Nuestro buque escuela a vela, por Juan Carlos Llosa Pazos
Nuestro buque escuela a vela, por Juan Carlos Llosa Pazos
Redacción EC

Los peruanos contamos por fin con nuestro buque escuela a vela. El pasado 22 de diciembre se realizó la botadura de uno de los más grandes veleros construidos en la región para fines de instrucción naval, en histórica ceremonia presidida por el presidente de la República. Este sueño centenario hecho realidad tiene un profundo significado para los marinos de guerra y nos llena de orgullo por haber sido construido en los astilleros del Servicio Industrial de la Marina. Este acontecimiento significa, además, el exitoso retorno del país a la construcción naval de alto bordo luego de que su larga trayectoria iniciada en 1954, por el entonces ministro de Marina, vicealmirante Roque Saldías, se viese interrumpida durante 25 años por decisiones ajenas a la institución naval. 

Para quienes han dedicado su vida a la protección del , es bien entendido que el buque a vela es la plataforma ideal para la formación marinera del futuro oficial de Marina, de ahí el inagotable y tantas veces incomprendido empeño de muchísimos oficiales navales que por más de un siglo pugnaron por contar con una unidad de este tipo. 

El nombre de este buque, Unión, se ha dado en homenaje a la corbeta que combatió con brillo en defensa de nuestra patria en el siglo XIX. Probablemente su identidad se haya inspirado en la unión americana formada para rechazar ambiciones ibéricas de última hora en 1865. Tanto la Unión como su gemela la América –que se perdió en el maremoto de 1868 en Arica– fueron construidas en astilleros franceses e incorporadas apresuradamente a las fuerzas navales del Pacífico Sur. Ambas llegaron a participar en el combate naval de Abtao. Sobre la cubierta de madera de la Unión combatieron por nuestra bandera valientes marinos como Miguel Grau, su primer comandante (Abtao, 1866), Aurelio García y García y Nicolás Portal (Chipana, 1879), Manuel Villavicencio y Arístides Aljovín (Arica, 1880), entre otros. 

En algunos meses más, completados los trabajos en la superestructura del buque, el Unión –con sus 3.500 toneladas de desplazamiento y sus 110 metros de eslora– surcará los mares llevando nuestro pabellón a los puertos más lejanos del planeta, en los que difundirá nuestra cultura milenaria. Esta unidad llevará a cabo largas travesías alrededor del mundo llevando impregnado en sus cuadernas el espíritu de una tradición marinera de la que pocas Marinas pueden enorgullecerse. 

De cara al viento, entre mesana, jarcias, trinquete y juanetes, los cadetes navales realizarán sus prácticas marineras en medio del océano, lejísimos del punto de costa más cercano, con un balance que no les dará tregua, pero cuando al final del día se sumerjan en sus literas para descansar, sentirán la satisfacción de haber vivido un día de continuas emociones y de haber superado los desafíos que el mar les impuso.

Todos los jóvenes que se unan a nuestra y a la apasionante carrera naval tendrán la oportunidad de ser instruidos en las ciencias y artes del mar a bordo del Unión, así como de conocer otras realidades y practicar idiomas en consecuencia con los planes de estudios que la Escuela Naval del Perú diseña a fin de formar líderes para una paz duradera.