(Foto: El Comercio)
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Guillermo Cabieses

Indecopi ha dirigido, producido y protagonizado una película de terror titulada “Intervencionismo como cancha”, que vaciará las salas de cine. Parece, además, que esto es el inicio de una saga de películas de horror, en las que la misma trama será vivida por distintos actores, teniendo siempre Indecopi un rol estelar.

Me refiero al reciente fallo mediante el cual la mentada entidad ha decretado que las personas puedan ingresar con alimentos distintos a los comercializados en los locales de dos de las varias cadenas de cine que hay en el mercado, violando así cuanto principio constitucional pueda nombrarse. Todo, en defensa del “derecho humano a la canchita barata”.

Gracias a esta resolución, los dueños de esos cines ya no podrán decidir qué se puede ingresar a sus locales. Mañana, seguramente, tampoco podrán decidir qué películas pasar. Pasado mañana, los dueños de discotecas, hoteles, coliseos, estadios tendrán que dejar que las personas lleven sus propias bebidas y alimentos. Los hospitales deberán permitir que las personas lleven su propia medicina. Esto por poner solo algunos ejemplos.

Este fallo es inconstitucional. No solo porque claramente vulnera el derecho de propiedad y la libre empresa, sino porque crea una barrera burocrática respecto de dos participantes de un mercado, poniéndolos en una situación de desventaja competitiva en relación con los demás. Se ha creado una ley con nombre propio, mediante una resolución administrativa. Es curioso cómo nadie sabe para quién trabaja. Indecopi, en teoría, fue creado para proteger a los consumidores, al proceso competitivo y a la propiedad intelectual. No obstante, con un solo fallo ha afectado gravemente a los tres.

Este fallo impide que los cines puedan, dentro de su estructura de costos, trasladar parte del precio de la entrada a la comida, por lo que tarde o temprano estos cines tendrán que subir los precios de los tickets para compensar esa pérdida. Es decir, el consumidor tendrá precios más caros.

Estos cines ahora están en desventaja respecto de los demás porque tienen que cumplir requisitos que, al no haber sido impuestos por ley, los demás no tienen que cumplir. ¡Qué importa la igualdad ante la ley! Es decir, ha creado una barrera burocrática que se aplica a unos pocos, falseando el proceso competitivo y dando ventajas a unos sobre otros.

Finalmente, esto generará que los cines sean una inversión menos atractiva, habrá menos oferta y, por lo tanto, precios más altos. Hoy la entrada es de las más baratas de la región. Si el cine es más caro, ¿qué sucederá? ¿La gente dejará de ver películas? No, comprará pirata. Es decir, Indecopi estará fomentando la piratería.

Increíblemente, Indecopi ha podido, con un solo fallo, violar todos los principios que busca tutelar. Ni ensayando habría podido hacerlo peor. ¡Mejor no me defiendas, compadre!

Sin embargo, eso no es lo más grave. Lo que realmente preocupa es que esto pueda difundirse y regresemos, por la vía de fallos administrativos o judiciales, a las oscuras épocas de la regulación de precios, el intervencionismo y la violación constante de los derechos de propiedad que tanto atraso y miseria trajeron a nuestro país en décadas pasadas. Triste sería que lo que defendemos en las urnas –la libertad– nos sea hurtado en los tribunales.

El costo de la libertad es su eterna vigilancia, como bien se dice. Hay que defenderla como cancha.

* El autor se encuentra vinculado a una de las empresas afectadas. Su opinión es estrictamente personal.