Empresas B y su forma distinta de ser exitosas
Empresas B y su forma distinta de ser exitosas
Elsa Galarza

La semana pasada, los equipos técnicos de Peruanos por el Kambio y Fuerza Popular reflexionaron sobre el tema del crecimiento verde para la economía peruana. La discusión fue muy cordial y aleccionadora, pues se entendió que el crecimiento verde no tiene que ver con temas específicamente ambientales (¿quién puede no estar de acuerdo con incorporarlos dentro de las propuestas electorales?), sino con políticas integrales de desarrollo: aquellas que incorporan el enfoque económico, social y ambiental. Es decir, es una forma de transitar hacia el desarrollo sostenible.

Lo positivo es que los planes de gobierno de ambas agrupaciones políticas coinciden con la necesidad de fortalecer y diversificar nuestra economía. Y reconocen también el rol central de algunos sectores: la agricultura y su relación con la gestión del agua, la minería y sus desafíos con la minería informal, la actividad forestal y la extracción sostenible de madera, la producción energética y la gestión de los residuos. Asimismo, los partidos mencionaron las nuevas oportunidades en energías renovables, bionegocios y turismo ecológico. Esto no solo porque son opciones ambientalmente necesarias, sino porque traen consigo mayor actividad económica, mejores empleos e incrementan el bienestar social. 

Hay que recordar que el Perú ha asumido compromisos internacionales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con las Naciones Unidas (ONU) y, recientemente, junto con 171 países, ha ratificado el Acuerdo de París sobre la lucha contra el cambio climático, donde se ha presentado la reducción voluntaria de emisiones de los gases de efecto invernadero al 2030. Adicionalmente, en el marco del acercamiento del Perú a la OCDE, nuestro país ha firmado su adhesión a la Declaración de Crecimiento Verde de este organismo. En paralelo, existen procesos nacionales en marcha como el Plan Bicentenario, el Plan Nacional de Diversificación Productiva y la Agenda de Competitividad, todos encaminados a lograr un crecimiento sostenible.

Cualquiera de las agrupaciones políticas que asuma el gobierno debe tener claro que el tránsito hacia el desarrollo sostenible implica que nuestras políticas públicas no solo deben promover el crecimiento económico, sino también el bienestar social y el uso eficiente de nuestros recursos. El modelo macroeconómico de crecimiento verde de largo plazo desarrollado en el Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP) por encargo de la ONU demuestra con cifras que, en un escenario de políticas como las actuales, si bien los indicadores económicos y sociales mejoran, la tasa de deforestación y el nivel de emisiones per cápita se incrementarán al 2030. 

Por ello, políticas verdes como incrementar el área de plantaciones forestales y de concesiones forestales maderables conllevan a un uso sostenible del suelo y del bosque, respectivamente. Pero también contribuyen a generar crecimiento económico y empleo, al obtener valor agregado de esta materia prima. Además, contar con más árboles en pie permite capturar carbono y disminuir las emisiones.
Las políticas de transporte público también pueden ser verdes. Esto en la medida en que promuevan la disminución del tiempo de viaje para la población, mejoren la productividad de los trabajadores, eviten la congestión vehicular y utilicen combustibles de fuentes limpias. 

Existe una variedad de políticas verdes que pueden ser implementadas. Será responsabilidad del próximo gobierno hacer que el crecimiento verde sea una herramienta que permita una ganancia de bienestar para toda la sociedad, a la vez que nos permita cumplir con nuestros compromisos internacionales y transitar por la senda del desarrollo sostenible.