"Si se mantienen y amplían estos esfuerzos, se lograría conducir a un crecimiento exponencial del espíritu empresarial entre las mujeres". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"Si se mantienen y amplían estos esfuerzos, se lograría conducir a un crecimiento exponencial del espíritu empresarial entre las mujeres". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Reina Irene Mejía

Existe un consenso creciente en que la recuperación económica tras la no será posible sin medidas específicas para fomentar la participación laboral de las mujeres. Además de la ayuda a millones de ellas que fueron despedidas o que necesitan nuevas habilidades para regresar a su empleo, los gobiernos no deben descuidar a las emprendedoras. En y el Caribe, alrededor de 1,3 millones de pequeñas y medianas empresas (pyme) están dirigidas o son propiedad de una mujer, casi una de cada tres de todas las pymes.

Incluso antes del , estas compañías enfrentaban barreras, siendo la principal el acceso al crédito como consecuencia de los prejuicios de .

Estos obstáculos son dañinos para aquellas que emprenden en tecnología. Esta categoría venía creciendo en América Latina y el Caribe antes del 2020, aunque desde una base muy pequeña. BID Lab, el laboratorio de innovación del , publicó el año pasado los resultados de una encuesta de 405 empresas emergentes enfocadas en áreas tecnológicas, lideradas por mujeres en 25 países de América Latina y el Caribe. Estos revelaron que más del 80% puso en marcha su empresa durante los cinco años anteriores y casi el 70% ya había contratado entre 2 y 10 empleados.

Cuando se les pidió que clasificaran las mayores dificultades para iniciar y hacer crecer sus negocios, casi dos tercios de los encuestados señalaron las trabas para obtener capital. Al igual que las emprendedoras de todo el mundo, las participantes de la encuesta dependían en última instancia del financiamiento de fuentes del “círculo íntimo” (44% del total) o de inversionistas ángeles, aceleradoras o incubadoras (43%). Si bien la oferta de capital de estas fuentes ha aumentado lentamente en los últimos años, sigue estando drásticamente por debajo de la demanda. Según un estudio global de la Corporación Financiera Internacional, en América Latina y el Caribe la brecha financiera para las pymes lideradas por mujeres es de al menos 93.000 millones de dólares.

La buena noticia es que las empresarias han superado estos obstáculos. Alentar a más mujeres a seguir este camino requerirá un esfuerzo unificado de los sectores público y privado. Los gobiernos pueden replicar o ampliar iniciativas en beneficio de estas como la del Bancoldex de Colombia (línea de crédito especial) o el programa del Banco Nacional de Desarrollo de México (préstamos de capital de trabajo a empresas con propietarias). Asimismo, deberían proporcionar financiación directa a las asociaciones de empresarios y de capital de riesgo locales que estén dispuestas a dirigirse a las empresas emergentes de propiedad de mujeres.

Los centros nacionales de ciencia e innovación podrían adoptar objetivos específicos para fomentar las compañías dirigidas por mujeres. Con ese espíritu, Chile se ha asociado recientemente con el BID y Laboratoria.

Otro tema importante es la ampliación de los programas de educación y formación. Mediante el Programa WeForLAC, el BID está trabajando con Honduras para ofrecer capacitación a 3.500 empresas lideradas por mujeres y apoyar la transformación digital de 800 de ellas. Las autoridades hondureñas también están implementando políticas para garantizar entornos seguros y libres de violencia.

La comunidad de capital de riesgo de la región también debe contribuir a este objetivo. Los fondos de capital de riesgo y las aceleradoras deberían involucrar a más mujeres en sus comités de inversión y paneles para concursos, mientras invierten en más empresas que ofrezcan pólizas progresivas de vida/trabajo, teletrabajo y cuidado infantil.

Recientemente, BID Invest, el brazo privado del Grupo BID, emitió el primer bono social de género: es una emisión propia, que se suma a las que hemos hecho en el pasado con nuestros socios de instituciones financieras y es el primero emitido por un banco multilateral. Los fondos recaudados financiarán proyectos destinados a impulsar la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer en la región.

Si se mantienen y amplían estos esfuerzos, se lograría conducir a un crecimiento exponencial del espíritu empresarial entre las mujeres, creando oportunidades y prosperidad para las comunidades de todo el hemisferio.