Leyes que se hacen humo, por José Beteta
Leyes que se hacen humo, por José Beteta

La necesidad de implementar una oficina que asesore técnicamente a nuestros nuevos congresistas y analice el impacto de las leyes que buscarán implementar en los próximos cinco años es urgente. Esta urgencia no solo ha sido remarcada por diversos expertos y líderes políticos, sino que se manifiesta a pocos días de culminar el último período legislativo de este Parlamento, frente a un tema tan sensible como la ley antitabaco.

Nadie duda del riesgo que representa el tabaco para quien lo consume y para los que están a su alrededor. Sin embargo, los proyectos de ley que se quieren aprobar en la Comisión Permanente y que pretenden imponer la prohibición total de la exhibición de cajetillas de cigarros en puntos de venta como bodegas, grifos y supermercados merecen un análisis más racional y cuidadoso. 

Si bien es cierto la evidencia disponible en algunos países sobre el efecto de esta prohibición parece favorable, las leyes no se realizan en abstracto, sino que se materializan en una determinada realidad y en un particular marco institucional. Por ello, debemos preguntarles a nuestros padres de la patria si han realizado, para este caso, un adecuado análisis costo-beneficio del impacto que generaría esta nueva medida en nuestro país.

Tanto el Indecopi como el MEF han criticado la iniciativa. El primero afirma que la exhibición de la cajetilla de cigarros y su lista de precios no constituye un mecanismo que incentive el hábito de fumar. Por el contrario, esta permite apreciar el etiquetado y empaquetado del producto, el cual contiene información relevante para que el consumidor pueda comprender el riesgo que enfrenta.

El MEF ha recomendado que, antes de incrementar las restricciones de la actual ley, se analice apropiadamente su efectividad, para no afectar de manera injustificada a miles de propietarios de bodegas, que serían incapaces de competir con el mercado negro de cigarrillos, especialmente en un país como el nuestro, en que se estima que el mercado ilegal de tabaco alcanza entre el 15% y el 18%.

En esta línea, un estudio de Basham (“Canada’s ruinous tobacco display ban: economic and public health lessons”, 2010) analiza la experiencia de cuatro países donde se decidió prohibir la exhibición de las cajetillas de cigarros: Canadá, Islandia, Irlanda y Nueva Zelanda. Según Basham, las prohibiciones de exhibición no fueron efectivas en reducir el consumo de tabaco, pero “sí tuvieron éxito en algo más: en desplazar las ventas de tabaco de minoristas legítimos […] hacia el mercado ilegal de tabaco”.

Finalmente, habría que preguntarse si vale la pena proponer medidas aparentemente más radicales cuando el Ministerio de Salud, entidad responsable de fiscalizar y evaluar el impacto de la actual ley antitabaco, no cuenta con (o no hace pública) información actualizada al respecto. El último reporte del Minsa elaborado para la OMS, en el 2014, utilizaba fuentes con 9 años de antigüedad y dejaba en blanco varios indicadores de vital importancia.

En conclusión, sin evidencia científica sobre el impacto de la actual legislación y con los altísimos niveles de informalidad que padecemos, es probable que la prohibición de la exhibición del tabaco incentive su comercio informal e ilegal. No parece casualidad que en los últimos 30 días, a poco tiempo de haber incrementado en 157% el Impuesto Selectivo al Consumo de este producto, autoridades peruanas y bolivianas hayan decomisado más de 9 millones de cigarrillos ilegales por un valor de casi 2 millones de soles. Los ciudadanos debemos exigir de nuestros congresistas –de los que aún legislan y de los que vendrán– leyes de calidad, basadas en un adecuado análisis técnico, no leyes que, después de un tiempo, simplemente se harán humo.