(Ilustración: Giovanni Tazza).
(Ilustración: Giovanni Tazza).
Laura Balbuena

En el 2016 surgió el hashtag #MiPrimerAcoso en Twitter promovido por la activista colombiana Catalina Ruiz-Navarro que recibió cientos de mensajes de mujeres de toda Latinoamérica contando sus experiencias sobre la primera vez en que fueron acosadas. Según Ruiz-Navarro, la edad promedio en que el se inició para estas mujeres (por parte de gente que las conocían y eran de su entorno inmediato) fue a los 7 años.

Desde esa temprana edad, las niñas aprenden a convivir con el acoso y crecen en un estado continuo de autodefensa. Las mujeres en todas las etapas de su vida deben pensar cada acción que realizan detenidamente antes de actuar (a diferencia de los hombres) desde qué se va a poner para salir (para evitar el acoso), si corresponder el saludo a un colega (no lo vaya a malinterpretar), aceptar un trago (quizás tenga droga), recibir un aventón de un amigo (¿y si se sobrepasa?), hasta mostrarse desnuda ante la persona que quiere (no vaya a sacar fotos o un video y pasarlo luego en redes como venganza si la relación no prospera).

Ese mismo año surgió otra figura en Internet: el ‘soldado caído’. La foto de un joven con un inmenso oso de peluche esperando a la salida del Metropolitano a la chica a la que quería declarar su amor en San Valentín se volvió viral y fue material para muchos memes. Luego de esto, se habló de los ‘soldados caídos’ no solo como los hombres de diferentes edades que subían sus fotos al Facebook mostrando cómo fueron rechazados, sino también de los que atacaban a mujeres con la justificación de la negación de ellas a iniciar o continuar una relación. La Policía Nacional del Perú incluso sacó un meme en su página de Facebook que fue viral ese año. Su publicación decía: “Insistir y fracasar en el intento no te hace un soldado caído, sino un acosador”, dando los números de teléfono del Ministerio Público, así como la línea 100 del Ministerio de la Mujer. El meme señalaba: “Te diremos qué es lo que debes hacer cuando termina una relación y la otra persona ya no quiere saber nada de ti: entender que no es no”. El meme de la PNP reconocía la relación entre acoso y violencia de género. La violación y el son una consecuencia extrema del acoso sexual. El último ‘soldado caído’ no esperó a su ‘amada’ (léase a su obsesión) con un enorme oso de peluche, sino que la siguió hasta el bus donde ella viajaba y le prendió fuego (junto a otras diez víctimas colaterales). Carlos Javier Hualpa Vacas acosó a Eyvi Liset Ágreda Marchena por semanas antes de atacarla. Antes de la violenta agresión, según algunas personas que estaban en el bus, Hualpa le gritó: “Si no eres para mí, no serás para nadie”. Interrogado por la policía, Hualpa comentó que su intención fue quemarle el rostro, no todo el cuerpo.

La filósofa italiana Adriana Cavarero ha acuñado el término ‘horrorismo’, que cambia el enfoque del perpetrador que tiene el término ‘terrorismo’ hacia la vulnerabilidad de la víctima y el horror que esta vive. El perpetrador se alimenta de este horror paralizando a la víctima. El ‘horrorismo’ sexual es una consecuencia de un continuo acoso sexual sumado a la inseguridad en la que se encuentran las mujeres. Aun cuando se denuncia el acoso, las autoridades y la sociedad no reaccionan ante los pedidos de ayuda. ¿Por qué se puede escalar a este nivel de violencia? Porque se puede. Porque la justicia deja libres a agresores como Adriano Pozo. Ergo, el mensaje que se emite es el de impunidad ante quien agrede a una mujer. El acoso que sufren mujeres (indistintamente de su edad o vestimenta) se incrementará en feminicidios mientras la sociedad y el Estado sigan sin defenderlas desde el primer momento en que son acosadas.