"Algunos quieren hacer lo que prometió el Gobierno y lograr que el ‘brexit’ sea aceptado primero, incluso si eso significa compromiso. Los votantes, argumentan, recompensarán al Partido Conservador incluso si piensan que el acuerdo es imperfecto". (Foto: AP)
"Algunos quieren hacer lo que prometió el Gobierno y lograr que el ‘brexit’ sea aceptado primero, incluso si eso significa compromiso. Los votantes, argumentan, recompensarán al Partido Conservador incluso si piensan que el acuerdo es imperfecto". (Foto: AP)
Jenni Russell

La forma más sencilla de descifrar lo que está sucediendo en la política británica en estos días es no creer una palabra de lo que dice el primer ministro.

Ya sea que esté declarando que sacará a de la Unión Europea para el próximo jueves o que preferiría estar muerto en una zanja que pedirle una extensión a la Unión, o que el Parlamento ya ha respaldado su acuerdo: estas declaraciones políticas significativas y poderosas, entregadas con lo que parece ser una convicción total, han resultado ser mentiras.

Ese es el lente a través del cual se puede ver la última estratagema de: ofrecer a los miembros del Parlamento unos días más para analizar su acuerdo recientemente alcanzado con Europa, siempre que estipulen celebrar elecciones generales el 12 de diciembre.

Desde que Johnson se convirtió en primer ministro este verano, la pregunta a la que se enfrentó fue si sus ambiciones se cumplen mejor entregando y luego presionando para una elección como el hombre que tuvo éxito, o si sería más seguro ir a una elección con el ‘brexit’ como un destino convenientemente mítico, abierto a muchas interpretaciones reconfortantes y contradictorias.

Durante la semana pasada, desde que el Parlamento comenzó a debatir sobre el acuerdo de Johnson, pero luego dejó en claro que usaría su poder para enmendarlo sustancialmente, sus asesores más cercanos se han dividido por completo sobre la mejor estrategia. Algunos quieren hacer lo que prometió el Gobierno y lograr que el ‘brexit’ sea aceptado primero, incluso si eso significa compromiso. Los votantes, argumentan, recompensarán al Partido Conservador incluso si piensan que el acuerdo es imperfecto.

Johnson eligió, en cambio, responder con plazos y amenazas.

Por un lado, es importante reconocer esta demanda de elecciones como la pieza de teatro político que es. Su objetivo es reforzar el mito que Johnson ha estado construyendo –que él es la persona dispuesta y capaz de entregar ‘brexit’, y la única razón por la que no puede cumplirlo es la obstinación del Parlamento o los europeos que se interponen en su camino– y para distraerlo de sus propios fracasos.

Las dos promesas centrales de su liderazgo –que sacaría a Gran Bretaña de Europa a fines de octubre y que nunca solicitaría una extensión– se han revertido descaradamente esta semana. La razón por la cual su acuerdo está en problemas en el Parlamento no es la obstinación general, sino el hecho de que, en el momento en que los miembros tienen tiempo para examinarlo, la frágil coalición que podría votar se disuelve, ya que tanto la derecha, los moderados como los rebeldes de la oposición encontrarán elementos que no pueden soportar.

Por otro lado, verlo solo como teatro es perderse algo crucial: la lucha por celebrar elecciones antes o después del ‘brexit’ es más que lo que le da a Johnson la mejor oportunidad de ganar.

Una elección peleada después de que se acordó que el ‘brexit’ se daría caería en territorio ortodoxo. En una elección así, la única posibilidad de éxito de los conservadores sería presentar a los opositores como saboteadores, avivar el resentimiento y el populismo y provocar furia contra las élites de Westminster.

El mensaje no será de desacuerdo político legítimo sino de traición.

Es una estrategia completamente indiferente a los peligros que está inflamando, legitimando las sospechas y el odio que posteriormente no se pueden apagar. Ya esta semana un informe impactante sobre las actitudes del electorado muestra que, por primera vez, la mayoría de los votantes de ambos lados del debate sobre el ‘brexit’ dice que el riesgo de violencia contra los miembros del Parlamento es un precio que vale la pena pagar por el resultado del ‘brexit’ que apoyan. La mayoría espera y acepta que también tendrán lugar protestas violentas, en las que las personas resulten heridas.

También es de alto riesgo para el propio Johnson. Las elecciones, a diferencia de los referéndums, no son sobre elecciones binarias. Cummings, dicen los expertos, es ingenuo acerca de la distinción. Él y Johnson están apostando a que los votantes del ‘brexit’ respaldarán automáticamente a un primer ministro del ‘brexit’, pero en una elección las profundas lealtades tribales y los problemas políticos aleatorios podrían desviar todos esos cálculos.

Nada de esto ha disuadido a Johnson todavía. En la búsqueda despiadada del poder personal, ha desatado mentiras, rabia y resentimiento sin pensarlo dos veces. Afirma que después del ‘brexit’ quiere unir a Gran Bretaña. Es otro de sus atroces engaños. En cambio, está desarmando deliberada, egoísta e imprudentemente el país.


–Glosado y editado–

© The New York Times