Ilustración: Víctor Aguilar
Ilustración: Víctor Aguilar

En das pasados, este Diario public una columna de opinin del seor Gonzalo Prial, en la que se refiere a aquellos que preconizan la responsabilidad en el gasto pblico en infraestructura como pesimistas o asustados. Esto luego de mis declaraciones en el programa La hora N que conduce Jaime de Althaus.

Su discurso no es nuevo en la historia nacional. Todo lo contrario: es viejo. Lo que ms me sorprende es que an hoy se siga utilizando. La premisa de su razonamiento es que toda deuda que contraiga el Estado por cuenta de la nacin para construir infraestructura producir una utilidad mayor que la deuda y sus intereses. Es decir, al construir cualquier infraestructura se hace un supernegocio.

La historia del Per nos prueba que no solo esta falacia ya se utiliz, sino que adems los resultados fueron funestos. Balta con los emprstitos de Dreyfus y los ferrocarriles de Meiggs. Legua con la obra pblica y la bancarrota de los bonos en Nueva York y finalmente Velasco con las empresas estatales y la deuda con los bancos extranjeros.

En los tres casos, las infraestructuras probaron no ser rentables como prometieron sus autores al momento de contraer la deuda pblica. Y en los tres casos, el Per cay en bancarrota, y en uno fue la causa determinante de la derrota en la guerra con Chile, los patriotas muertos y la prdida de Arica y Tarapac. Todo esto porque nos sobr el optimismo que hoy embarga al representante de la Asociacin para el Fomento de la Infraestructura Nacional (AFIN).

No crea que nuestros ancestros fueron incapaces. Basta leer los testimonios de aquella poca que tambin hacan un llamado a la razn y que usted, como los contemporneos de entonces, los llamaron pesimistas o asustados.

En los ltimos aos hemos visto que las megainversiones hechas por el Estado no solo no fueron la panacea que el gobernante de turno nos haba prometido, sino todo lo contrario. La pomposamente llamada Interocenica Sur cost el doble de lo presupuestado y tiene una rentabilidad financiera negativa. Pero, adems, una rentabilidad social peor que negativa: desastrosa. Sirvi para destruir la regin de Madre de Dios.

Lo mismo podemos decir de las tres ltimas megaobras efectuadas durante este gobierno: la refinera de Talara, la lnea 2 del metro de Lima y el gasoducto sur peruano. Todas pobremente estudiadas y con postor nico. Nunca atrajeron postores de todo el mundo como nos prometieron. La nacin tendr que pagar el precio de la debilidad de sus instituciones y los nicos beneficiados sern, como siempre, los constructores.

Lo nico cierto que tenemos es que la deuda pblica de la nacin peruana hoy alcanza al 23% del PBI. Que el Estado ha asumido obligaciones gracias a las asociaciones pblico-privadas(APP) de ms de US$20.000 millones que tendr que honrar en los prximos aos. El dficit del presupuesto este ao estar en 3% del PBI como mnimo y dudo que cualquiera sea el candidato que gane pueda bajarlo en los prximos cinco aos.

Dentro de cinco aos la deuda pblica alcanzar el 30% del PBI y ello a pesar del crecimiento que el Per pueda lograr durante dicho perodo. Esto en un contexto internacional sumamente complejo, negativo e impredecible, que nos obliga a redoblar la prudencia en el gasto pblico. Despus de todo, no es funcin del Estado apostar el crdito de la nacin sino ms bien velar por su estabilidad.

Recordemos que todas las bancarrotas del Per han sido gatilladas desde el exterior. AFIN ha logrado con sus cantos de sirena encandilarnos y confundirnos. Sea esta la famosa y billonaria brecha de infraestructura o la rentabilidad asegurada de cualquier infraestructura. Ahora bien, entiendo la postura del presidente de AFIN, ya que defiende sus ingresos y los de sus asociados. Despus de todo, cumple con su cargo.

El Estado y la nacin debemos mostrar madurez. El Per no debe ser un pas emotivo y catico. Debemos ser una nacin racional y disciplinada. Nos corresponde a nosotros actuar con responsabilidad y desor estos cantos de sirena que hoy son una invitacin al desorden y a la inestabilidad financiera.

El Per deber concentrar sus recursos en agua y saneamiento, educacin, seguridad y salud, sabiendo adems que deberemos cumplir con las obligaciones contradas por las APP ya firmadas.

Toda otra obra pblica deber ser postergada hasta que vuelvan los excedentes presupuestales. En las condiciones en que estn las cuentas nacionales, tampoco se puede estudiar o hacer el tnel trasandino. Es decir, hay que predicar con el ejemplo. Un manejo responsable de las cuentas nacionales garantizar la estabilidad del pas y, por ende, el sistema democrtico que es inseparable del desarrollo nacional.