“El juez debe aprender a administrar su soledad: esta lo daña si pretende aliviarla con notoriedad”. (Ilustración: Giovanni Tazza)
“El juez debe aprender a administrar su soledad: esta lo daña si pretende aliviarla con notoriedad”. (Ilustración: Giovanni Tazza)
Juan Monroy Gálvez

En 1992 Marc Dutroux fue liberado de una cárcel belga. Estuvo solo tres años a pesar de que fue sentenciado a trece por secuestro y violación. En 1993 había denuncias que lo sindicaban como un secuestrador que retenía niñas en el sótano de su casa y traficaba con ellas. La policía allanó su casa y no halló nada. En agosto de 1996 el Jean-Marc Connerotte, informado que Dutroux habría secuestrado a Laetitia Delhez (15 años) y conociendo el prontuario de Dutroux, irrumpió en su casa y rescató a Laetitia y a Sabine Dardenne (12 años). Al final serían las únicas sobrevivientes.

Contra la oposición de un sector de la policía y de personas muy influyentes que lucraban y satisfacían sus miserias con esos crímenes, Connerotte logró desmontar una red de pedofilia, deteniendo a Dutroux y a tres cómplices.

Durante el juicio oral se descubrió que en la fecha que la policía “allanó” la casa, allí estaban secuestradas Julie Lejeune y Mélissa Russo (ambas de 8 años), quienes murieron en el sótano en marzo de 1996. También se acreditó que An Marchal (17 años) y Eefje Lambrecks (19 años) murieron en cautiverio. Se probó que todas sufrieron torturas y abusos sexuales, antes de ser enviadas a otros países para prostituirlas. Asimismo quedó establecido que Dutroux tuvo apoyo de la policía y de hombres de negocios como Jean-Michel Nihoul, un siniestro pero importante empresario belga a quien se le siguió el juicio en libertad.

Connerotte no solo debió luchar contra los delincuentes sino contra los protectores de estos, logrando desentrañar una tenebrosa organización. Pronto se convirtió en héroe nacional. Estando el proceso en trámite, se organizó una cena benéfica a fin de obtener fondos para que los familiares de las víctimas pudieran ubicarlas y recuperarlas. Connerotte cometió el error de concurrir. La defensa de los procesados pidió su recusación y la obtuvo.

Fue dramático verlo llorar en el tribunal narrando los insultos, presiones y amenazas que soportó hasta descubrir el infierno que sufrieron las niñas. Y aunque la sociedad realizó manifestaciones en su apoyo y de rechazo creyendo que el poder mafioso lo había sacado, Connerotte reconoció que se equivocó cuando asistió a la cena.

Un juez puede tener o sobrevenirle incompetencia subjetiva para conocer un caso, es decir, ser incapaz de actuar válidamente en un proceso. Veamos con ejemplos cómo ocurre.

Un juez recibe por sorteo un caso donde el demandado es su hermano. Y aunque considere que ello no lo afecta, para el derecho es inaceptable que continúe. Esta incompetencia se llama impedimento y equivale a una prohibición. Si el juez no se aparta apenas recibe el caso, podría ser destituido.

Otro juez tuvo un conflicto con una persona y casi se agreden. Tiempo después ingresa a su juzgado una demanda contra esta. El juez puede considerar, o que el incidente no afectará su capacidad de juzgar o que sí porque guarda un mal recuerdo. Si decide seguir con el caso pero la persona del conflicto estima afectada la imparcialidad, le pedirá que lo deje. Este pedido es una recusación. En estas circunstancias la incompetencia es tan discutible que puede ocurrir lo siguiente: que el juez se mantenga en el caso pero sea recusado, o que decida pasárselo a otro juez pero este no acepte recibirlo. Ambas situaciones serán resueltas por un juez de grado superior.

Un juez metodista recibe una demanda de un correligionario (literalmente). Al estimar que esa relación afecta su idoneidad, se aparta y pasa el caso a otro colega. Ahora, si el juez que recibe el expediente considera que la razón para apartarse es insuficiente, se lo devuelve. Entonces un juez superior decide quién conduce el caso. Esta es una abstención.

A Connerotte la incompetencia le sobrevino. Ir a la cena afectó su imparcialidad, que es aquella calidad que lo ubicaba encima de las partes y sus abogados. Si un juez da entrevistas, utiliza las redes sociales o manifiesta, directa o indirectamente, posición sobre un caso a su cargo, desciende y ya no es idóneo para resolverlo. El juez debe aprender a administrar su soledad: esta lo daña si pretende aliviarla con notoriedad o lo trasciende si lo hace sensato y juicioso.