Una imagen de la Virgen de Guadalupe fue encontrada en medio del círculo que formaban las víctimas de la fatídica noche en la colonia Mariano Matamoros hace 32 años.
Una imagen de la Virgen de Guadalupe fue encontrada en medio del círculo que formaban las víctimas de la fatídica noche en la colonia Mariano Matamoros hace 32 años.
/ Foto referencial: NICOLAS ASFOURI / AFP
Redacción EC

Recibiremos a un espíritu que a la cara.

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Esa fue la promesa que Federico Padres Mejía, de 62 años, le dio a sus vecinos la noche del 11 de diciembre de 1990. El hombre, quien había llegado pocos meses atrás a la colonia Mariano Matamoros, dentro de la fronteriza ciudad de Tijuana, en el estado mexicano de Baja California del Sur, dirigía el llamado Templo del Mediodía.

Según vecinos de la zona, la casa de Padres era punto de reunión frecuente dentro del pequeño y empobrecido barrio. Casi a diario se escuchaban oraciones y cánticos provenientes del interior de la vivienda.

Por ello, pocos se sorprendieron cuando durante la noche del 11 de diciembre comenzaron a oírse gritos en el lugar. “Decían: ‘Ayúdame, por favor ayúdame’. Los niños lloraban, las mujeres se quejaban y el anciano (Padres) decía: ‘Ven a mí, Dios, ven a mí, por favor ayúdanos’”, relataba hace tres décadas Ricardo Méndez, de entonces 10 años, .

Acto seguido, el silencio reinó en el lugar. No fue sino hasta la mañana siguiente cuando una patrulla policial llegó al domicilio de Padres, alertada por el familiar de una de las personas que acudió al rito luego de que no volviera a casa.

Las puertas estaban cerradas con llave, al igual que la ventana. Cuando los agentes consiguieron entrar se encontraron de frente con una macabra escena: 12 cuerpos, algunos apilados encima de otros, yacían sobre el suelo y un sillón. Algunos botaban espuma por la boca.

Las víctimas tenían entre 11 y 75 años. Todas estaban sosteniendo una cuerda con 13 nudos que formaba una especie de cuadrado en torno al grupo de cadáveres.

Al medio del mismo, se podía ver una imagen de la Virgen de Guadalupe.

UNA CAUSA POCO MÍSTICA

El caso generó desde el inicio una serie de teorías que apuntaban a un trasfondo místico o esotérico detrás de las muertes.

Hubo quienes aseguraban que en la casa de Padres se realizaban ritos satánicos, mientras que otros lo consideraban un castigo divino.

Las autoridades manejaron en un primer momento la hipótesis de que las víctimas habían perecido producto de la ingesta de un brebaje envenenado.

La difusión de una grabación de audio que registraba uno de los rituales celebrados por Padres incrementó la histeria popular luego de que en ella se escuchara a una menor decir: “¿Ya están aquí?”. Una pregunta que es respondida por la voz de un adulto que dice: “Sí, tenemos que quedarnos quietos”.

El caso fue tan mediático en México que las autoridades locales recibieron el apoyo de un equipo del FBI para analizar las muestras de las víctimas y el material audiovisual que pudo ser recogido de la casa de Padres.

El misterio, sin embargo, se terminaría revelando pocos días más tarde. El viernes 14 de diciembre de 1990, la vocera del gobierno de Baja California, Sara Yolanda Gonzalez, se dirigió a los medios diciendo: “Quedaron inconscientes pensando que estaban en un trance”.

Las investigaciones arrojaron que las víctimas en realidad habían muerto a causa de asfixia, luego de que la lámpara de gas butano que iluminaba el ambiente consumiera todo el oxígeno de la pequeña casa de dos habitaciones.

Al mantener las puertas y ventanas cerradas, las víctimas sellaron su propio destino impidiendo que más oxígeno ingrese al lugar.

El jefe de policía de Tijuana, Jaime Sam Fierro, se encargó además de desmentir que en casa de Padres se realizara un ritual satánico, aclarando que se trataba de una ceremonia de espiritualidad, muy propia entre cristianos mexicanos de la época.

Cinco personas sobrevivieron a la fatídica noche en Mariano Matamoros. Una de ellas, identificada como Alfredo Osuna Hernandez, le describió a la agencia AP los pocos recuerdos que guardaba antes de caer inconsciente.

“La gente se comenzó a quejar de dolores estomacales y algunos comenzaron a vomitar. Otros se asustaron y comenzaron a gritar del dolor”, relató el sobreviviente, quien también explicó que las personas murieron sin soltar la cuerda, por temor al daño que esto podría haber causado a sus almas.

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