Debate: ¿Es posible renegociar el contrato del gas de Camisea?
Debate: ¿Es posible renegociar el contrato del gas de Camisea?

A FAVOR

Camisea 88 vs. Camisea 56

- Carlos Herrera Descalzi -

Candidato al Congreso  por Acción Popular

En los contratos de larga duración suceden circunstancias que no afectan por igual a las partes que los suscriben. Las discrepancias entre las partes están dentro de lo normal. Por ello, cuando una parte se siente perjudicada, propone una modificación a la contraparte. Este proceso se resuelve a través de los mecanismos establecidos para ese fin: trato directo, arbitraje o acudiendo al Poder Judicial.

Asimismo, cuando el Estado es una de las partes es porque existen bienes o intereses públicos de por medio. Por eso, ante contratos que afectan el bien común, al Estado no solo le asiste el derecho sino también la obligación moral de pedir una renegociación y sujetarse a las reglas de juego. Renegociar no significa imponer ni expropiar, mucho menos confiscar.

Existen distintos contratos para cada lote del gas de Camisea. Cada uno cuenta con su propio yacimiento y proyecto. Los más relevantes son el lote 88 y el lote 56. A menudo, el segundo balancea sus falencias con las virtudes del primero.

El lote 88 fue ya objeto de tres renegociaciones: 1) previa a su suscripción, el 9 de diciembre del 2000, por el gobierno de transición; 2) para asignar parte de sus reservas para la exportación (vía Decreto Supremo 050-2005-EM); y 3) para recuperar sus reservas para el mercado interno y volver al contrato inicial y así asignar reservas al Gasoducto del Sur. 

Este lote permitió transformar la matriz energética peruana al aportar energía barata y limpia. El desarrollo del lote 88 se desenvolvió en un contexto legal creado luego de que Shell decidiera retirarse del proyecto a mediados de 1998, entre varias razones, porque el presidente Alberto Fujimori no aceptó dar una autorización escrita para la exportación del gas a Brasil. En términos del entonces presidente, enero del 2000: “Si exportáramos en esas condiciones, no tendríamos ningún beneficio y dejaríamos vacío el yacimiento de Camisea. Y ese no es el negocio”.

Por otra parte, el lote 56 es el de la exportación del gas. Su contrato fue aprobado por el Decreto Supremo 033-2004-EM. Logró lo que no le fue aceptado a Shell. La cláusula 8.2.9 del contrato por el lote 56 contiene una ingeniosa artimaña. Crea unos aparentes porcentajes de regalías de 30% y 38% para ser mostrados al público como mayores a los del lote 88, pero encubren los reales porcentajes. Para un rango de precios de US$2 a US$15 por millón de British Thermal Unit (BTU), los verdaderos porcentajes de regalía resultan entre 3% y 6,69%. No importa que el precio internacional sea alto o bajo: el Perú siempre recibirá un mendrugo por el gas. 

La exportación involucra una cadena de contratos: 1) entre Perú-Petro y el Consorcio Camisea, el cual permite la extracción de gas y líquidos del lote 56; 2) entre el Consorcio Camisea y Perú LNG; 3) entre Perú LNG y Repsol Comercializadora de Gas, por el cual Perú LNG vende gas ya licuefactado a Repsol (hoy sustituido por Shell) en puerto peruano; y 4) entre Repsol y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), por el cual Repsol vende a la CFE el gas, con entrega en Manzanillo (México). El Estado Peruano solo interviene en el primero. 

Al escribir estas líneas, el precio internacional (Henry Hub) está en US$1,62 por millón de BTU. Con ese precio, a toda la cadena (excepto al comercializador final y a la CFE) les conviene renegociar sus contratos porque están perdiendo dinero. Para ello, se necesita el respaldo del Estado.

EN CONTRA

Gas, retos pendientes

- Fiorella Molinelli Aristondo -

Candidata al Congreso por Peruanos por el Kambio

El Perú es uno de los principales productores de gas en la región. La actual producción de gas natural es 24 veces superior a la del 2003. En el 2015 logró 1.209 millones de pies cúbicos diarios (MMPCD) frente a los 51 MMPCD que registró en el 2003. Además, tenemos reservas probadas de 15 terapies cúbicos de gas. Estas cifras demuestran el impacto positivo que ha tenido Camisea en la matriz energética y las importantes reservas que tiene el país para desarrollar nuevos campos de producción.

Estos hechos requieren de la acción decidida del Estado para seguir impulsando este sector. Por un lado, promover el desarrollo de nuevos campos de gas natural que nos sirvan de respaldo y, por otro, impulsar la demanda interna para recibir los beneficios del gas.

En ese sentido, para el próximo gobierno los principales tres retos en esta materia serán: a) promover el desarrollo de la infraestructura para la masificación del gas natural, b) asegurar la infraestructura del transporte y c) promover el desarrollo de un complejo petroquímico integrado del Pacífico a base de criterios técnicos y económicos.

Para el primer reto, será sustancial reimpulsar y supervisar el cumplimiento de los proyectos de infraestructura para la masificación del gas, y acelerar y supervisar el avance de los ya concesionados. Estos proyectos beneficiarían a siete ciudades en el norte, diez en la región altoandina y cuatro en el sur. Movilizarán, respectivamente, 13,7 (norte), 5 (altoandina) y 5,5 (sur) MMPCD de gas natural, y traerán beneficios económicos para los peruanos.

Respecto del segundo reto, Transportadora de Gas del Perú (TGP) tiene el compromiso de ampliar su capacidad de transporte de gas natural hasta 920 MMPCD durante el primer semestre del 2016. Y el tercer reto es impulsar el desarrollo del complejo petroquímico para asegurar el suministro y transporte de insumos correspondientes a precios competitivos. 

En lo que concierne a la exportación, una de las principales razones de la caída del precio del gas ha sido el efecto del cambio tecnológico que ha marcado Estados Unidos en el mundo con el descubrimiento del shale gas a través de su técnica del ‘fracking’ para obtener el gas en grandes volúmenes, lo que lo ha llevado a ser una potencia mundial en la oferta del gas. 

Ello ha terminado de generar la caída del indicador Henry Hub a niveles de US$2,2 MMBTU. A ese precio termina afectándose la cadena de suministro (incluido el Gobierno Peruano, que recibe menos regalías por ello). Cuando se negociaron los contratos de venta entre privados para la exportación, nada hacía pensar que aquel destino sería el menos rentable hoy. También es difícil saber si dentro de diez años la situación será diferente.

En ese sentido, para cumplir estos desafíos, el Estado Peruano deberá promover el diálogo para que los agentes comercializadores del contrato de exportación del gas busquen una solución frente a la caída del precio del gas que sea económicamente viable para toda la cadena de suministro. Se deberá convencer a los participantes de la cadena de comercialización de obtener el gas desde otro suministro en Norteamérica que le resulte indiferente a México. Así, se podrá liberar a nuestro país de ese compromiso para destinarlo al mercado interno o para otros mercados con mejores precios en beneficio de toda la cadena.