Se espera una dinamización de la economía a través de las medidas establecidas por el gobierno.
Se espera una dinamización de la economía a través de las medidas establecidas por el gobierno.
Carlos Casas Tragodara

Así como una manguera debe ser usada para apagar incendios, la política económica debe ser usada para estabilizar el ciclo económico. ¿Qué significa lo anterior? Que cuando la economía va lenta la política monetaria y la fiscal deben ser utilizadas para contrarrestar la caída y viceversa. La pregunta que se hace la gente es: ¿cuál es más efectiva? El consenso actualmente es que la política monetaria tiene un efecto inmediato sobre el ciclo económico, mientras que la fiscal tiene problemas para impactar en el corto plazo. El problema con la política fiscal es que aumentar el gasto o disminuir los impuestos no es tan fácil. Mucho más fácil es mover la tasa de interés, que es la herramienta de la política monetaria.

En el Perú hemos visto en el último año lo difícil que es implementar medidas de política fiscal. En primer lugar, se propuso reducir el porque ello iba a llevar a una dinamización de la economía. ¿Se logró? La respuesta, como todos sabemos, es negativa y se perdió mucho tiempo en la discusión de la norma que al final se promulgó como un saludo a la bandera y nada más porque nadie confiaba en que se cumplieran los supuestos bajo los cuales se podría reducir el impuesto.

En paralelo, se llevó a cabo una reducción del gasto fiscal en la última parte del año pasado que fue contradictoria con lo que se anunciaba –que la política fiscal sería la dinamizadora del crecimiento–. Eso dejó desconcertados a muchos agentes y unidades ejecutoras. Por otro lado, se elevó la tasa del Impuesto a la Renta, en teoría, para compensar la caída en recaudación que se iba a dar si se reducía el IGV. Como esto no sucedió, el resultado final fue una elevación de la carga tributaria para las empresas formales y no pequeñas, que son las que pagan la mayor parte de los impuestos.

Desde el punto de vista del gasto, vemos que el único gran cambio –aparte de la reducción del año pasado– es que se reemplazó el SNIP por un nuevo sistema llamado , que busca hacer más eficaz el gasto en inversión. Existen algunas dudas respecto a si esta reforma será positiva. Yo quiero creer que sí, pero los resultados se verán en el mediano plazo.

Lo narrado hasta aquí muestra la complejidad de llevar a cabo la política fiscal. No dudamos de las buenas intenciones de los que estuvieron a cargo de la política fiscal en estos últimos doce meses. Creemos que hubo un error de diagnóstico y luego de implementación. El cambio de mando en el puede significar una mejora de la política fiscal, pero debemos ser cautos en esperar los resultados.

Nadie responsable puede jugar a ser general después de la batalla y hacer leña del árbol caído. Las decisiones de política económica se toman con información incompleta y para su éxito se necesita un poco de suerte también. En este caso, lamentablemente para todos nosotros, el MEF no la tuvo. Esperemos que nuestra mala suerte cambie y se haga un mejor diagnóstico y se tomen medidas coherentes.

La política monetaria debe estar coordinada con la fiscal para asegurar la máxima efectividad. Para algunos, la reacción a través de la reducción de la tasa de interés de referencia ha sido tardía. La política monetaria debe ser más activa y no tan conservadora. Con varios años en que la inflación se ha salido del rango meta quizás sea razonable aumentar la inflación objetivo, digamos, a un 3% como centro del rango y así evitar perder credibilidad (lo que es crucial para un banco central). Es importante contar con un Banco Central de Reserva creativo y flexible para evitar que el crédito se contraiga, lo que nos haría caer en una espiral recesiva que nadie desea. Se requiere un rol mucho más activo.