La flor en el hormigón, por Beatriz Merino
La flor en el hormigón, por Beatriz Merino
Beatriz Merino

Shirin Ebadi, la primera mujer musulmana e iraní en ganar el Premio Nobel de la Paz, vino a Lima para cumplir diversas actividades académicas. Es para mí un privilegio explicar su mensaje y qué significó su presencia entre nosotros. Ebadi fue galardonada con este relevante premio en el 2003 “por sus esfuerzos por la democracia y los derechos humanos” en Irán y su “lucha por los derechos de las mujeres y los niños”. 

Nacida en 1947, Shirin Ebadi se formó como abogada y obtuvo con honores su maestría en la Universidad de Teherán antes de convertirse en la primera mujer juez en Irán en 1969, y la primera en presidir un tribunal en 1975. Después de la revolución islámica en 1979, que prohibió a las mujeres ejercer como jueces, ella tuvo que salir de la judicatura. Recién en 1992 pudo obtener su licencia de abogada y creó su propia práctica. Desde entonces, Shirin Ebadi representó en Irán a varios casos de alto perfil que involucran a las familias de las víctimas de violaciones de derechos humanos, defendiendo a presos políticos, periodistas encarcelados y se ha ocupado de casos controvertidos como la defensa de familias de escritores e intelectuales que fueron asesinados por el régimen de los ayatolas. 

También fundó la Asociación para el Apoyo a los Derechos de los Niños y Niñas y, junto con un grupo de abogados, ofreció servicios legales gratuitos a los demandados por motivos políticos y a aquellos que son enviados a prisión por razones ideológicas. En su convincente libro “Hasta que seamos libres: Mi lucha por los derechos humanos en Irán”, Ebadi describe su perenne lucha contra el régimen iraní, que la ha sometido a años de intimidación y violencia y, finalmente, la obligó al exilio.

En su defensa de las mujeres, Ebadi es clara y tenaz. En su discurso de recepción del Premio Nobel de la Paz, ella sostiene que “las mujeres constituyen la mitad de la población de todos los países. No atender a las mujeres, por tanto, impediría la participación activa en la vida política, social, económica y cultural de esa mitad, lo que de hecho equivaldría a privar a toda la población de todas las sociedades de la mitad de su capacidad”.

Shirin Ebadi representa un esfuerzo vital para la secularización del islam y la integración de los musulmanes al modo de vida occidental. En su discurso de recepción del Premio Nobel, Ebadi señaló que el Corán “ve la misión de todos los profetas como la de invitar a todos los seres humanos para defender la justicia”. Ella añadió que su cultura se ha “imbuido de humanitarismo, de respeto a la vida, la creencia y la fe de los demás, de la propagación de la tolerancia y el compromiso, la prevención de la violencia, el derramamiento de sangre y la guerra”. Ella prometió volver a Lima cuando los claustros universitarios que la recibieron inauguren su escuela de artes.

 Como mujer iraní y musulmana, Shirin Ebadi es un paradigma para las mujeres del mundo islámico en su lucha por la igualdad de derechos. Ella se define como feminista e islámica, aparente paradoja que no es, si atendemos a la posibilidad de un islam secularizado: es una mujer de un nuevo tiempo, independiente y valiente, que no se ha dejado constreñir por los límites del régimen teocrático iraní. Manuela Mesa Peinado, pedagoga española especializada en educación para la paz, consideró a Shirin Ebadi como “una hermosa flor que obstinada crece en el hormigón duro y gris que es la teocracia iraní”. Que su mensaje nos ayude a vencer las difíciles resistencias contra la plenitud de los derechos de las mujeres en nuestro país.

(*) La autora es Presidenta Ejecutiva de la Universidad César Vallejo.

Aclaración:

El jueves 17 de noviembre  el Diario consignó por error una ilustración que representaba a la premio Nobel de la Paz 2003, Shirin Ebadi, portando un velo. Como se muestra en la foto acá publicada, la doctora Ebadi no utiliza el velo en consonancia con su lucha contra las leyes que lo hacen obligatorio en algunos países. Lamentamos el error.