El 77% de las personas con discapacidad, en edad de trabajar, se encuentran inactivas, según el INEI. (Foto: USI)
El 77% de las personas con discapacidad, en edad de trabajar, se encuentran inactivas, según el INEI. (Foto: USI)
Carlos Ríos Espinosa

“Quiero ser una ciudadana como cualquier otra”, les dijo María Alejandra Villanueva, una joven peruana con síndrome de Down, a mis colegas de hace siete años. Gracias a las innovadoras reformas legales adoptadas este mes en el Perú, las personas con , como María Alejandra, están significativamente más cerca de alcanzar ese sueño de convertirse en ciudadanos con plenos derechos.

Los prejuicios y el estigma son algunos de los principales contribuyentes a la discriminación y la exclusión de las personas con discapacidad. A menudo, la ley tampoco se exime de culpa. En mi trabajo como defensor de los derechos de las personas con discapacidad, todavía encuentro leyes que las describen como incapaces o, peor aun , como “idiotas” o “retrasadas mentales”. El daño provocado por muchas leyes va más allá al evitar que muchas personas con ciertos tipos de discapacidades tomen decisiones personales básicas, como casarse, votar, alquilar un apartamento o abrir una cuenta bancaria: muchos países designan a un tutor para que tome todas las decisiones en nombre de esa persona, incluso si, con el apoyo adecuado, sería capaz de elegir por sí misma.

El Perú ha dado un paso audaz para poner fin a esta exclusión legal. Después de ocho años de debates en los que participaron legisladores, organizaciones de personas con discapacidad, defensores del pueblo, expertos en derechos humanos y grupos independientes, el presidente Vizcarra promulgó un proyecto de ley integral que reconoce inequívocamente a todas las personas, independientemente de su discapacidad, como titulares de los mismos derechos. Todas tienen capacidad jurídica completa; es decir, el derecho a tomar decisiones por sí mismas.

Las reformas en el Perú también incluyen un sistema de apoyo para que las personas con discapacidad que lo deseen tomen decisiones importantes con asistencia. Esta le serviría como ayuda para comprender las decisiones legales y sus consecuencias. No significará, sin embargo, representación legal o que otra persona elija por ellas. La persona que solicita asistencia define su alcance, duración y propósito.

En casos excepcionales, cuando la discapacidad de una persona le impide comunicar sus preferencias, un juez civil puede designar a alguien cercano para proporcionar apoyo en base a la mejor comprensión posible de su voluntad. Esta persona puede aprovechar factores como su conocimiento de la historia de un individuo y decisiones pasadas. Existen medidas de seguridad para prevenir el abuso u otra influencia inapropiada.

Significativamente, la reforma se aleja por completo de las perspectivas paternalistas y condescendientes que consideran que las personas con discapacidad siempre deben ser protegidas. Es un ejemplo de apoyo en la toma de decisiones que también tiene como objetivo otorgar a las personas la libertad de cometer errores y experimentar el riesgo.

La reforma de la capacidad legal en el Perú honra la autonomía individual y la dignidad. Personas como María Alejandra, quien deseaba tener los mismos derechos que los demás, como votar, tener un trabajo o recibir su herencia, ahora los tienen. Millones como ella esperan que sus países en América Latina y en todo el mundo sigan su ejemplo.