La herencia cultural de la humanidad, por Luis Repetto Málaga
La herencia cultural de la humanidad, por Luis Repetto Málaga
Luis Repetto Málaga

El siglo XXI nos sorprende con los ataques a la herencia recibida como Patrimonio Cultural de la Humanidad en tiempos de conflicto. Estas circunstancias se caracterizan por la exacerbación de los fundamentalismos religiosos, las migraciones en todas sus formas y la debilidad de los estados frente a la protección del patrimonio cultural.

El ha decidido borrar de la memoria de la humanidad grandes complejos arqueológicos e históricos por considerarlos idólatras y no solo los testimonios materiales a través de los monumentos, los sitios prehistóricos o los museos, sino también a sus responsables por haber fomentado la idolatría con la preservación de estos.

En los últimos días y semanas, se han recibido informes muy preocupantes sobre la destrucción de bienes culturales: el bombardeo de la ciudad vieja de Saná, sitio del Patrimonio Mundial, y la antigua ciudad de Sa’dah, incluida en la lista provisional para el Patrimonio Mundial de Yemen; el bombardeo del museo Dhamar; los daños comunicados sobre el sitio arqueológico de la ciudad amurallada preislámica de Baraqish; los informes sobre los ataques y la destrucción de la antigua mezquita del Imam al-Hadi, construida hace 1.200 años, que se encuentra en la ciudad de Sa’dah; el ataque al histórico castillo de al-Cairo (Al-Kahira o Al Qahira) del siglo X a. C. y con vistas a la ciudad de Taiz; y la destrucción del dique de Marib.

Más recientes, durante agosto pasado, se han bombardeado los sitios arqueológicos de en Siria y la destrucción del templo de Baal Shamin considerados Patrimonio Cultural de la Humanidad y que además estaban alertados de su posible ataque. 

Organismos internacionales como la se han pronunciado, al igual que la Unión Europea y otras instancias pero no dejan de ser expresiones líricas de la crisis y no acciones que permitan la defensa del patrimonio universal.

La Unesco nace como consecuencia de las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial frente al cataclismo cultural de haber destruido los íconos más representativos de las ciudades europeas y de los bienes albergados en los museos y en colecciones privadas que fueron arrebatados a sus instituciones y poseedores.

En 1954 la Unesco aprobó la Convención de La Haya para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado, esta institución además presta su valiosa colaboración a través de diversos comités internacionales como el Escudo Azul, al cual debería acogerse el Perú y también asiste a los países en casos de desastres naturales. En estas circunstancias tenemos dos enemigos inminentes, la naturaleza y la propia insania del hombre que cegado por pasiones y fundamentalismos se encarga de destruir su propia memoria ante los ojos atónitos de la humanidad.

El Perú no es ajeno a una situación ni otra: durante la década de 1980, el sitio arqueológico de Wariwilca, próximo a la ciudad de Huancayo, también sufrió un ataque terrorista. Fue saqueado, y el museo expoliado y destrozado. Este importante ícono cultural del valle del Mantaro reabrió sus puertas y acaba de celebrar 50 años de su puesta en valor por el esfuerzo de sus autoridades y de la propia comunidad que nunca cesó de demandar la necesidad de reabrirlo para mantener la memoria de sus antepasados y mostrarlos como lo hacen a las generaciones futuras. No hay habitante de esta comunidad y del entorno del valle que no visite este sitio, un lugar sagrado que se ha mantenido en el tiempo.

¿Cómo afrontar estos nuevos retos para la protección del patrimonio y para su valoración en su verdadera dimensión? ¿Cómo lograr la ansiada apropiación? ¿Cómo incorporar en los textos escolares la importancia del patrimonio cultural para el futuro de aquellos peruanos que serán líderes del bicentenario? 

Es importante destacar la transversalidad de estos requerimientos, no es solo la legislación y su normativa a partir del Ministerio de Cultura, sino también la responsabilidad de los gobiernos regionales y  locales, de la empresa privada, de la sociedad civil en su conjunto y de los medios de comunicación. 

¿Qué nuevo gobierno asumirá el tema cultural y la inmensidad del patrimonio cultural como eje vertebral de su propuesta? No todo es economía, no todo es mercado, no todo es turismo. 

Nuestra memoria contribuye a la autoafirmación de nuestras identidades, al orgullo y a la garantía que estos recursos se mantendrán en el tiempo para el conocimiento de las generaciones futuras.