Angie Higuchi

Hay situaciones que se pueden controlar y otras que no. No podemos cambiar el incremento del precio de los como efecto de la guerra entre Rusia y Ucrania. De acuerdo con el diario argentino “La Nación”, Rusia ha sido responsable del 13% del comercio mundial de estos (es el cuarto productor mundial de urea, el sexto de fosfato diamónico y el tercero de fertilizantes potásicos).

Para nadie es un secreto que el efecto del encarecimiento de la producción de fertilizantes, ligado a los altos precios del gas natural y de la energía –combustibles fósiles–, se sentirán en la producción y en el precio de diversos cultivos. Esta escasez de fertilizantes en nuestro país se suma a una elevada inflación que venimos arrastrando desde la pandemia. Todo esto nos está llevando a una inseguridad alimentaria sin precedentes entre la población más vulnerable. El mensaje es claro: los países como el nuestro, cuyo desarrollo es incipiente y con poca o nula preparación para afrontar esta recesión, serán los más afectados. Pero, ¿qué es lo que sí podríamos cambiar para mejorar nuestra situación actual?

Si no podemos cambiar estos factores ajenos a nuestro control, como la guerra y la importación de fertilizantes, ¿cuál sería el plan de contingencia para salvaguardar esta crisis de los precios elevados de los fertilizantes? Probablemente, lo más básico es pensar que la respuesta para salvarnos es el guano de isla. Sin embargo, la clave del fertilizante es el nitrógeno. Se necesitan, en términos generales y dependiendo del cultivo, aproximadamente 200 kg de nitrógeno por hectárea. La urea –que importamos de Rusia y China– tiene 46% de nitrógeno, aproximadamente, mientras el guano de isla provee apenas un 10% de este. En números simples: con 400 kg de urea se tienen 188 kg de nitrógeno contra los 1.888 kg que se necesitarían de guano de isla para poder cubrir esta cantidad similar de nitrógeno. Otra posible respuesta es que en Cusco tenemos la planta de Cachimayo, única en el Perú donde se fabrica nitrato de amonio, según reporta Enaex Perú. Sin embargo, a pesar de que el nitrato de amonio tiene en promedio 33% de nitrógeno, la producción aproximada de 360 mil toneladas/año de esta planta no es suficiente para cubrir las necesidades de los campos y cultivos peruanos.

Una solución tangible es el apoyo de las entidades del Gobierno encargadas de la extensión agrícola y de las universidades e institutos especialistas en ciencias agrícolas para realizar estudios de calibración de análisis de suelos, sobre todo de cultivos de mayor importancia y área. De acuerdo con el doctor David León Chang, de la Universidad Católica Sedes Sapientiae, la calibración de los análisis de suelos consiste en determinar la cantidad exacta de dosis de fertilizante que necesita un suelo para obtener un máximo rendimiento para un cultivo específico. Si se conociera el estado de los suelos mediante su análisis con una calibración de acuerdo con la locación y el producto, se podría recomendar con exactitud las dosis correctas de mezclas de nutrientes que se deben aplicar para cada suelo y cultivo.

Buscar una salida para palear una patente crisis alimentaria aún es posible. Urge la optimización de los recursos para una mayor eficacia mediante la ciencia. De existir este análisis previo, es probable que no se utilicen tantos fertilizantes en algunos cultivos en los que no hacen tanta falta y en otros en los que sí, con lo que habrá un ahorro. Esto solo se dará si existe un compromiso para superar estas conmociones causadas por la pandemia y la guerra. Necesitamos una política de Estado en la que se pueda trabajar en conjunto: debemos comenzar con un financiamiento especializado para el uso de la calibración de los análisis de suelos por parte del Gobierno y trabajar conjuntamente con empresas, asociaciones de agricultores y la sociedad civil organizada para realizar el análisis con el apoyo de universidades e institutos científicos. De otra forma, será muy complicado controlar lo que sí se puede cambiar con el tema de los fertilizantes en la , antes de que sea demasiado tarde.

Angie Higuchi Profesora e Investigadora de la carrera de Administración de la Universidad del Pacífico