Daniel  Alfaro

Más de dos millones de estudiantes están en ámbitos rurales, cerca del 25% de la matrícula nacional. Pese a esta importancia, el logro satisfactorio de lectura para segundo grado de primaria rural es menos de la mitad de lo alcanzado por los estudiantes urbanos (17% vs. 40%). La diferencia en matemáticas también es alarmante: 18% vs. 11%.

Esta foto es la escena de una película de la vida del estudiante rural que se inicia con menores oportunidades al nacer y se proyecta con diversos puntos de dolor que tendrá que aliviar para alcanzar todo el potencial que su talento promete.

Durante su primera infancia, la prevalencia de la anemia es el primer gran dolor. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), poblaciones con más del 40% de anemia tienen un problema grave de salud pública. En zonas rurales del Perú, el 49% de las y los niños de entre seis y 35 meses tiene anemia. En las urbanas, el porcentaje es de un 35% también preocupante.

La persistencia de la anemia traza una raya entre quienes podrán alcanzar todo el desarrollo que su nacimiento prometió y aquellos que tendrán techos más bajos para crecer. Una de las mayores injusticias del país es rezagar el futuro de sus ciudadanos a tan temprana edad.

La salud física tiene que encontrar un balance con la emocional. De ahí la importancia de un desarrollo integral, sobre todo durante los primeros años de vida donde la educación inicial, de tres a cinco años, jugará un rol gravitante. Hasta el 2019, su cobertura en ámbitos rurales fue menor a la urbana.

En la primaria, la lejanía de sus centros poblados tiene repercusiones sobre la calidad educativa. Más del 50% de escuelas rurales está en centros poblados ubicados a más de dos horas de la capital de la provincia. De ahí que las escuelas rurales son pequeñas y tienden a atomizarse con estudiantes de diversos grados en una misma aula y con pocos docentes.

Estas escuelas reciben el nombre de multigrado. En ámbitos rurales, el 12% cuenta con un solo docente, mientras que en el urbano solo el 0,3%. Además de las laborales pedagógicas, estos profesores hacen trabajos administrativos y cumplen roles de liderazgo en sus escuelas y, en muchos casos, en toda la comunidad.

La lejanía física también tiene un rostro digital. Tan solo el 1,4% de los hogares rurales con hijos en edad escolar tiene conexión a Internet, mientras que en zonas urbanas esta cobertura llega al 23,4%. Así, se puede deducir que la calidad educativa durante la pandemia fue menor en zonas rurales.

Alcanzar todo el potencial de nuestra diversidad cultural depende, en gran medida, de la educación intercultural bilingüe. Sin embargo, el logro satisfactorio en lectura y matemática para cuarto grado de primaria en las escuelas con una lengua indígena es menor a la tercera parte del promedio nacional, donde las escuelas amazónicas tienen resultados significativamente menores a las andinas.

Para aliviar este punto de dolor, el Perú ha tenido avances considerables en la elaboración de materiales educativos en lenguas originarias, por lo que el mayor reto consiste en elevar la cantidad de profesores con las competencias necesarias y, a su vez, mejorar el manejo de la lengua indígena.

Si en la primaria rural existe una alta dispersión de locales educativos, en la secundaria existe concentración. Por cada cinco locales con primaria, existe solo uno con secundaria. Ello debido que este nivel educativo requiere espacios mejor equipados y docentes con diversas especialidades. De ahí la necesidad de muchos estudiantes de recorrer largas distancias para llegar a su escuela.

Los modelos de atención diferenciada son una solución a este problema. Por ejemplo, la secundaria en alternancia alberga por 15 días a los alumnos y el resto del mes estos regresan a sus hogares para apoyar a sus padres. La secundaria con residencia los acoge de manera más prologada. Y en la secundaria tutorial, los docentes visitan un conjunto de centros poblados por turnos para que los estudiantes reciban todas las áreas curriculares.

Lamentablemente, solo el 1% de las escuelas secundarias tiene algún modelo de atención diferenciada. Esta situación, junto con otros factores, explica los bajos resultados de aprendizajes en segundo de secundaria, así como la baja proporción de personas de 25 a 34 años con secundaria completa: 37% en lo rural vs. 50% en lo urbano.

Este punto de dolor complica la transición de la educación secundaria a la superior. Alrededor del 25% de egresados de secundaria en zonas rurales continúa algún estudio superior, por debajo de la transición urbana. En parte, ello se debe a una gran concentración de la oferta de educación en las capitales de región, especialmente, en Lima.

De este modo, la productividad del empleo en ámbitos rurales es menos de la mitad de lo alcanzado en lo urbano. Esta última brecha es un indicador contundente de la importancia de aliviar los puntos de dolor a lo largo de la vida del estudiante rural y de no dejar a esta población en el olvido.

En pleno siglo XXI, la tasa de analfabetismo es bastante alta para las poblaciones de más de 15 años: casi 14% en lo rural vs. 5,5% en lo urbano, con una fuerte desigualdad de género en ámbitos rurales donde el número de mujeres analfabetas es tres veces el de los hombres.

Alguien dijo que lo contrario al amor no es el odio, sino la indiferencia. Justamente, mirar hacia otro lado porque percibimos que la ruralidad es solo un problema invisibiliza las oportunidades que ella ofrece y desvirtúa la gran complementariedad entre lo rural y urbano.

De este modo, generar igualdad de oportunidades sin importar el lugar de nacimiento es un paso necesario para fortalecer la cohesión social. Asimismo, mejorar las competencias en la ruralidad es alcanzar todo el potencial que nuestra herencia cultural y material promete. Por ello, es urgente hacer todo el esfuerzo necesario, desde todos los frentes, para darles la libertad de soñar y las habilidades necesarias para realizar sus sueños.

La educación rural nunca fue un problema; siempre fue una gran oportunidad para una real transformación del país.

Daniel Alfaro es presidente del Comité Evaluador del Reto Ruralia 2022 y exministro de Educación