“Él no es impredecible, es ambicioso”. (Foto: KCNA vía Reuters).
“Él no es impredecible, es ambicioso”. (Foto: KCNA vía Reuters).
/ KCNA
Jean H.  Lee

Usted podría ser perdonado por olvidarse de , que permaneció en silencio durante un tiempo, encerrada debido a un aislamiento autoimpuesto por la pandemia, mientras la atención se desviaba hacia otras crisis.

Ahora, ha habido una explosión de pruebas de misiles balísticos : siete solo en enero, un ritmo sin precedentes para Pyongyang, y dos en las últimas semanas, lo que llevó al Consejo de Seguridad de la ONU a juntarse en reuniones de emergencia y provocó la condena de algunos miembros.

Si parece que Corea del Norte quiere que nos sentemos y prestemos atención es porque, sin duda, ese es uno de sus objetivos.

Pero estas pruebas son mucho más. Este es un gran año para Corea del Norte. está celebrando su décimo año en el poder. También es el 80° aniversario del nacimiento de su padre y, el 15 de abril, el 110° aniversario del nacimiento de su abuelo. Las pruebas son para garantizar que Kim Jong-un tenga un nuevo y elegante ‘hardware’ para presumir ante su pueblo en un año histórico y, a largo plazo, para ganar más influencia en futuras negociaciones nucleares.

Las celebraciones en torno de esta trifecta de hitos tienen que ver con glorificar el gobierno de la familia Kim y legitimar el reinado del joven que heredó el poder sobre esta anacrónica y empobrecida nación hace una década. Las armas son fundamentales para ello y para la política exterior de Kim.

A menudo se dice que Kim Jong-un es “impredecible” y el aluvión de pruebas sin precedentes (la más reciente se llevó a cabo este mes y contó con un nuevo y poderoso misil de largo alcance, según Estados Unidos) podría parecer una muestra de ello. Pero si lo has observado tanto tiempo como yo, los patrones son claros. Él no es impredecible, es ambicioso.

Cuando aterricé en Pyongyang en enero del 2012, Kim Jong-il acababa de morir, catapultando al poder a su hijo menor, entonces de unos 20 años. Fui una de las primeras extranjeras recibidas en la Corea del Norte de Kim Jong-un para abrir la primera oficina de noticias de Estados Unidos en Pyongyang (para “The Associated Press”). Ninguno de nosotros, ni siquiera los norcoreanos, tenía idea de qué tipo de líder sería.

Fue un período de luto extraño y apresurado. Detrás de sus caras solemnes, los norcoreanos estaban ansiosos por un cambio luego de 17 años de un gobierno militar sofocante. Sus esperanzas de una vida diferente bajo la dirección de Kim eran palpables en esos primeros meses. Lo capté en conversaciones con norcoreanos a puerta cerrada.

El resto del mundo, sin embargo, solo vio una figura cómica en Kim: un niño rey con un corte de cabello ridículo.

No hay nada divertido en él ahora. En sus primeros 10 años en el poder, este ‘millennial’ de treinta y tantos ha probado cuatro dispositivos nucleares y más de 130 misiles, incluido un misil balístico intercontinental que podría llegar a la Casa Blanca (en comparación, su padre solo probó 16 misiles durante sus 17 años en el poder).

Y recién está comenzando. Si todo sale bien, Kim gobernará durante las próximas décadas. Deberíamos prepararnos.

Las armas y la guerra siempre han sido parte de la fórmula de la familia Kim. Pero Kim Jong-un tiene objetivos más grandes que los de su padre y su abuelo. Él llama a la capacidad nuclear de Corea del Norte una “espada atesorada”, clave para proteger el gobierno de su familia y garantizar la existencia misma de su país.

Hoy, Kim está utilizando la tecnología no solo para modernizar a una nación analógica, sino también para ganarse la lealtad de los ‘millennials’, su futura base de poder, atrayéndolos con teléfonos inteligentes y ‘tablets’. Está armando la ciberesfera para ayudar a construir las armas esenciales para su estrategia de deslumbrar a su pueblo, que continúa sin alimentos, medicinas y calor.

