Los niños del Mediterráneo, por Patricio Rubio
Los niños del Mediterráneo, por Patricio Rubio

Quienes han visto la película “Un camino a casa” habrán pasado por la experiencia conmovedora de conocer la historia real de Saroo Brierley, quien por azares de la vida se vio separado de su familia en la India, pasando riesgos a los 5 años y luego, a los 25, sufriendo una crisis existencial al no saber de su madre y sus hermanos biológicos que lo anularía emocionalmente durante el tiempo de su búsqueda.

Pensemos ahora en la salud mental y física de un niño al quedar separado de sus familiares y estar expuesto a todo tipo de riesgos por escapar de la inseguridad o el hambre. Esa es la historia de miles de menores de edad que, lejos de conmover, termina horrorizándonos.

Unicef ha publicado un informe titulado  “Una travesía mortal para los niños. La ruta de la migración del Mediterráneo central”, en el que describe lo que acontece con mujeres y niños que realizan el camino hacia Europa desde sus países de origen (Somalia, Eritrea, Sudán, Nigeria, entre otros). En este viaje, nueve de cada 10 niños que cruzaron el Mediterráneo no estaban acompañados y murieron en el intento más de 700.

El informe de Unicef tomó una muestra compuesta por la participación de 82 mujeres y 40 niños y adolescentes entre los 10 y 17 años. Tres cuartas partes de estos menores dijeron haber experimentado violencia, acoso o agresión de adultos. Casi la mitad de los entrevistados había sufrido abusos sexuales durante la migración, a menudo varias veces y en diferentes lugares. Asimismo, la mayoría afirmó que dependieron de contrabandistas con los que tenían deudas que debían “pagar a medida que avanzaban” y se sintieron vulnerables al abuso, el secuestro y la trata.

Es en Libia, paso obligado al Mediterráneo, donde se produjo una tercera parte de los abusos denunciados. Se calcula que de los 256.000 migrantes en Libia, 23.000 son  niños (de los cuales una tercera parte no está acompañada), aunque la Organización Internacional para las Migraciones estima que este número es tres veces mayor.

Se calcula que en Libia hay 34 centros de detención de migrantes, 24 de estos bajo el control del gobierno. A ellos hay que sumar un número indeterminado de centros no oficiales a cargo de grupos armados al margen de la ley, donde impera la violencia y la brutalidad. La desnutrición, las malas condiciones de salubridad y el hacinamiento de hasta 20 personas en celdas de 2 metros cuadrados son comunes.

¿Qué hacer ante semejante situación? Unicef recomienda, entre otras cosas, la elaboración de una iniciativa regional para atender la ruta del Mediterráneo central, destinada a garantizar intervenciones integrales de protección a la infancia, prevenir y responder a la violencia y la explotación de los niños. También se recomienda establecer un registro civil para los nacimientos y combatir la trata. Se enfatiza la necesidad de un diálogo entre los estados involucrados directamente, incluyendo a la Unión Europea, para el establecimiento de mecanismos transfronterizos de protección y búsqueda de las familias. 

Nada de lo propuesto es imposible, ya que la protección a la niñez es uno de los temas de mayor consenso internacional. Son 195 los estados que al ratificar la Convención de Derechos del Niño se han comprometido a cumplirla. Por otra parte, la Declaración de Nueva York, en setiembre del 2016, ha dado inicio a las negociaciones para concretar una conferencia internacional y la aprobación de un pacto mundial para una migración segura, regular y ordenada en el 2018.

Se incluye la elaboración de directrices sobre el trato de los migrantes en situaciones de vulnerabilidad, así como un reparto más equitativo de la carga y la responsabilidad de acoger a los refugiados del mundo. Con este objetivo, el presente año se realizarán reuniones en Ginebra, Nueva York, Viena y México. 

Sin duda, estas iniciativas nos dan esperanzas. Sin embargo, es necesario que se haga un esfuerzo por implementar algunas de estas propuestas de manera inmediata. Bien ha dicho Afshan Khan, directora regional de Unicef: “Si fueran nuestros hijos, solos y asustados, actuaríamos”.