El día que rescataron a los 71 rehenes de la embajada de Japón - 14
El día que rescataron a los 71 rehenes de la embajada de Japón - 14
Carlos Tello Aliaga

Ingresé a la Marina de Guerra del Perú muy joven, con la ilusión de navegar por el mar de Miguel Grau y conocer los puertos del Perú y del mundo. Pero el día que me gradué como alférez de fragata me entregaron junto con mi espada –símbolo de mando– un revolver para mi protección. El Perú estaba en guerra interna. Años más tarde, luego de un exigente entrenamiento, logré calificarme como oficial infante de marina. Es así que, como comandante de la Unidad Especial de Combate (UEC), unidad antiterrorista de la Marina, conformé junto a otros 43 infantes de marina la Patrulla Tenaz.

Al presentarse la toma de rehenes en la embajada de Japón por el MRTA, esta unidad de combate era la única unidad antiterrorista debidamente organizada, equipada y entrenada, con capacidad de ejecutar operaciones de rescate de rehenes en el ámbito nacional. Tenía más de 10 años de creación y experiencia; esta última fue compartida con nuestros camaradas los comandos del Ejército y, sin duda, fue fundamental para el éxito de la operación de rescate.

El día 22 de abril de 1997 a las 15:23 horas, mediante una certera detonación activada por explosivistas infantes de Marina, se inicia la recuperación de la residencia. Ingresaron de manera sincronizada 141 comandos del Ejército y de la Infantería de Marina organizados en equipos de Seguridad, Asalto y Francotiradores.

Uno de los equipos que se encargó de ingresar por la puerta de acceso al balcón del segundo piso sufrió una demora debido a la proximidad de unas raíces de un árbol en su punto de salida asignado. Esto ocasionó que entre en acción el equipo de reserva, comandado por el comandante Juan Valer, quien se percató de la falta de presencia del equipo dirigido a entrar por esa zona, y sobrepasó a su equipo al ver la presencia de rehenes tratando de salir por la puerta. En esos momentos, desde el interior del cuarto, uno de los terroristas disparó una ráfaga de fúsil hacia el comandante Valer, impactándolo junto a uno de los rehenes. Esta acción motivó el ingreso decidido del resto de su equipo, permitiendo que la mayoría de rehenes pudiese salir con vida.

Simultáneamente, otro equipo trató de ingresar a los cuartos del segundo piso a través del pasadizo central, acción en la cual fue impactado el teniente Raúl Jiménez, quien cayó herido en ese pasadizo.

El equipo continuó con la misión, tornándose la situación aún más difícil, debido a que uno de los terroristas arrojaba granadas de guerra hacia el pasadizo. En momentos que un compañero trató de auxiliar al teniente Jiménez, una explosión le hizo perder la pierna e hirió considerablemente al resto del equipo, sacándolos fuera de combate. Es en esas circunstancias que perdió la vida el comando Jiménez y pasó a la inmortalidad como Héroe de la Pacificación.

Se continuó con la operación de acuerdo al plan establecido. Se logró el control del último punto de resistencia mediante la colocación en el techo de una carga explosiva improvisada, luego de aproximadamente 23 minutos de combate, habiéndose finalmente logrado el objetivo de rescatar con vida a todos los rehenes. Lamentablemente, producto de las heridas ocasionadas por los delincuentes terroristas, el vocal de la Corte Suprema Carlos Giusti perdió la vida durante su evacuación al hospital.

Como se conoce gracias a información de inteligencia filtrada por el almirante Luis Giampietri, quien era uno de los rehenes dentro de la embajada, los terroristas amenazaron con volar la residencia en caso las fuerzas del orden trataran de ejecutar alguna acción militar. Colocaron una serie de artefactos explosivos alrededor de la residencia en zonas restringidas al tránsito de los rehenes y otras que eran activadas en la noche. Además, todos contaban con fusiles AKM, sub-ametralladoras UZI, lanzagranadas antitanque RPG, explosivos militares y granadas de guerra.

También tenían un plan de reacción, ejecutado durante el asalto: cada terrorista tenía la orden de ejecutar a un rehén principal, lo cual era ejercitado a diario y a cualquier hora del día.

Todos éramos conscientes de que el asalto iba a ser de corta duración pero de alta intensidad, tal como lo demostraron el alto número de bajas propias (aproximadamente 25 comandos). Estos fueron estabilizados casi inmediatamente dentro de la residencia y en pleno combate, gracias al valor de nuestros médicos militares.

Si bien al final de esta operación se logró el objetivo, nos acompaña a todos nosotros sentimientos encontrados debido a que la felicidad no pudo ser completa: murieron dos valerosos comandos, un rehén, y otro grupo de peruanos mal encaminados que, producto de su ignorancia, fueron conducidos con engaños a este fin.