Federico Luis Agusti

Una de cada tres en el mundo ha sufrido algún tipo de . Esta cifra demoledora significa que, estadísticamente, nuestras hijas, nuestras amigas o nuestras vecinas han sufrido o pueden sufrir alguna forma de violencia en el espacio público, laboral o incluso familiar.

La violencia contra las mujeres no distingue de nacionalidades, condición social o raza. Pasa en todos los estratos de la sociedad y a todos los niveles. Sin embargo, las mujeres refugiadas, aquellas que han tenido que dejar todo atrás en busca de protección, se enfrentan a retos adicionales.

Hoy en día el Perú acoge a casi un millón y medio de personas refugiadas y migrantes venezolanas. Más de la mitad son mujeres. Muchas enfrentan violencia y discriminación por su género y nacionalidad, encontrándose sin redes de apoyo en el país para poder hacer frente a cualquier tipo de violencia. En ocasiones, no contar con la documentación adecuada aun teniendo estudios técnicos y profesionales, como muestran diversos informes, hace que las mujeres refugiadas y migrantes venezolanas en el Perú deban trabajar en el sector informal, lo que conlleva altos riesgos de sufrir hostigamiento laboral, violencia sexual o incluso de caer en redes de trata.

Las niñas y adolescentes refugiadas venezolanas se enfrentan además a situaciones de ‘bullying’ y discriminación en las escuelas. Hace poco conocí el caso de Pau que llegó al Perú desde Venezuela con 11 años, y tras sufrir discriminación en el colegio decidió adoptar un acento peruano para pasar desapercibida. Casos como el de Pau nos deben hacer reflexionar.

¿Queremos una sociedad que proteja a las niñas y mujeres, sin importar de dónde vengan, o una que las lastime?

Es crucial fortalecer las redes sociales, el trabajo comunitario con organizaciones que trabajan con mujeres, reforzar los mecanismos de prevención de la violencia junto a las autoridades y fortalecer los sistemas de protección, para que cualquier mujer, venga de donde venga, pueda acceder a servicios de apoyo si los necesita.

Este 25 de noviembre conmemoramos el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Desde la Acnur, la te invitamos a que te unas a los 16 días de activismo y que abogues por un mundo libre de violencia. Todos somos parte de la solución, y solo unidos podremos ir hacia una sociedad más inclusiva, amable y libre de violencia contra las mujeres y niñas, sean de donde sean.

Federico Luis Agusti es representante de Acnur en el Perú