Federico  Prieto Celi

Él fue un gendarme de policía rural. Ella, una cocinera profesional, que trabajó en pequeños hoteles y en la pastelería de su padre. Este matrimonio alemán, que vivía en un pueblo de Baviera, tuvo dos hijos y una hija. Los dos varones se ordenaron sacerdotes. La hermana se dedicó a cuidarlos. El sacerdote mayor, Georg Ratzinger, graduado de músico eclesial y compositor, asumió en 1964 el cargo de director del Coro de la Catedral de Ratisbona. Murió en el 2020, a los 96 años. El sacerdote menor, Joseph Ratzinger, acaba de morir el 31 de diciembre del 2022. Ha sido el 265° de la Iglesia Católica, desde el 19 de abril del 2005 hasta su renuncia, el 28 de febrero del 2013. Después fue Papa emérito. Sus últimas palabras antes de morir fueron “Jesús, te amo”, dichas en alemán.

A la Iglesia Católica le da lo mismo que el obispo de Roma sea un príncipe de la nobleza vaticana, como Pío XII, o un sacerdote de origen pobre, como Lo primero que hay que destacar, pues, es su origen humilde, y su perseverancia en el estudio y en la enseñanza como profesor de teología, hasta ser nombrado arzobispo de Múnich y Frisinga, el 28 de mayo de 1977.

Su sacrificio para dejar de estudiar y enseñar a tiempo completo y acudir a Roma poco después, llamado por el Papapolaco Juan Pablo II, para ser Prefecto del Dicasterio de la Doctrina de la Fe, siendo ya cardenal, refleja claramente que Joseph Ratzinger estaba entregado a hacer la voluntad de Dios. Lo fue durante 23 años. Le tocó dirigir la redacción del catecismo de la Iglesia Católica, introduciendo el magisterio del Concilio Vaticano II; y dirigir la redacción del nuevo Código de Derecho Católico, que dejaba sin efecto el primero, publicado en 1917. Su relación con Juan Pablo II era fluida, se entendieron muy bien, el Papa profesor de moral; el cardenal, profesor de teología. El cardenal Ratzinger denunció la dictadura del relativismo y el hecho de que millones de personas vivieran como si Dios no existiera.

A la muerte de Juan Pablo II, el Papa polaco que rompió la tradición multisecular de Papas italianos, el Colegio de Cardenales la tuvo difícil. Como cardenal decano, Ratzinger dio una homilía clara y fuerte, detallando los problemas de la Iglesia y las dotes que debería de tener el nuevo obispo de Roma. Como para que no lo elijiesen a él. Pero el Espíritu Santo sopla donde quiere. Los cardenales lo eligieron Papa. Los alemanes, tan golpeados en su subconsciente histórico por los sucesos de la Segunda Guerra Mundial, saltan de júbilo. Los católicos eligieron a un Papa alemán, el primero de los tiempos modernos.

Una vez más, debió renunciar a sus planes personales. Supo de su debilidad, pero resistió durante ocho años. Hasta que el médico le dijo que no viajara a Brasil para la Jornada Mundial de la Juventud. Entonces, Benedicto XVI consultó con su hermano la decisión que ya casi tiene formada de abdicar al papado. Su hermano estuvo de acuerdo. Escribió su renuncia en latín. Lo leyó en un consistorio donde se trató la materia de las canonizaciones de los santos. No sin antes decirles con toda modestia a los cardenales presentes que el anuncio que iba a dar era “importante”, para que no se fueran.

Anunció que se retiraba. Se fue a vivir en un pequeño departamento dentro de un monasterio, atendido por su secretario, un sacerdote alemán, después ordenado obispo, que trabaja en la Ciudad del Vaticano. Cumplió su propósito de rezar por la Iglesia y dejar a su sucesor que la gobernase.

Federico Prieto Celi es columnista de Diario Correo