(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Maria Alejandra Campos

Alguien mencionó en CADE que los informales no quieren dejar de serlo porque no quieren pagar impuestos. Esto puede ser cierto para un segmento, pero definitivamente no es una regla general para el 70% de peruanos que no cuenta con empleo formal. Hace un año, junto a “Semana Económica”, en Ipsos preparamos un estudio para entender la informalidad, desde el informal. Quién es, cómo vive, por qué no se formaliza. Los resultados, aunque poco difundidos, fueron sumamente interesantes. Por ejemplo, el estudio muestra que no es cierto que ser informal sea una elección: 7 de cada 10 trabajadores informales preferirían un empleo con todos los beneficios de ley (gratificación, CTS, jubilación, Essalud) donde les descuenten impuestos, a uno donde no les descuenten, pero tampoco les den ningún beneficio.

Ello no es sorprendente si se analiza la situación en la que labora el trabajador informal: trabaja en promedio 53 horas a la semana por S/670 al mes. Es decir, alrededor de S/3 la hora, 50% menos que un trabajador con sueldo mínimo que recibe 15 sueldos en una empresa formal. No solo trabaja mucho y gana poco, sino que lo hace en condiciones precarias. El 45% no tiene ningún beneficio laboral, solo 2% tiene vacaciones pagadas y 1% está afiliado a Essalud. ¿Cuál es el beneficio más común? La comida: el 39% recibe alimentos de parte de su empleador. Ello no es casualidad, pues el empleo en el mundo informal contiene un factor importante de familiaridad. En el 80% de los casos, el trabajador declara ser familiar o haber sido amigo de su empleador antes de ser contratado.

Carlos Meléndez decía ayer, en su presentación sobre reformas institucionales, que somos una república de informales y que el Estado tiene que encontrar nuevas formas de relacionarse con este sector de la población. Tiene razón. A pesar de todos los intentos que se han hecho por reducir la informalidad, esta continúa avanzando. Cuando a inicios de los ochenta Hernando de Soto escribía acerca de cómo había que dar títulos para combatir la informalidad, esta se encontraba en 48%. Hoy es 72% y el 80% de las casas de los informales cuentan con título. Claramente continuar con las mismas estrategias no va a ayudar a solucionar el problema.

Actualmente los empresarios demandan una reforma laboral que flexibilice el mercado. Apoyo Consultoría calcula que de esta manera se podría incluir a los 2 millones de trabajadores informales que laboran en empresas formales. Eso nos deja con un saldo de alrededor de 10 millones de peruanos que continuarían en la informalidad. El problema de fondo es que no hay suficientes empresas formales para absorber a tantos trabajadores y la inmensa mayoría de negociantes informales no son lo suficientemente productivos como para entrar a la formalidad.

Otro mito importante que refuta el estudio de Ipsos y “Semana Económica”, es el del emprendedor informal. No se trata de un Atlas aplastado por el peso de una regulación que no le permite crecer, sino de personas con negocios precarios y un nivel educativo muy bajo. No es cierta la imagen del emprendedor boyante que tiene varios RUC para escapar de la Sunat, pues en promedio solo tiene uno. Si los empleados trabajan mucho, ellos trabajan más: en promedio 60 horas a la semana para ganar, en el caso de los que tienen dependientes, S/1.400 y, en el caso de los que no, apenas S/780.

A la luz de estos resultados queda claro que la política del Estado debería orientarse a identificar, capacitar y promover aquellas empresas informales que tienen ‘potencial’ formal, para ampliar la base de organizaciones que puedan brindar empleo de calidad en el país.

*La autora es directora de proyectos en Ipsos Perú.