Aprueban cambio de zonificación para hacer Villa Panamericana
Aprueban cambio de zonificación para hacer Villa Panamericana
Aldo Facho Dede

La semana pasada se adjudicó la construcción de la al consorcio Besco-Besalco, luego de un concurso en dos fases en el que participaron importantes empresas nacionales e internacionales. En palabras del señor Carlos Neuhaus, presidente del Comité Organizador de los (Copal), se estarían garantizando los tiempos de ejecución de las obras, e incluso reduciendo los costos inicialmente estimados. Hasta aquí estaríamos ante una gran noticia para el país, pero existen importantes interrogantes que a la fecha no han sido despejadas por el gobierno central: ¿Cuál es el sentido de organizar un evento que demandará una inversión que duplica el presupuesto público del año 2017 destinado a vivienda y desarrollo urbano? ¿Cuánto retribuirá este en la mejora de la calidad de vida de los limeños y en el desarrollo urbano de la ciudad?

Tristes ejemplos como las Olimpiadas de Atenas 2004 o los Panamericanos de Guadalajara 2011 pueden darnos cuenta de las consecuencias de concebir este tipo de eventos sin planificar su legado: millones de dólares gastados en infraestructura que con posterioridad no puede ser asimilada y termina siendo abandonada. El caso de las villas de deportistas es más dramático, pues si no se planifican desde ese enfoque, terminan siendo imposibles de colocar en el mercado local sin subsidiarlas.

Según lo visto, en el proyecto elaborado por la Copal para la Villa Panamericana vamos por ese peligroso camino. La ubicación de la misma responde a razones políticas, no de planificación urbana (disponibilidad de suelo de propiedad del Gobierno Central). Adicionalmente, pareciera que no se están implementando desde la ciudad las obras necesarias para darle valor a su entorno y, por ende, valor comercial a este desarrollo. Y considerando que el terreno usado para la villa estaba programado para ser un parque, no se aprecia la retribución a la ciudad con áreas de recreación pública.

Se podría defender el hecho de que ubicar viviendas de alta densidad cerca de parques consolida el uso y valor de estos, como ocurrió en Buenos Aires con la villa para las Olimpiadas de la Juventud. Pero este no es el caso de la Villa Panamericana, cuyo plan maestro se asemeja más a un condominio de edificios con áreas verdes privadas.

Que se haga referencia a la Residencial San Felipe es también un error importante, pues los contextos históricos y sociales son distintos. Y en ese caso, la Municipalidad de Jesús María es la que ha terminado asumiendo el mantenimiento de los jardines. ¿Tendrá Villa El Salvador esa capacidad con un presupuesto per cápita cuatro veces menor?

Entrando al análisis de los edificios, se plantean siete torres de 20 pisos con un total de 1.090 apartamentos, los mismos que con posterioridad al evento serán colocados como viviendas de interés social.

La historia, no obstante, da cuenta de que este tipo de edificaciones termina teniendo serios problemas de seguridad y calidad de servicios, dado que su costo de mantenimiento supera la capacidad de gasto de las familias beneficiadas, lo que afecta su funcionamiento e impacta en el valor de la propiedad. El ejemplo emblemático es Pruitt-Igoe, un conjunto de viviendas desarrollado en la ciudad de San Luis (EE.UU.) en la década del 50, que fue demolido en 1972 tras haberse convertido en una amenaza social.

De la misma época, tenemos ejemplos locales acertados de proyectos urbanos para vivienda de interés social: las unidades vecinales 3, Matute y Rímac, con base en edificaciones de menor altura e importantes áreas verdes y recreativas, y que hoy son ejemplos de cohesión social y organización vecinal.

El panorama es sombrío, no por el evento, que seguro se resolverá con brillo, sino por lo que le dejará a la ciudad y por la inversión de miles de millones de soles en infraestructura que poco va a impactar en nuestro mejor vivir. Aparentemente no hay ya margen de maniobra. El destino, en este caso, está trazado.