"Como dijo un excanciller e intelectual peruano del siglo XIX: que la política en el Perú no sea nunca más ese laberinto capaz de enredar al propio diablo". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"Como dijo un excanciller e intelectual peruano del siglo XIX: que la política en el Perú no sea nunca más ese laberinto capaz de enredar al propio diablo". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Jorge Saldaña

En los últimos cinco años los peruanos hemos tenido cuatro presidentes de la República, más de 165 ministros de Estado y 260 congresistas. He ahí el resultado de la peor crisis política que hemos vivido y sufrido todos nosotros en vísperas de conmemorarse los doscientos años de la instauración de la República.

Hoy 25 millones de peruanos nos para participar en tres elecciones: presidente de la República y dos vicepresidentes; 130 legisladores y cinco representantes al Parlamento Andino. Al cierre de esta columna, el único tema que acaparaba las conversaciones coloquiales, familiares y en los círculos políticos, sociales, económicos y académicos giraba sobre la elección del nuevo presidente de la República en primera vuelta y con apuestas respecto a quienes participarían en la segunda ronda electoral a realizarse en junio próximo.

¿Y qué expectativa ciudadana existe respecto a la elección de los nuevos 130 congresistas de la República para los siguientes cinco años? Pues pareciera que muy poco se ha evidenciado durante esta campaña electoral, tan singular como atípica como consecuencia de esta mortal pandemia del Es como si nunca nos enteramos que la confrontación política entre los poderes y Legislativo empezó y terminó en el Congreso 2016-2019 y que continuó en este Congreso complementario 2020-21 que está por concluir.

Detengámonos un momento en este Congreso de salida: la dación de casi una decena más de leyes antitécnicas que –con el argumento de atender el reclamo ciudadano– fueron impulsadas por congresistas de distintas bancadas que, a sabiendas que no podrán reelegirse, aceleraron la dación de normas antitécnicas y de corto plazo que generan gasto público (prohibido por la Constitución) para “quedar bien” en esta etapa electoral. Mientras el Tribunal Constitucional pone las cosas en su lugar con la derogación de estas leyes inconstitucionales, esa “moda populista” no debe repetirse. Por eso la urgencia de saber elegir hoy –con memoria– a la nueva representación parlamentaria para no arrepentirnos después.

Es sabido que los congresistas no son muy populares para el ciudadano de a pie. Pero no hay que olvidar que son justamente estos “padres de la Patria” quienes tienen la fuerza de los votos para aprobar leyes, interpelar y censurar ministros y hasta para vacar a un presidente de la República, por más simpatía ciudadana que este tenga. Si a esto le agregamos que no hay reelección parlamentaria, confiemos que los nuevos legisladores sepan administrar bien ese poder que tienen para no repetir lo que ya hemos visto.

Muy bien que la Unidad de Periodismo de Datos de El Comercio y otros medios de comunicación, así como el Jurado Nacional de Elecciones y organizaciones sociales y de la academia hayan cumplido –con creces– su labor pedagógica de dar cuenta, en sus distintas plataformas informativas, de las hojas de vida de quienes forman parte de las 476 listas al Congreso 2021-26. Así sabemos, por ejemplo, que están en carrera electoral 134 candidatos (40 postulan con el número 1 de la lista) que actualmente están siendo investigados por presunta corrupción. Pero finalmente el que decide es el ciudadano y todo indica que, otra vez, repetiremos esa mala costumbre de recién acordarnos de la elección de nuestros representantes parlamentarios cuando estamos frente del ánfora de votación. O inhabilitemos mayoritariamente el voto sea viciándolo o por ausentismo.

¿Se aprendieron las lecciones que nos han dejado las colisiones políticas protagonizadas entre los poderes Ejecutivo y Legislativo? ¿Hemos tenido la voluntad de revisar trayectorias y capacidades políticas de los candidatos a congresistas para votar a conciencia? ¿Habrán comprendido nuestros dirigentes políticos la importancia de saber utilizar correctamente el poder del voto parlamentario en aras de la necesaria estabilidad y gobernabilidad democrática y no pensando favorecer el interés personal o de grupo?

Propongo aquí que los congresistas líderes de las nuevas bancadas parlamentarias de derecha, izquierda y de centro que –a partir de esta noche empezarán a revelarse tras el cierre del acto electoral– inicien varias rondas de conversaciones políticas para ponerse de acuerdo en la orientación de la agenda legislativa del primer año del Congreso y que comprenda metas concretas para atender –sin populismos– las urgentes necesidades sociales a partir de agosto. Quizás sea mucho pedir porque muchos de los electos serán nuevos en la escena parlamentaria y demorarán un año en aprender la hermenéutica congresal, pero dada la actual envergadura de las cuatro crisis que hoy afrontamos con dureza: sanitaria, política, económica y social, resultaría ocioso esperar la instalación del nuevo Congreso –previsto para el 27 de julio– para llevar a cabo esta búsqueda de coincidencias en aras de acordar la acción legislativa multipartidaria.

Y la otra ventaja de este ejercicio de madurez en el ejercicio de la función pública es que permitirá conocer el nuevo mapa político-parlamentario con antelación, de tal manera que quien sea finalmente elegido en la presidencia de la República, sepa cuál es la nueva correlación de fuerzas políticas con la que tendrá que coexistir desde el inicio del quinquenio. Está visto que ninguna de las diez o doce bancadas que probablemente tengan asiento en el nuevo Parlamento tendrá mayoría de votos, y al próximo gobernante le deberá importar saber quién es quién en el Congreso y si tiene –al menos– 44 votos a su favor para despejar el fantasma de una eventual vacancia presidencial.

Como dijo un excanciller e intelectual peruano del siglo XIX: que la política en el Perú no sea nunca más ese laberinto capaz de enredar al propio diablo.