La ONU ha intentado durante décadas usar sanciones para detener el flujo de dinero hacia el programa de armas de Corea del Norte. Para sortearlos y devolver divisas fuertes al país, los Kim han confiado durante mucho tiempo en esquemas ilícitos para ganar dinero.

Kim Jong-un despliega un giro moderno: se sospecha que su ciber-ejército de élite ha robado más de US$2 mil millones desde el 2014, gran parte del cual está financiando el programa nuclear, según expertos de la ONU.

Las pruebas de ese mismo programa nuclear atrajeron la atención del presidente estadounidense en el 2017, lo que desencadenó una andanada de amenazas entre los dos hombres. Kim continuó con las pruebas, disparando tres misiles balísticos intercontinentales y afirmando haber detonado una bomba termonuclear, antes de recurrir a la diplomacia en el 2018 para negociar un pago a cambio de la promesa de un acuerdo nuclear.

Trump mordió el anzuelo, viéndolo como una oportunidad para una victoria en política exterior. Siguieron cumbres históricas, pero no un acuerdo nuclear. Entonces, después de que Trump perdiera la reelección en el 2020, Kim se retiró para concentrarse en reparar su posición en casa y reevaluar su estrategia nuclear.

Así es como funciona: Corea del Norte prueba misiles balísticos. Estados Unidos presiona al Consejo de Seguridad de la ONU para que condene o imponga sanciones a Pyongyang por realizar actividades prohibidas. Corea del Norte acusa a Washington de hostilidad y afirma que necesita armas para su autodefensa. Luego, Corea del Norte lleva a cabo más pruebas, que ayudan a sus científicos a refinar su tecnología de misiles balísticos.

Sin embargo, no estamos viendo el “fuego y la furia” de Washington que vimos con Trump. Parte de eso se debe a una cuestión de prioridades: la administración de se ha centrado en Rusia y Ucrania, así como en las ambiciones globales de China.

Pero también es una muestra de moderación. Washington se niega a morder el anzuelo de Pyongyang y se ve arrastrado a tensiones que podrían despertar el espectro de una guerra en la península de Corea. En cambio, la administración de Biden continúa enfatizando que está abierta a conversaciones “sin condiciones previas”.

Hasta ahora, Kim ha rechazado dichas propuestas. Eso debería preocuparnos, ya que su arsenal está creciendo.

Algunos en Corea del Sur, que acaba de elegir a un conservador agresivo con Corea del Norte como su nuevo presidente, claman porque su país posea sus propias armas nucleares, lo que aumenta la posibilidad de una carrera armamentista nuclear en el noreste de Asia. En Japón, las pruebas han estimulado llamados a reforzar la defensa y considerar una mayor capacidad de ataque.

También existe el riesgo de que Corea del Norte venda su tecnología a otras naciones rebeldes (Pyongyang tiene un largo historial de colaboración con aliados en el norte de África y Medio Oriente).

Puede parecer que Kim no quiere hablar, pero mi experiencia me dice lo contrario: las pruebas están destinadas a obligar a los Estados Unidos a participar y, en última instancia, a pagar para evitar que use esas armas.

Dado que está jugando a largo plazo, Estados Unidos debe hacer lo mismo si quiere enfrentar con éxito las ambiciones nucleares de Kim. Eso incluye mantener mensajes consistentes y mesurados, reconociendo la urgencia en torno de las ambiciones nucleares de Corea del Norte sin darle municiones a Pyongyang al entrar en pánico ante cada provocación. Dado que a Corea del Norte le gusta dividir y conquistar, Washington debe encontrar puntos en común con todos sus vecinos, incluida China, para establecer un frente unido en torno de la preocupación compartida por la proliferación nuclear.

Y Washington debe esforzarse más para abordar la amenaza cibernética en expansión como parte de su estrategia para evitar que el dinero fluya hacia el programa nuclear de Pyongyang. Seúl y Washington dieron un paso prometedor en una cumbre el año pasado donde se comprometieron a colaborar en temas cibernéticos.

Es posible que hayamos pasado por alto a Corea del Norte mientras Kim estaba callado. La última serie de pruebas debería servir como alerta: nunca vale la pena olvidarse de Corea del Norte.


–Glosado, editado y traducido–

© The New York Times