"Dado que el “orden basado en reglas” nunca se define adecuadamente, la afirmación de Estados Unidos de defenderlo nunca puede ser refutada" (Ilustración: Giovanni Tazza).
"Dado que el “orden basado en reglas” nunca se define adecuadamente, la afirmación de Estados Unidos de defenderlo nunca puede ser refutada" (Ilustración: Giovanni Tazza).
Peter  Beinart

Cualquiera que se esfuerce en escuchar la palabrería diplomática dicha la semana pasada durante el viaje inaugural al extranjero del presidente Biden notará esta frase una y otra vez: “basado en reglas”. Aparece dos veces en la declaración conjunta de Biden con el primer ministro Boris Johnson de Gran Bretaña, cuatro veces cada una en los comunicados que emitió con los gobiernos del Grupo de los 7 y la Unión Europea, y seis veces en el manifiesto elaborado por la OTAN.

El “orden basado en reglas” es un señuelo. Es una forma de eludir la pregunta que los demócratas deberían hacerse: ¿por qué Estados Unidos no defiende el derecho internacional?

Aunque ahora se dirige principalmente a China y Rusia, la frase “orden basado en reglas” comenzó como una crítica a los republicanos. Como ha detallado Paul Poast, de la Universidad de Chicago, el término ganó popularidad después de que George W. Bush invadió Irak sin la aprobación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, lo que ejemplificó su desprecio general por las restricciones internacionales al poder estadounidense.

El “orden basado en reglas” se convirtió en la abreviatura de la alternativa demócrata. Y después de que Rusia anexó Crimea en 2014, y China en 2016 burló un fallo internacional contra sus reclamos expansivos en el Mar de China Meridional, la frase cobró nueva vida como una forma de distinguir a Estados Unidos de sus desafiantes cada vez más asertivos. Un propósito clave de la política exterior estadounidense, explicó el mes pasado el secretario de Estado Antony Blinken, es “mantener este orden basado en reglas al que China está desafiando”.

Está bien, pero ¿qué reglas, exactamente, está defendiendo Estados Unidos? Los funcionarios de la administración de no lo dicen. De hecho, nunca definen claramente el término. Discutir sobre frases como “orden basado en reglas”, ha señalado el politólogo Patrick Porter, es como “luchar con la niebla”.

Ese es exactamente el punto. Dado que el “orden basado en reglas” nunca se define adecuadamente, la afirmación de Estados Unidos de defenderlo nunca puede ser refutada.

Sin embargo, hay una frase relacionada con un significado mucho más claro: “derecho internacional”. Durante décadas, diplomáticos y académicos de todo el mundo lo han utilizado para abarcar las reglas escritas y no escritas que gobiernan el comportamiento de las naciones. Y es precisamente porque el derecho internacional está mucho mejor definido que los funcionarios de Biden, cuando hablan únicamente en nombre de Estados Unidos, lo usan mucho menos.

El derecho internacional es controvertido y frágil, y no todos los países le dan la misma forma. Pero a diferencia del “orden basado en reglas”, no es puramente una creación estadounidense, lo que significa que ofrece algún estándar independiente contra el cual evaluar el comportamiento estadounidense. Para muchos republicanos de la era Trump, eso es lo que lo hace pernicioso. Poner a “Estados Unidos primero” significa liberar a los estadounidenses de la necesidad de preocuparse por lo que piensan los no estadounidenses.

Esa no es la opinión de la administración de Biden. Biden y sus principales asesores reconocen que la legitimidad internacional constituye una forma de poder. Quieren desesperadamente que los aliados de Estados Unidos, y los votantes estadounidenses vean el comportamiento de Estados Unidos en el extranjero como menos caprichoso y menos depredador que el comportamiento de los principales rivales de Estados Unidos. Simplemente no están dispuestos a someter esa propuesta a ninguna prueba que no sea la que Estados Unidos escribe.

Es por eso que es probable que sus esfuerzos solo obtengan un éxito modesto. Sí, los no estadounidenses tienen ahora más confianza en que Estados Unidos hará “lo correcto” a nivel internacional que cuando Donald Trump era presidente. Pero según una encuesta de la Alliance of Democracies Foundation realizada recientemente en 53 países, las personas de todo el mundo todavía ven a Estados Unidos como una amenaza mayor para la democracia en su país que China o Rusia. Si los demócratas preguntaran regularmente si las acciones de Estados Unidos violan el derecho internacional, encontrarían ese sentimiento más fácil de entender.


–Glosado y editado–

© The New York Times