Por los animales, por José Álvarez Alonso
Por los animales, por José Álvarez Alonso
Redacción EC

Me llamó la atención un curioso círculo de plumas de gaviota clavadas en la arena, en una de las playas del sur de Lima. En medio se acostaba un bello ostrero de pico rojo. Mi oxidada profesión de ornitólogo me incitó a acercarme para ver si el ave quizá estaba herida y se podría hacer algo por ella. El comportamiento del ostrero reveló que la situación era otra: comenzó a emitir su grito de alarma y, al levantarse, observé que protegía debajo de su vientre dos preciosos huevos moteados.

Un salvavidas me informó que unos niños marcaron el nido con el círculo de plumas para evitar que la gente los pisase. Los solícitos padres los continuaron incubando en medio del trajín de los bañistas. Me sorprende mucho esta tolerancia de la gente hacia las aves, pero aun más la de las aves hacia la gente, pues por miles de años los hombres han depredado los nidos de estas y otras aves terrestres y marinas. Igual de sorprendente fue ver que en el lago de Yarinacocha, en las afueras de Pucallpa, miles de garzas de varias especies y cormoranes se aposentaban a dormir en la orilla de la cocha, muy cerca de la población. Las aves no mostraron recelo alguno al paso de nuestro bote, lo que demuestra que la gente las respeta. Años atrás, tanto los ostreros en la costa como las garzas de la selva no la hubiesen pasado tan bien... Algo está cambiando en el Perú respecto a los animales, y para bien.

“Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales”, dijo cierta vez ; mientras afirmaba: “Quien es cruel con los animales no puede ser una buena persona”. Ciertamente, el avance de una sociedad en civilización y en humanismo se puede medir por su respeto a la naturaleza y, concretamente, a los animales. 

Pese a que la crueldad con los animales fue común en sociedades antiguas, aún quedan rezagos en algunas. Para celebrar el Día Internacional de la Vida Silvestre (3 de marzo), el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) y el Ministerio del Ambiente (Minam) organizaron un conversatorio sobre la problemática de la fauna silvestre en el Perú, al que asistieron unas 150 personas, principalmente jóvenes. Los panelistas disertaron sobre el grave problema del tráfico de animales silvestres para mascotas y para alimento, esto especialmente en las ciudades de la selva. 

Aunque sin duda hemos avanzado algo, falta mucho por hacer hasta que lleguemos a extirpar el tráfico de animales silvestres, especialmente amazónicos, que degrada nuestros ecosistemas y priva a los indígenas de una importante fuente de proteínas. El tráfico de animales silvestres ocupa el tercer lugar entre las actividades ilícitas más rentables del mundo, luego de las drogas y las armas, y mueve más de 20 mil millones de dólares al año.

El hombre necesita para su equilibrio social y emocional del contacto con los animales: por cientos de miles de años hemos interactuado con ellos cotidianamente, hemos evolucionado con ellos, los hemos domesticado y, en cierto modo, hemos sido domesticados por ellos. Nos relajan, nos emocionan, hacen más llevadera nuestra vida urbana. Esto es más importante aun en las grandes urbes, donde el contacto con la naturaleza es mínimo y la gente sufre lo que algunos expertos llaman “trastorno por déficit de naturaleza”, que llega a afectar el comportamiento. Somos más humanos cuanto más amamos y más nos relacionamos con los animales.