(Ilustración: Víctor Aguilar Rua)
(Ilustración: Víctor Aguilar Rua)
Susana Matute Charún

Como hace 200 años, las expectativas de la ciudadanía están centradas en la conmemoración de la. El momento político, la emergencia sanitaria y la agenda estructural que necesitamos resolver institucionalmente son expresiones de cómo el país vive este acontecimiento histórico, y la situación del pueblo no se puede sustraer de tan importante tendencia.

El 28 de julio de 1821 marcó un hito en el proceso que permitió consolidar el nacimiento de tres repúblicas en el siglo XIX: Argentina, Chile y Perú. Sin duda, esta campaña en el Perú incluyó a hombres y mujeres afrodescendientes e indígenas que, esperanzados en la libertad producto de la independencia, formaron parte del ejército libertador.

En el mensaje de proclamación de la independencia, cumplió con declarar la libertad de vientres para las mujeres esclavizadas. Sin embargo, la libertad parcial dejó en suspenso la ilusión de incluir la abolición en el día de la fundación del nuevo Estado nación.

La abolición del esclavismo y la construcción de la nueva ciudadanía. Treinta y tres años después, cuando se logra abolir el esclavismo en Junín, este ya estaba seriamente desgastado. La población esclavizada había desarrollado formas de resistencia que afectaron el sistema.

Para el caso de los afrodescendientes en el Perú, la construcción de la ciudadanía quedó al libre albedrío. A nadie le preocupó su futuro y destino. Por el contrario, fue una decisión colectiva e individual asimilarse a las expresiones sociales, culturales, políticas y religiosas más valoradas de la sociedad peruana. Es importante resaltar que nada de eso ocurrió sin que sus aportes se involucraran con todo tipo de actividades en el quehacer nacional.

Pasada la segunda mitad del siglo XX se da una interesante explosión de organizaciones de la sociedad civil afroperuana. Tal corriente se unió a aquella que estaba generándose en todo el continente para estructurar una agenda que los estados incorporaran en sus planes de gobierno. El eje principal era virar la atención hacia las consecuencias que el esclavismo había generado en los afrodescendientes, expresadas a través del racismo en las sociedades modernas.

En tiempos recientes, desde el Estado y el Ministerio de Cultura se han tomado decisiones dirigidas a atender las necesidades sociales, económicas, políticas, culturales, ambientales, entre otras, del pueblo afroperuano. Estas decisiones muestran el interés del Estado por resolver los temas pendientes tras la proclamación de la independencia.

Visibilidad estadística. El censo de población y vivienda del 2017 permitió, por primera vez, que el pueblo afroperuano se autoidentificara étnicamente y pasara a ser estadísticamente visible. En ejercicio de su derecho, 828.894 personas se autoidentificaron como negras, zambas, morenas, mulatas, afrodescendientes o miembros del pueblo afroperuano.

Así, también, el mapa del pueblo afroperuano permite visualizar los hogares y centros poblados en el territorio nacional. Por ello, la Política Nacional de Cultura considera la creación de una Base de Datos del Pueblo Afroperuano para generar información actualizada de este grupo étnico.

Denominación de pueblo. De otro lado, una demanda desde la sociedad civil es el reconocimiento de la denominación “pueblo”, solicitud atendida actualmente por el sector Cultura. Se ha asumido la necesidad de establecer el alcance de la definición conceptual de “pueblo afroperuano” de acuerdo al marco jurídico legal nacional e internacional.

Esta decisión implica no solo el derecho a respetar la identidad colectiva sino también a promover y proteger otros derechos relacionados con el desarrollo propio: aspiraciones, conocimientos, tradiciones y costumbres. De esa manera se evidencia la aplicación de un enfoque de derechos en el que los sujetos son el centro de la atención del Estado, beneficio que muy escasas veces ha alcanzado a los afrodescendientes del Perú.

Disfrute de derechos y cierre de brechas en el acceso a servicios. Finalmente, el bicentenario es la oportunidad para que el Estado peruano cumpla con los afroperuanos anónimos que lucharon en los ejércitos libertadores y obtuvieron una independencia incompleta. En este momento, la responsabilidad más importante del sector Cultura es la formulación y aprobación de la Política Nacional del Pueblo Afroperuano (PNPA) que permitirá promover el desarrollo de personas, hogares y centros poblados afroperuanos con equidad, igualdad y sin discriminación.

La pandemia generada por el COVID-19 ha acelerado la necesidad de atender al pueblo afroperuano dado que las brechas se han ampliado, y la PNPA debe incluir la respuesta a cuestiones estructurales que se han agudizado en este contexto.

Adicionalmente, el carácter participativo de la formulación de la política permite contar con las propuestas de la sociedad civil afroperuana articulada a través del Registro de Organizaciones Afroperuanas Representativas (ROA) y de su representación específica en el Grupo de Trabajo con el Pueblo Afroperuano (GTPA).

Esta es una oportunidad de reescribir la historia. Esta vez, con el reconocimiento del pueblo afroperuano como participante, protagonista y visibilizado como colectivo desde lo social, político, económico, cultural, jurídico y legal.