No se puede financiar todo lo que se promete, por Carlos Casas
No se puede financiar todo lo que se promete, por Carlos Casas
Carlos Casas Tragodara

El país ha logrado una sólida posición fiscal que ha costado muchos sacrificios y disciplina. Este esfuerzo no ha sido entendido cabalmente en muchos casos, pero todos celebraron cuando se logró el grado de inversión. Tanto así que hoy existe un consenso tácito de preservar esta categoría de riesgo.

En el Perú todo es posible, pero hasta el momento no se aprecia ninguna propuesta que quiera patear el tablero y echar al traste lo logrado. No creo que ningún gobierno desee pasar a la historia como aquel que perdió el grado de inversión para los títulos de deuda emitidos por nuestro país.

Por ello es importante revisar las propuestas incluidas en los planes de gobierno presentados por las principales agrupaciones políticas y el riesgo fiscal de las propuestas incluidas. Un primer punto que debe mencionarse es que existen algunas inconsistencias en todos los programas. La más importante es que si realizan todo lo que prometen, nuestra situación fiscal se deterioraría rápidamente debido al gasto importante que implicaría cumplir con las promesas. 

De allí la importante pregunta –y una que siempre todo Ministerio de Economía hace a quien pide dinero–: ¿cómo priorizarías tus propuestas? La idea no es tener un listado de lavandería y querer que todo se financie. Por ello es importante que se haga un ejercicio que establezca los plazos y la secuencialidad de las medidas. 

Esto será importante en el corto plazo, ya que los recursos fiscales no crecerán como en la década pasada, por lo que las propuestas deben ser seleccionadas en función a un análisis costo-beneficio riguroso. 

El problema es que ante la desaceleración todas las agrupaciones prometen recuperar el dinamismo. Por ello, el diseño del plan de reactivación debe ser como una operación de alta cirugía: efectiva, rápida y sumamente detallada. Si no es así, lo más probable es un deterioro de la situación fiscal.

El Perú tiene una posición fiscal envidiable en la región y en el mundo. Existe espacio para aumentar el endeudamiento (mayor déficit fiscal) en el corto plazo y de manera temporal.

Nunca olvidemos que existe una restricción de recursos de la cual no podemos escapar. Así, debemos ser selectivos en las nuevas iniciativas y mejorar la calidad del gasto actual para satisfacer la demanda por bienes y servicios de la población. 

Sin embargo, debemos notar que muchas de las propuestas pueden tener un impacto significativo en el mediano plazo, lo cual debemos evitar. 

Se habla mucho del déficit de infraestructura, y claro que es prioritaria su reducción como política del Estado, pero de allí a financiar trenes de alta velocidad por toda la costa con un costo de US$50.000 millones es sumamente riesgoso. 

Ello implicaría asignar todos los recursos de inversión de los tres niveles de gobierno a este proyecto por cinco años. Esto es imposible y se contradice con el enunciado de política fiscal de la misma agrupación política que establece que se buscará mantener la estabilidad fiscal. Se podrá decir que esta obra podrá realizarse mediante una asociación público-privada, pero una ejecución de esta envergadura implicaría un cofinanciamiento del Estado oneroso.

De igual manera, si revisamos los listados de grandes proyectos de infraestructura incluidos en los planes de gobierno de otras agrupaciones, veremos que la situación se repite si tomamos el agregado. Aquí una pregunta sería cuáles son los proyectos prioritarios que generarán un alto impacto económico y social, y que merecen ser financiados por todos aquellos que pagan impuestos. Este es un ejercicio que aún falta realizar.

Las propuestas para mejorar la calidad de vida de la población y mantener la estabilidad fiscal están en permanente fricción y, por ello, debemos ser muy cuidadosos en su análisis. En la actualidad, ningún plan de gobierno ha llegado a ese nivel de análisis. 

Por otro lado, en un contexto en que casi todos propugnan, desde el lado fiscal, aumentar el gasto en el corto plazo, reducir impuestos puede aumentar nuestra vulnerabilidad. Debemos ir en orden. 

Una vez que recuperemos el crecimiento, podremos pensar en reducir impuestos. Por lo menos, eso es lo que nos dice nuestra experiencia. 

Si no aumentamos la base tributaria, reducir impuestos solo afectará la caja fiscal. Por ello, el debate de las propuestas referidas al manejo fiscal debe ser amplio, porque allí nos jugamos una de las fortalezas que tanto nos ha costado construir.