la Operación Lava Jato, que descubrió una enorme red de sobornos centrada en Petrobras.

Una encuesta divulgada este mes por la Confederación Nacional de Industrias (CNI) revela que un 45% de los brasileños se declaran "pesimistas o muy pesimistas" respecto a las elecciones y que un 33% de los votantes votarían en blanco.

Otros dos sondeos muestran que de un 33% a un 41% de los electores están tentados por la abstención, pese a que el voto es obligatorio en Brasil.

La crisis y las intrigas erosionaron en los últimos días la hegemonía de las fuerzas que dominaron las pugnas políticas en los últimos 24 años: el PT de Lula y el PSDB de Alckmin, con el apoyo del MDB de Temer, imprescindible para formar mayorías en el Congreso.

Pero en su lugar, "a la inversa de lo que ocurre en otros países, no han aparecido en Brasil liderazgos nuevos que pudieran surfear la ola de descontento popular", explica a la AFP el politólogo Matías Spektor. "El sistema político brasileño sigue generando mucha frustración", agrega.

Fuente: AFP

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