(Ilustración: Rolando Pinillos Romero)
(Ilustración: Rolando Pinillos Romero)

Cada diez segundos una política es insultada en Twitter con palabras como “puta” o “zorra”, según detectó la consultora británica Demos al analizar los mensajes recibidos por parlamentarias, alcaldesas, gobernadoras y candidatas, entre otras.

En el caso de las parlamentarias, ocho de cada diez sufrirán alguna forma de violencia psicológica durante su mandato, según “Sexismo, acoso y violencia contra las mujeres parlamentarias” (2016). La investigación de la Unión Interparlamentaria realizada en 39 países de cinco regiones determinó que el 82% de las legisladoras fueron víctima de violencia psicológica con comentarios, gestos e imágenes de naturaleza sexual, sexistas o humillantes y las redes sociales fueron el medio principal.

Esto que indigna es validado en nuestro país por una revista que semanalmente es usada como plataforma para insultar y descalificar a las mujeres peruanas, sean políticas, profesionales, con poder, destacadas, que marcan tendencia y hasta jóvenes comunicadoras de estratos emergentes que recién empiezan sus carreras.

Esta violencia psicológica escrita se disfraza de sátira y no es más que insulto enfocado en el aspecto físico de la mujer (fea, vieja, gorda, chola, machona, con bozo), algo propio de la enfermiza mentalidad del machista promedio y de quienes odian o se sienten amenazados por las mujeres.

Alicia H. Puleo, profesora titular de Filosofía Moral de la Universidad de Valladolid, explica que “los insultos a las mujeres consisten generalmente en una grosera sexualización”, y que “la descalificación sexista implica […] negarles el estatuto de ‘persona’”. Puleo afirma que las mujeres que sobresalen gatillan un “imaginario sexista” en numerosos individuos (para el caso, Rafael León Rodríguez: Rafo León o China Tudela).

Van algunos ejemplos del discurso de odio de Rafo/China: “esas reporteritas de codo puntiagudo y marcado bozo”; “pensé que se trataba de alguna nueva propuesta feminista, las putas al poder: meretriz y cracia”; “esas chicas que descienden de una cultura sin escritura”, “directora de UGEL igualita a lo que la Bartra será en unos años, y rogarle o regalarle una gallina para que no te mande a trabajar con cien indiecitos”; “las madres de la patria hacen pichi, pupú y algunas hasta se lavan las manos”; “una tal Anaculo, que creo que es iqueña”; “la Losada (que aún vive y con su cabellera de bataclana en día libre)”; “Porcina ojo jalado” y más.

Invoco a las mujeres de todas las vertientes ideológicas a pronunciarse contra este tipo de “sátira política” que enraíza el machismo, la misoginia y la violencia. No combatir el maltrato nos hace igual al maltratador. Si aceptamos que lo dicho por el muñeco exime de responsabilidad al ventrílocuo seremos igual al abusador.

Esta es una lucha de todos por el derecho a ser respetados. Es hora de trazar una línea entre los cómplices del maltrato y quienes no lo somos.