(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Alonso Segura

El Congreso de la República discutirá hoy la moción de vacancia presidencial. Es un día que conlleva una responsabilidad histórica para quienes definirán quien ocupe mañana el sillón presidencial, lo cual tendrá implicancias, les guste o no, en la vida de todos los peruanos.

Antes de continuar, un ‘disclaimer’. Conozco a PPK. He trabajado con él en el MEF, si bien en un período anterior a aquellos en controversia. Lo aprecio en lo personal. Pero esto no me ha impedido ser crítico de la gestión económica de su gobierno, la cual considero ha sido pobre. Me he enfrentado públicamente, además, a algunos de sus (ahora ex) ministros. Pero creo en decir lo que uno piense, sin cálculos de por medio.

PPK ha cometido errores graves. No fue categórico y transparente —entendiblemente hay quienes consideran que mintió— sobre su relación profesional con Odebrecht, inclusive en el período en el cual era ministro de Estado y por ende estaba impedido de contratar con privados. Las asesorías a través de su firma de asesoría financiera Westfield Capital incluyeron además proyectos en los cuales PPK tuvo capacidad de decisión como ministro o presidente de Pro Inversión.

PPK sigue sosteniendo que no sabía que estas asesorías se habían producido, pues al asumir sus cargos públicos había cedido la gestión de la empresa a su socio de años, el ahora famoso Sepúlveda. En línea con prácticas en la banca de inversión dice que, estableció una muralla china. Esta lo habría separado de cualquier decisión para evitar conflictos de interés y, por ende, no conoció las transacciones generadas por Sepúlveda, cuyo mandato, se supone, era solo el de manejar las inversiones de PPK. Sin embargo, dejar facultades amplias a Sepúlveda, que le permitían también realizar asesorías, fue otro error, pues la muralla china es menos eficaz para evitar posibles confictos de interés en negocios que podían evitarse.

¿Es posible que la defensa de PPK sea auténtica? Solo algunas decenas de miles de dólares ingresaron durante el período en que era funcionario público. Es difícil pensar que PPK, que tiene un patrimonio de varias decenas de millones de dólares, se venda por una suma así. Y como él mismo señala, todo fue bancarizado y habría cumplido con los tributos correspondientes (¿también en Perú?). En este escenario, lo que habría habido es un manejo desprolijo de su empresa, mas no actos dolosos o corruptos. La propia Odebrecht ha señalado que estas fueron asesorías legítimas que no salieron de la Caja 2.

El problema es que no sabemos. Esta puede ser la punta del iceberg, pero bien puede no existir iceberg. Para saber qué es realmente lo que pasó, se necesitan mayores explicaciones, documentos e investigaciones. Pero necesitan tiempo. Y tiempo es justamente lo que el Congreso no quiere dar. Yo no conozco vacancias presidenciales, en ningún país (civilizado), que se realicen en una semana. ¿Qué derecho de defensa puede ejercerse en tan corto tiempo?

Se requiere también que la clase política actúe con objetividad, sin revanchismo, cálculo político o presión mediática. ¿Acaso existe eso hoy? Una vacancia presidencial es un fenómeno extraordinario que requiere de una carga de pruebas irrefutables. Es por ello que solo ha habido tres vacancias presidenciales en nuestra historia republicana, y solo una de ellas en el último siglo.

Todo esto ocurre en un entorno enrarecido donde prevalece la fuerza sobre la razón, con intentos de destitución y sanción a magistrados del Tribunal Constitucional, procesos cuya suspensión ha sido ordenada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos; amenazas al Ministerio Público; y dispendio de prisiones preventivas, como quien reparte caramelos, en ausencia de riesgos procesales y acusaciones formales. Hemos pasado de la total impunidad a ajusticiamientos político-mediáticos express.

Somos un país con débil institucionalidad. Vacar presidentes sin el debido proceso y derecho a la defensa solo puede debilitarla aun más y afectar nuestra imagen y credibilidad como país, más allá de la turbulencia económica o financiera que pudiera generarse. Harían bien algunos congresistas, que son quienes van a ser el péndulo de la balanza el día de hoy, en reflexionar sobre esto. No socavemos más la gobernabilidad.

Un compromiso firme del presidente de someterse a investigaciones para una reevaluación futura de la validez o no de una vacancia, con los descargos y la información necesarios, de otro lado, fortalecería la democracia. A diferencia del espectáculo de intrigas, revanchas e insultos que estamos presenciando.