Afirmando posiciones, jugando al límite, por Romeo Grompone
Afirmando posiciones, jugando al límite, por Romeo Grompone
Romeo Grompone

A Fuerza Popular las ventajas de un gobierno dividido con una oposición parlamentaria mayoritaria pueden conducirla, por ahora, a riesgos que no resultan convenientes de tomar. Emprender ante cada decisión del Ejecutivo farragosas negociaciones. Abrumarlo con distintas iniciativas políticas. Darse la oportunidad de la última palabra. Un gobierno que cuenta con una extendida aprobación parece estar imponiéndole al fujimorismo un ejercicio difícil de seguir, lejos de sus previsiones primeras. Creyendo que todo estaba a su favor, Fuerza Popular tiene que emprender un juego al límite sujeto a especulaciones que asaltan a cada paso y donde el que parpadea pierde.

Algunos comentaristas deportivos aluden a la delgada línea roja que enfrenta un delantero si la defensa de la otra parte se encuentra bien organizada. Mantenerse exactamente en la línea para luego desbordar puede ser la oportunidad de una conquista. Salirse de ella cuando ni siquiera se encuentra marcada en el césped y hay que intuirla, los coloca fuera de juego. La discusión sobre la delegación de facultades resultó para Fuerza Popular un obligado y difícil ejercicio de esa técnica. Y entre posiciones que se tomaron con precipitación y desconciertos que acaso no podían reconocerse, al fin lograron la ubicación deseada luego del desconcierto inicial.

A favor de sus ideas y pretensiones es que, si bien no podían imponer lineamientos de política al gobierno de Kuczynski, el fujimorismo estaba en condiciones de asegurarse puestos claves en organismos de control y vigilancia. Si ello fue un canje –como sugieren algunos comentaristas– o una apreciación realista desde el poder, tales alternativas no lo son tanto. Ambas se entremezclaban, esta vez en el Ejecutivo, cuando se consideraba la distancia entre lo que se quiere y lo que se puede hacer. En tal empeño, con frecuencia se sale con heridas o magulladuras.

Así que tocaba a Fuerza Popular poner candados y guardarse la llave. Consigue, situándose en una perspectiva de largo plazo, que Víctor Shiguiyama, parte del equipo del plan de gobierno de Fuerza 2011, presida la Sunat. El nuevo defensor del Pueblo, Walter Gutiérrez, a la vez que fiscaliza precios, tarea que no le corresponde, pareciera, a juzgar por sus declaraciones, organizar la institución en el juego de demandas particularizadas sobre decisiones mal tomadas por el Estado, lo que por cierto le compete. Y en el mismo movimiento coloca en segundo plano el amplio espectro de derechos sociales en que la defensoría intervenía, ya que se había entendido que los ciudadanos podían ser afectados. Se asiste a un quiebre de una línea de continuidad que iniciara Jorge Santistevan a fines del régimen fujimorista y continuara en el retorno de la democracia. Es como si en un recodo del camino nos hubiésemos topado con una fortaleza institucional que hasta entonces la mayoría no estaba en condiciones de advertir. 

Y como responsable de la Dirección Nacional de Inteligencia asume Guillermo Fajardo, quien cumpliera responsabilidades en esa área de 1984 a 1997, cinco años por lo menos, los que se inician en 1992, en que el Estado de derecho no tenía vigencia en el país. Para asumir esta nueva responsabilidad en el actual gobierno abandona la Dirección de Relaciones Institucionales de Tía María, proyecto minero de la Southern Perú. Y aun cuando se pueda estar de acuerdo con las razones de esta compañía, los informes de inteligencia en un escenario de probable polarización deben buscar entender los distintos argumentos y estrategias del conjunto de actores que protagonizan un conflicto. Es improbable, aun con una buena dosis de optimismo, esperar que Fajardo siga esta orientación.

Queda, por ahora, situarse en el corto plazo con algunos atisbos de lo que pueda ocurrir más adelante. Probablemente los decretos que el Ejecutivo presentará en materia de reactivación económica y formalización y lucha contra la corrupción sean aprobadas en el Congreso. El tema de seguridad, en cambio, probablemente ingrese en un atolladero. La complejidad del tema ayuda a dispararse en diversas direcciones. Y en lo inmediato, es el tema en que Fuerza Popular puede afirmarse como oposición planteando alternativas que acaso cuenten con la opinión pública a su favor. Y quizás la actitud vigilante que esta organización invoca sea simplemente la espera de la pérdida de popularidad del gobierno. Queda tiempo por delante.