(Ilustración: Víctor Aguilar)
(Ilustración: Víctor Aguilar)
Carlos Pareja

Hay personajes que entran a los libros de historia por las acciones que realizaron o los momentos políticos en los que tuvieron activa participación, pero además hay quienes ocupan un lugar especial por trascender coyunturas gracias a la integridad de su carácter, rectitud y una trayectoria de vida consecuente. Ese es precisamente el caso de don , cuyo aniversario 124 de nacimiento celebramos ayer.  

La vida de Bustamante y Rivero se desarrolló desde finales del siglo XIX hasta las postrimerías del siglo XX (1989). Fue testigo y protagonista de diversos enfrentamientos políticos internos y golpes militares, habiendo vivido uno en carne propia tras ser derrocado en 1948 por el general Odría.  

Jurista, escritor, catedrático, síndico de rentas de la Municipalidad de Arequipa, ministro de Justicia, diplomático (ingresó al Servicio Diplomático en 1934), presidente de la República (por el Frente Democrático Nacional en las elecciones de 1945), magistrado internacional, mediador y senador vitalicio.  

Su gobierno (1945-1948) estuvo marcado por las condiciones descritas en el Memorándum de La Paz, donde expuso las directrices de lo que sería la línea política del mismo. El reto no era fácil dado el encrispamiento y polarización política existente, que se agravó tras el asesinato de Francisco Graña Garland, director del diario “La Prensa”, además de la difícil situación económica como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial y el aumento del gasto público.  

Sin embargo, durante su gobierno se adoptaron importantes medidas tanto de carácter interno como de índole internacional. Entre estas últimas destaca la aprobación del Decreto Supremo 781 a través del cual el Perú declaró su soberanía y jurisdicción hasta las 200 millas marinas a fin de proteger, conservar y utilizar los importantes recursos de nuestro mar, posición que posteriormente serviría como base para la Declaración de Santiago de 1952 suscrita por el Perú, Chile y Ecuador.  

Para Bustamante y Rivero, la política exterior debía ser expresión de la prudente coordinación que demandan las aspiraciones nacionales dentro de un sistema multilateral que garantizase la paz. Precisamente, la reciente incorporación del Perú como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU refleja esta visión de un orden internacional basado en la cooperación y firme convicción en procurar la prevención de conflictos, así como la solución pacífica de controversias.  

En el campo diplomático sirvió en la embajada en Uruguay y en el cargo de embajador en Bolivia. Como jefe de Estado decidió que el Perú fuera uno de los países fundadores de la ONU en 1945. Posteriormente, fue elegido juez de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, de la cual llegaría a ser presidente (1967-1969). 

Asimismo, fue designado mediador en el conflicto limítrofe entre Honduras y El Salvador, y gracias a su gestión se alcanzó la celebración del Tratado General de Paz de 1980 entre ambos países. De su destacada labor queda registro en el preámbulo del tratado entre ambos países: “Agradecidos por la valiosísima mediación del ilustre jurisconsulto doctor don José Luis Bustamante y Rivero, cuya profunda sapiencia y elevada condición humana han contribuido notablemente al logro del acuerdo definitivo”.  

El legado que nos dejó don José Luis Bustamante y Rivero es un ejemplo de probidad, vocación de servicio al país y profunda convicción en el respeto a las instituciones. Estando próximos a celebrar el bicentenario de nuestra independencia recordemos sus palabras: “No es hora de amarguras, es hora de construcción y de esperanzas. No desmayemos: creamos en el Perú”.