"Pariacaca es, además, un antiguo dios tutelar, protagonista del conjunto de mitos fundacionales contenidos en el manuscrito de Huarochirí". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"Pariacaca es, además, un antiguo dios tutelar, protagonista del conjunto de mitos fundacionales contenidos en el manuscrito de Huarochirí". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Carmen María Pinilla

A la memoria de Gonzalo Portocarrero.

El impresionante espectáculo de inauguración de los , dirigido por el creativo director Francisco Negrín y su equipo nacional de producción, ha embelesado a todo el mundo, y especialmente a los peruanos, al ver reflejados artísticamente los elementos de su rica identidad.

Negrín tuvo el acierto de otorgarle protagonismo a la originaria matriz prehispánica, representada por el apu Pariacaca, la imponente montaña nevada ubicada en la sierra de Lima, que fue un constante referente a lo largo del espectáculo.

Pariacaca es, además, un antiguo dios tutelar, protagonista del conjunto de mitos fundacionales contenidos en el manuscrito de Huarochirí, y recogidos por el jesuita Francisco de Ávila en 1598, en esa zona de la sierra limeña.

Mientras veíamos el espectáculo del pasado viernes no podíamos dejar de comparar la original montaña que construyeron los escenógrafos en el Estadio Nacional con el real nevado Pariacaca de los antiguos mitos, y con quienes los difundieron. Era imposible dejar de pensar, por ejemplo, en el escritor y en quien siguió sus huellas: .

Los mitos de Huarochirí narran las peripecias de los hijos de Pariacaca y fueron traducidos del quechua por primera vez por Arguedas entre 1960 y 1965. Posteriormente, Arguedas los publicó con el título de “Dioses y hombres de Huarochirí” (1966). La obra ha tenido múltiples ediciones y ha sido objeto de merecidos estudios.

José María conoció el manuscrito a fines de los años 50 y quedó maravillado con su contenido ilustrativo, poético y aleccionador. Consideró entonces que era urgente publicarlo de manera inmediata. “Es la obra quechua más importante de cuantas existen”, escribió en la introducción. Arguedas deseaba que el lector se sintiese orgulloso al apreciar la original concepción que el hombre antiguo tenía acerca de su origen y el del mundo, de las relaciones del hombre con el universo y de las relaciones de los hombres entre ellos mismos. “Es una especie de Popol Vuh de la antigüedad peruana; una pequeña biblia regional que ilumina todo el campo de la historia prehispánica de los pueblos que luego formaron el inmenso imperio colonial organizado en el Virreinato del Perú”.

Casi 50 años después de Arguedas, Gonzalo Portocarrero, al frente del colectivo interdisciplinario Los Zorros, luego de estudiar conjuntamente la obra total del escritor andahuaylino, propuso a sus miembros profundizar en los mitos de Huarochirí. La propuesta fue unánimemente aceptada. Así, durante dos años, Gonzalo animó sucesivas lecturas y discusiones sobre su contenido desde diferentes perspectivas. No solo esto, apreciando las reflexiones que hoy suscitan, propuso organizar también un evento con la participación de académicos de diferentes disciplinas y con la de artistas plásticos. Lo tituló “Ecos de Huarochirí. Tras la huella indígena en las Américas” logrando, en junio del 2015, realizar exitosamente su proyecto, gracias a la ayuda de la Universidad Católica, de la Derrama Magisterial y de la Biblioteca Nacional. Durante varios días, la biblioteca estuvo copada con investigadores que presentaban ponencias y con artistas que intervenían el atrio de esta institución y otros espacios para escenificar el nacimiento de Pariacaca o presentar a Chaupiñamca, evocar a Cavillaco y Huatyacuri, a Cuniraya y otros héroes. Todo ello, impulsado por la artista plástica Cristina Planas, miembro muy apreciado de los zorros.

Gonzalo recogió las ponencias y las obras de arte desarrolladas en el evento, y las editó en un libro llamado “Ecos de Huarochirí, tras la huella de lo indígena en el Perú” (PUCP, 2018) en cuya introducción sostuvo que los hijos de Pariacaca lograron construir instituciones sociales y una cosmovisión adecuada para manejar la ecología desafiante que los rodeaba, consiguiendo asimismo un entendimiento de la vida “que apunta a un equilibrio entre el trabajo y la fiesta”, en tanto polos complementarios. Asimismo, calificó de creativa y contemporánea la actitud del compilador de estos mitos por su intento de “recuperar la tradición y adecuarse a los desafíos de la evangelización, a la asimilación de lo nuevo”.

Escribió también para este libro un importante artículo (“Culpa y alegría en las tradiciones bíblica y andina”) en el que explica que “la tradición andina es la parte negada de la cultura criolla como consecuencia del racismo y del blanqueamiento. Pero la tradición criolla hereda del mundo indígena la disposición a la fiesta y el cuestionamiento de la culpabilización”.

Se realizó así el objetivo de Gonzalo y de Los Zorros: dar a conocer este valioso universo de dioses prehispánicos y atenuar los prejuicios que impiden lograr la ansiada coexistencia justa y armoniosa entre culturas.

Por eso nos sorprendió tan gratamente el gran espectáculo del 26 de julio concebido por Francisco Negrín en el que presentaba a Pariacaca y al Perú ante el mundo, con una imagen de nosotros mismos que calibra con justicia las matrices de nuestra nacionalidad, su riqueza, el aporte de “Todas las sangres”, para usar el título de la emblemática novela de Arguedas.

Francisco Negrín nos reveló hace poco que durante el año en que se dedicó a estudiar la cultura peruana tuvo un feliz encuentro con Henry Mitrani, historiador de Lima y de épocas prehispánicas, que le proporcionó datos valiosos sobre la geografía y cultura del Perú, y de Lima particularmente, sede de los Panamericanos. Le entregó, asimismo, abundante bibliografía e imágenes al respecto. Interiorizado tan diverso material, Negrín ideó darle centralidad a Pariacaca por su ubicación geográfica, por su importancia cultural y étnica. Ello, nos dijo, le permitió destacar, como deseaba hacerlo, las particularidades y riquezas del país, logrando su objetivo de que todos “alucinen Perú”.

Por eso, al apreciar este espectáculo no pudimos dejar de pensar en el Pariacaca de ayer y de hoy, y en peruanos como José María Arguedas y Gonzalo Portocarrero.