¿Mercado libre?, por Augusto Cillóniz Benavides
¿Mercado libre?, por Augusto Cillóniz Benavides

En las últimas semanas se ha estado discutiendo la existencia del sistema de para cuatro productos agrícolas: leche, maíz, arroz y azúcar. El sistema de franjas funciona como un corrector de los precios de importación de estos productos tomando como premisa que los precios internacionales están distorsionados por subsidios o barreras al libre comercio en los países productores de estos cuatro productos.

El impacto de las medidas que distorsionan precios en países, como Estados Unidos, miembros de la Unión Europea, India, China y, muchos más, y para graficar mejor las distorsiones, incluso Guatemala, país que ha denunciado nuestro sistema de franjas ante la , y al cual no le podemos exportar, se aprecia en que el mercado internacional de estos productos se convierte en uno de excedentes en el cual se transan solo volúmenes residuales de la producción de los grandes productores protegidos. Por lo tanto, cualquier cambio pequeño en la producción o consumo mundial genera un fuerte impacto en los precios.

El comercio internacional con estas características no se puede considerar un mercado libre ni de competitividades reales. Esta situación es de conocimiento de nuestras autoridades y también de la OMC, institución que pretende actuar como el gran árbitro del libre comercio mundial. 

Cuando me he manifestado a favor de la existencia del sistema de franja de precios, no ha sido por una posición en contra de la competencia ni del libre mercado, sino por la necesidad de corregir los precios distorsionados. Los productores peruanos no podemos exportar a muchos de los países que podríamos hacerlo pese a que somos más competitivos que ellos. 

Las exportaciones de , por ejemplo, se hacen solamente a Estados Unidos por una cuota que nos otorgan, muy reducida por cierto, y nada más. En este caso, este país tiene sus fronteras cerradas al libre mercado; lo mismo sucede con otros países de gran consumo de azúcar donde los precios internos son significativamente mayores que los nuestros y ni qué decir de los precios del mercado de excedentes; el precio internacional del azúcar cotizado en la bolsa de Nueva York está muy por debajo de los costos de producción.

En el caso de la caña de azúcar, los productores peruanos somos los más competitivos del mundo y no le tememos a la competencia ni a un mercado libre, si este fuera verdaderamente libre. 

En el Perú, no es posible cambiar las hectáreas sembradas con caña de azúcar, arroz y maíz, productos del sistema de franja de precios con aproximadamente 650 mil hectáreas, por cultivos y plantaciones de exportación como frutas y hortalizas porque no existe un mercado internacional tan grande para estos productos. 

Si los negociadores comerciales del Perú, miembros del Ejecutivo que mantienen firme su posición en contra del sistema de franjas, hubieran logrado abrir los mercados para todos nuestros cultivos y productos incluyendo el azúcar, esta discusión no se estaría dando. Estoy seguro de que, aunque lo hubieran hecho, no lo habrían logrado. Preguntémonos ¿por qué?

Señores lectores, el mercado para productos agrícolas no es libre. Trabajemos para hacerlo verdaderamente libre. Yo le apuesto a la libre competencia.