La importancia de prevenir, por César Leigh Arias
La importancia de prevenir, por César Leigh Arias

La reciente ocasionada, principalmente, por el desborde de ríos, las inundaciones por lluvias torrenciales y la caída de huaicos en zonas habitadas ha puesto a prueba las capacidades de nuestro país.

Y nos ha afectado, de una u otra manera y en diversa medida, a casi todos los peruanos.

Para muchos, el impacto de estos fenómenos ha sido en forma directa y demoledora, convirtiéndolos en damnificados que lo han perdido prácticamente todo, en miles de compatriotas que ahora requieren de nuestra ayuda inmediata para sobrevivir.

Los , tanto hoy como lo hemos hecho en los últimos 156 años, respondimos rápidamente a este dramático llamado. Despachamos a nuestros jóvenes rescatistas entrenados en salvar vidas para ayudar a los miles de atrapados por las aguas torrentosas, y también para evacuar a familias enteras de las zonas de riesgo, o atender innumerables emergencias médicas, especialmente en favor de los niños, enfermos y adultos mayores.

En las últimas semanas, nuestras estadísticas registran más de 50 mil atenciones de urgencia en todo el país, a cargo de nuestros 14 mil voluntarios ‘de rojo’, en un escenario de drama humano que se multiplica y que requiere de nuestro máximo compromiso social.

Este es un momento de emergencia, qué duda cabe. Pero también para la reflexión. Para pensar en cómo podemos evitar mayores daños en situaciones que puedan darse en el futuro. Y en qué debemos hacer para que nuestras propias imprudencias y descuidos no nos coloquen en una situación de alta vulnerabilidad que pueda poner en peligro nuestras vidas y las de nuestros familiares.

Podemos empezar informándonos sobre los riesgos que nos afectan. Si vivimos en la costa, en la sierra o en la selva, debemos conocer cuáles son las amenazas y de qué manera podemos neutralizarlas o reducirlas. Igualmente, si habitamos en el llano o en las faldas de un cerro, cerca de un río o junto al mar. Debemos estar preparados siempre, nosotros y nuestros seres queridos.

Un segundo paso es mantener una estrecha relación de coordinación con nuestras autoridades locales y regionales, especialmente con las que hemos elegido. Y aplicar un monitoreo ciudadano a lo que se nos propone y ejecuta en temas de seguridad ciudadana. Esto no solo significa evitar los robos, también tiene que ver –y mucho– con lo preparados que estamos para enfrentar los desastres en nuestra comunidad.

Una apreciación importante: escuelas, institutos, academias y universidades tienen una enorme población ávida de conocimiento. Hacia esos espacios deben orientarse los mayores esfuerzos en el marco de una doctrina de educación para la prevención de emergencias, y mediante un abordaje serio y responsable que deje de lado el sensacionalismo en favor de la construcción de una verdadera cultura de la prevención.

Podemos comenzar por casa, con una pregunta frecuente y sencilla que todo peruano debería hacerse: ¿qué haría en caso de emergencia? Si podemos hacer ese ejercicio básico y tener respuestas claras y precisas –o trabajar para obtenerlas–, creo que habremos avanzado un paso importante en lo que deberíamos tener todos como meta: prevenir antes que lamentar.

Los Bomberos Voluntarios también podemos acompañar a la comunidad en este esfuerzo. No están solos, nosotros trabajaremos siempre en favor del que lo necesita. Somos una sola fuerza.