Después de la batalla, piensa en el Perú, por Eduardo Morón
Después de la batalla, piensa en el Perú, por Eduardo Morón

Empiezo parafraseando a Javier Marías, porque estos dos últimos meses han sido una batalla feroz por alcanzar la presidencia. Pero ahora que ya escogimos presidente nos toca a todos pensar en el Perú, en su gente, en sus problemas, en el futuro. Dar vuelta de página y empezar a pensar cuál será el equipo de gobierno, cuáles serán las tareas para el quinquenio y cómo se hará para implementar los cambios que permitan alcanzarlas.

A mi juicio, el foco inicial de este esfuerzo debe estar centrado en recuperar la velocidad de crecimiento de la economía. En esta oportunidad, a diferencia de lo que recibieron Alan García u Ollanta Humala, el próximo presidente no recibirá un impulso garantizado proveniente de la minería para sus primeros años de gobierno. Esta vez, el impulso se agotará este 2016 por la incapacidad de este gobierno de destrabar los proyectos mineros en curso. Sin un crecimiento económico robusto todo será más complicado para quien gobierne. Los límites fiscales serán más estrechos para cumplir –aunque sea en parte– lo ofrecido en la campaña; y el millón de jóvenes sin empleo y sin estudios seguirá ensanchándose y alimentando la ola de inseguridad ciudadana.

Para impulsar el crecimiento se necesitará un combo de optimismo y efectividad. La inversión privada deberá ver a un gobierno actuando y asegurando el ritmo de gasto público a pesar del cambio de ministros. Por ello, es esencial que la transición de gobierno se inicie cuanto antes. Los nuevos ministros ejecutarán un presupuesto que no diseñaron. El entorno internacional no nos va a ayudar, así que cada punto de crecimiento habrá que ganárselo a pulso. No hay mucho espacio fiscal tal como están las cosas y habrá que reprogramar ciertos gastos comprometidos para poner adelante lo que realmente se puede ejecutar. De otro modo, tendremos al Estado una vez más empujando en la dirección opuesta. Necesitamos un Ministerio de Economía y Finanzas comprometido a trabajar de la mano con las regiones.

Hay mucho que criticarle a este gobierno que sale, pero también hay políticas que han sido adecuadas y deben ser continuadas, porque la mejor reforma es la que se continúa en el tiempo, corrigiendo detalles y no cambiando la dirección de manera abrupta con cada cambio de ministro. Me refiero al trabajo del ministro Jaime Saavedra en Educación, reforma imprescindible para mejorar la competitividad de nuestra fuerza laboral. También está el silencioso trabajo del ministro  Piero Ghezzi en el Produce, mostrando cómo el Estado debe y puede trabajar de la mano con el sector privado para destrabar el proceso de crear una economía con motores diversificados. El poder de esta reforma se debe a que es la suma de corregir muchos pequeños errores que nos hacen menos productivos y más informales. El camino a ser un país desarrollado pasa por tener empresas que sean tan productivas como para competir con cualquiera del exterior.

Tenemos una lista de retos que no podemos dejar de enfrentar, como ver a nuestros hijos con anemia, a nuestros jóvenes sin trabajo, a las familias sin tranquilidad por la violencia en nuestras ciudades o por el frío extremo. La lista es larga y no debe abrumarnos. Lo fundamental es reconocer que tenemos tareas comunes: Ejecutivo y Congreso, partidos políticos y ciudadanos, oficialismo y oposición. Esas tareas comunes, esos propósitos comunes deben ponerse primero antes que buscar aquello que nos divide o escoger la ruta del populismo fácil. Los problemas de nuestro país no se arreglarán solos, se necesita de todos nosotros, de nuestro esfuerzo colectivo. No escojamos dividir sino construir. Nuestra democracia se construye con nuestras acciones, no con nuestras palabras. Es momento de hacer, y de ayudar a hacer.